En el marco de la 32 Feria Internacional del Libro, dedicada a Brasil, la Casa de las Américas recibió al escritor, filósofo y activista indígena Ailton Krenak. Un conversatorio enriquecedor encabezado por Krenak, permitió la aproximación a su obra a la vez que esclareció el contexto actual en que se disputan los paradigmas de pensamiento y acción respecto a la cultura, la coyuntura medioambiental y el propio devenir del ser humano.
Ailton Krenak, con una vida de activismo centrada en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas y una amplia labor ensayística cuyo impacto ha permeado los circuitos literarios y políticos globales, recordó la importancia de poner en contacto las distintas cosmovisiones de nuestros cientos de pueblos latinoamericanos, transfronterizos, lejos del yugo geopolítico occidental. Como expresara el pensador, cada comunidad, cultura e individuo, son en sí mismos un universo donde dialogan las diversas tradiciones de saber y pensar que se han resistido a pactar con el pensamiento colonialista.
El indígena ha sido entendido como un “otro”, y sus saberes han sido relegados a un campo epistémico minorizado por la mentalidad colonial eurocéntrica. Sin embargo, Krenak advierte que en la actualidad, son las diversas cosmovisiones de los pueblos originarios las que contienen una propuesta alterna para pensar el futuro del planeta. Los paradigmas de desarrollo impuestos durante siglos como matrices de saber universal, reflejan la cosmovisión de Occidente en su condición hegemonizante y, sobre todo, en el objetivo, que bien supo calificar Krenak, de comer la tierra.
Dentro de este sistema de conceptos y prácticas, esencialmente capitalistas, la naturaleza es hija de la cultura; el hombre se alza sobre ella entendiéndola como su propiedad material con una mentalidad manifiesta en el saqueo de las culturas no occidentales, la colonización, las disputas geopolíticas en busca de recursos a explotar, y el extractivismo, cada vez más indiscriminado. Los pueblos indígenas tienen, en cambio, entre sus saberes ancestrales, la tradición milenaria de comprender la naturaleza como un miembro orgánico y vivo en la comunidad. Su relación con el entorno no implica la propiedad sino la convivencia, de ahí su capacidad para imaginar conceptos que nos permitan revertir el paradigma desarrollista y articular un pensamiento en torno al buen vivir del continente americano.
En una sociedad como la brasileña, comenta Krenak, las personas que se declaran a sí mismas indígenas alcanzan cifras de hasta 1700 000, lo que da muestra de un convencimiento identitario que busca existir más allá de las fronteras y que se reconoce como una matriz cultural. El también autor de libros como Futuro ancestral o Ideas para aplazar el fin del mundo, recuerda que en el pluriverso de las culturas originarias habita la capacidad de reinventarse desde la diáspora y en sus propios ejes comunitarios, pero más allá de su experiencia física y espiritual, este potencial lo puede adquirir cualquier ser humano.
«La idea de un pensamiento colectivo refleja una manera de interactuar con la realidad de la historia política y económica de nuestro Continente y de nuestro tiempo, en una perspectiva de pluriverso. Más allá de esa idea de los años 80´ de que era posible otro mundo – con la realización de foros sociales mundiales– que fue una animación de los debates de los años 90´; eso no logró construir otros universos, no alcanzó la pluriversidad, se quedó en el nivel de que otro mundo era posible. El desafío global, en realidad, es que nosotros como personas, dentro de nuestras comunidades produzcamos efectos que nos permitan escapar de la violencia del mercado»
Frente a la supuesta racionalidad europea, cuya fe en el mercado la ha llevado a la “irracionalidad” de una cultura expoliadora y destructiva; los pueblos originarios aún proclaman la conexión de nuestra vida con la tierra que habitamos y la esperanza de una humanidad solidaria. Dicha conexión se revela en una poética de resistir que surge de la ventaja sustancial, en cuanto a subjetividad, memoria y saber, que poseen las diversas culturas originarias. Estas, en medio de la actual debacle mercantilista de tintes apocalípticos, como explicita Krenak, no vendrán a ser testigos de la historia sino a juzgarla, a cuestionar y resistir los métodos de las sociedades occidentales, en función de redescubrir un universo de posibilidades que, si bien fue desplazado por la proyección colonialista, hoy representa una vuelta a la esperanza de continuar existiendo.
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