Propone artista cubano un diálogo luminoso entre la pintura y el grabado


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La exposición Resistencia, del artista cubano José Omar Torres, se exhibe por estos días en el Museo Conde Rul, en la Plaza de la Paz de la ciudad de Guanajuato, como parte de las acciones de la cuadragésimo novena edición del Festival Internacional Cervantino, evento que se extenderá hasta el 31 de octubre.

El público mexicano podrá disfrutar de esta muestra más allá del cierre de festival, pues estará en la galería hasta mayo de 2022.

Integran este trabajo diez telas de mediano formato y diez colagrafías intervenidas y, a través de ellas, logramos constatar la fructífera sinergia entre estas dos modalidades plásticas, de manera que, en sus lienzos o sus dibujos, descubrimos las ganancias de las técnicas del grabado y, a la inversa.

En las litografías del artista cubano y, especialmente en las colagrafías existe un notable dominio del colorido, las figuraciones y transparencias.

También hay en estas piezas gran creatividad, diversidad y autenticidad; todo ello es resultado de un creador que ha sabido con sapiencia desarrollar y enriquecer un lenguaje propio.

Al respecto el poeta Waldo Leyva, actual consejero cultural de la embajada de Cuba en México, expresó: “No es posible asumir una comprensión cabal de la obra plástica de José Omar Torres si no entendemos ese diálogo permanente que se produce entre pintura y grabado, entre grabado, pintura y dibujo, donde este último resulta una referencia muy significativa porque en él intenta el autor reproducir, con mucha frecuencia, la textura de la piedra o la docilidad de la pasta”.

Más adelante el especialista subrayó: “Tampoco se puede desestimar el estampado, de naturaleza casi lírica, de la monotipia, cuya manipulación arroja sorprendentes resultados, no sólo por la introducción de elementos figurativos con grafito o pincel, sino por la maestría lograda en el manejo del color: las piezas llegan a recordar, por su luminosidad y transparencia, verdaderas acuarelas o acrílicos sobre tela".

En sentido amplio, José Omar se inserta en el abstraccionismo, pero lo hace a partir de un tratamiento temático, cromático y compositivo muy suyo, de alguien que ha sabido mirar de reojo a Klee, Mondrian y Miró, y ha escapado de Amelia Peláez y René Portocarrero, para inventar códigos personales y trazar un puente donde asoma la figuración en medio de planos geométricos y manchas.

A través de esa visión personal el artista asume una de sus obsesiones: la ciudad, su arquitectura y atmósfera; mediante este ambiente descubre resquicios, capta atmósferas y comparte percepciones con el espectador.

La ciudad y, particularmente la ciudad de La Habana, está en el foco de atención, pues el decir de la crítica de arte Marilyn Sampera: “La ciudad se nos revela en una mirada desde una geometría de calles donde el tiempo y la memoria entretejen el paso del hombre. He aquí el misterio de estas obras en las que la poesía mora en las entrañas de la ciudad”.

Estos y otros atractivos los asistentes a la exposición podrán constatarlo en las dos salas de la institución guanajuatense que albergan la muestra: una consagrada a la obra en papel y otra a las telas.

 

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