IV Coloquio de Culturas Originarias: Pueblos indígenas y ejercicios de poder


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Con el tema de las alternativas contrahegemónicas desde las ciencias y los saberes originarios, el VI Coloquio Internacional de Estudios sobre Culturas Originarias de América reunió en la Casa de las Américas a numerosos investigadores de la región. 

Sobre el complejo sistema de relaciones étnicas, de género y generacionales del pueblo de Paucartambo, en los Andes peruanos, reflexionó el joven doctorando Carlos Tello Barreda durante una de las sesiones del coloquio.

En su conferencia “Pero, ¿son indígenas?: Indigeneidad, ambigüedad y fluidez en los Andes peruanos”, el también investigador asociado en Estudios Indígenas Globales en la Universidad de Brown, explora cómo los miembros de la danza Qhapaq Qolla se relacionan con su herencia Quechua y al mismo tiempo negocian y reconstruyen la noción de indigeneidad.

A pesar de ser Quechua hablantes y practicar costumbres que se reconocen como autóctonas, los Qhapaq Qolla no se autoidentifican como indígenas, ni afrodescendientes; a su vez, evitan ser llamados mestizos, categoría racial utilizada comúnmente en Perú para identificar a quienes se reconocen como no indígenas, explicó Tello Barreda.

En cambio, utilizan categorías de identificación locales que le proporcionan ambigüedad y les permiten proteger su origen, tradiciones y modos de vida, dependiendo de las personas con las que se estén relacionando en el momento.

Los Qhapaq Qolla representan a los llameros del pueblo Paucartambo, y según relató el también máster en periodismo por la Universidad de British Columbia, anualmente durante la Fiesta de la Virgen del Carmen se reúnen unos 19 colectivos danzantes para confraternizar y compartir sus bailes, costumbres y prácticas con los visitantes.

Por otra parte, la doctora en Ciencias Antropológicas por la UAM-Iztapalapa, Giovanna Gasparello, en su ponencia “Despojo y defensa de los bienes comunes en el paso del Tren Maya: Bacalar y el sur de Quintana Roo”, relató las transformaciones socio-ambientales que ha traído como consecuencia la pujante industria turística en esos estados mexicanos.

Según explicó la profesora e investigadora, el megaproyecto Tren Maya fue impulsado por el ejecutivo gubernamental del presidente saliente Luis Manuel López Obrador en cinco estados del sureste de México, como un motor dinamizador de la economía de esa región donde vive al menos el 32 por ciento de la población indígena nacional.

Orientado bajo la lógica de intervención desarrollista y modernizadora de una zona rezagada del país, el proyecto ha acelerado y profundizado de manera significativa los procesos de afectación y despojo a los territorios indígenas y campesinos asentados allí por años.

Aparte de la evidente devastación ambiental y la fragmentación de los ecosistemas, la industria turística desplegada en esas zonas a través del polémico proyecto, pone en peligro los derechos de los pueblos indígenas y otras comunidades a la tierra, los recursos naturales, a la cultura, sus modos de vida y propiedad y el acceso a un medio ambiente sano y sostenible, recalcó la antropóloga, quien actualmente es responsable de un proyecto de investigación sobre impactos sociales y respuestas comunitarias al megaproyecto Tren Maya en los estados mexicanos de Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo.


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