El joven realizador Abel Ernesto Águila Cedeño está feliz por la deuda saldada con el grupo Afrocuba, gracias al empeño puesto en su más reciente documental Hijos de Afrocuba, que contó con la producción del sello Bis Music.

Luego de comprobar que la trayectoria de la célebre agrupación que acompañara a Silvio Rodríguez en discos como Causas y Azares y Oh Melancolía no había sido suficientemente abordada, se dedicó a seguirle el rastro a los integrantes de sus diferentes etapas.

Oriente López (teclados y dirección), Ernán López-Nussa (piano), Robertico García (trompeta) y algunos otros fueron los primeros contactados para la ardua empresa, ya que luego de los años 90 del pasado siglo el grupo comenzó a dispersarse de forma definitiva.

Durante 52 minutos aquellos hijos de la madre nutricia que fue Afrocuba confían a la cámara sus venturas y aciertos, y por qué no, sus insatisfacciones y desatinos, en una consecución de testimonios ampliamente graficados con imágenes de archivo, dijo en exclusiva a la Agencia Cubana de Noticias su realizador.

Desde su fundación en 1977, con el papel jugado por Bobby Carcassés, aunque no integró la nómina, los miembros fundadores Nicolás Reynoso y Tony Valdés, así como la figura esencial del saxofonista, compositor y arreglista José Carlos Acosta, el audiovisual recrea toda una época.

El tiempo de metraje se le hizo corto a Águila Cedeño, ya que Afrocuba es tan importante para la historia como desconocido por los noveles.

José Carlos fue el ideólogo, por así decirlo, del sonido de la agrupación; todo el diseño de cómo sonaba era fruto del ingenio creativo de ese hombre, comentó.

Circunstancias dolorosas abordadas de manera sutil en el documental apartaron al músico de la palestra musical, pero todos los caminos conducían a él si de verdad se quería hacer justicia a Afrocuba, añadió.

Uno de los invitados en el audiovisual, Silvio Rodríguez, llegó a comparar a Afrocuba con la veteranía y trascendencia de The Beatles, ya que nunca más, ni antes ni después, consiguió resultados musicales tan satisfactorios.

La posterior y sentida ruptura de aquella colaboración a finales de los 80 de la anterior centuria, plasmada también en el documental con los aplacamientos propios del tiempo, propicia en el espectador un análisis del músico y su entorno, con sus contradicciones y anhelos. 

El tránsito de la agrupación por el circuito musical de Cuba, su peña en el cine Acapulco, sus fieles seguidores, y las desiguales etapas más allá de las colaboraciones con el autor de Réquiem y No hacen falta alas, llegan al filme desde la nostalgia y la remembranza.

Al calor del acercamiento propiciado por Hijos de Afrocuba, adelantó el realizador, Silvio está abocado en estos momentos en un fonograma con la música de José Carlos Acosta, bajo la producción general de Robertico Carcassés.

El documental, disponible en YouTube hasta que las condiciones sanitarias del país permitan una presentación oficial de carácter presencial, forma parte ya de los documentos históricos que significan la formidable creación de Afrocuba en sus diversas épocas.

Abel Ernesto Águila Cedeño cuenta en su haber con una colección de deudas saldadas, con documentales como Adiós sin final (EGREM, 2017) dedicado a Mario Daly, otro destacado músico y exponente del rock de los 70 y 80, gracias a sus bandas Arte vivo y Monte de Espuma.