La música, tanto como la palabra, eran imprescindibles para José Martí. Entre sus artículos, discursos y otros documentos, se repite la pasión que al Apóstol le inspiraba el arte sonoro.
A este dedicó grandes elogios y también a sus creadores. Sin embargo, resulta poco conocida la única obra escrita por el Héroe Nacional de Cuba para llevar al pentagrama.
Como casi todo lo que no se registra a tiempo, la pieza ha sufrido disímiles avatares para hacer válida su historia y escucharla tal cual fue concebida.
Aún quedan datos por confirmar y aprobar, pero es meritorio el trabajo del Centro de Estudios Martianos, de otros investigadores, así como de músicos y escritores, que han hecho posible contar hoy con tan grande tesoro.
Es por esto que aparece en el fonograma Con olor a manigua, Premio Especial en el Cubadisco 2015 y para el cual el trovador y profesor Rubén Moro le facilitó al productor del álbum la grabación hecha por su proyecto Kora y la copia de la partitura original.
Se trata de una nueva versión, de la inicial realizada como criolla, ahora a dúo entre Silvia Hernández y la clarinetista Karla Berg. Se le conoce como La canción del delegado y se acerca lo más posible a la idea original.
De los versos de José Martí destinados a ser musicalizados por un tabaquero en Tampa, podemos disfrutar, a la vez que admiramos al Maestro, que, en medio de las urgencias por salvar a la patria, no perdió la esperanza de un mejor futuro para nuestro país y tampoco de seguir cultivando el espíritu de todo lo bello.
Benito O’Hallorans fue el artista aficionado que puso melodía al texto, mientras María Granados, también llamada como La niña de Artemisa, lo cantó aquel memorable día de 1893.
Hasta su muerte en 1971, ella lo interpretó en nuestro país y aportó gran parte de la información que mantiene viva la singular reliquia musical.
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