Este lunes concluye una de las más hermosas iniciativas de la música cubana en los últimos años: el Tercer Encuentro Internacional de la canción para niños y niñas Corazón Feliz.
Hermosa y útil, en tiempos de abrumador impacto de expresiones musicales reduccionistas y mediocres. La principal organizadora de la cita, la cantautora Rochy Ameneiro, está convencida de la necesidad de preservar espacios de buen arte para la infancia, asumiendo la importancia de la cultura en la formación integral de niñas y niños.
Y no está sola. Basta con revisar el programa de estos días para llevarse una idea. Muchos de los mejores artistas cubanos que trabajan para el público infantil se han sumado al empeño, junto a creadores de otros países.
Los une el culto a la buena música, a la buena canción, concebida para los niños, pero que puede ser disfrutada por todos.
En Cuba hay un patrimonio inmenso, que es preciso socializar mucho más. La labor que la compañía matancera Teatro de las Estaciones ha realizado en la promoción de canciones imprescindibles de la gran Teresita Fernández es un ejemplo. Su espectáculo Todo está cantando en la vida les ha descubierto a muchos niños un panorama inspirador.
Los temas de Teresita marcaron a generaciones completas de cubanos... y tienen potencial para encantar a los niños de ahora. Y hay que apostar también por la continuidad. En el encuentro se han presentado cantantes muy jóvenes que siguen ese camino.
La familia es esencial. Habría que comprender las necesidades y capacidades de niñas y niños. Quemar etapas no debe ser alternativa.
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