La letra en sus voces: editoras de la Casa de las Américas comparten su pasión por el mundo editorial


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Esta mañana, la Casa de las Américas continuó su ciclo de conversatorios «La letra en sus voces», dedicado al 65 aniversario de su Fondo Editorial. En esta ocasión participaron las editoras Nisleidys Flores Carmona y Natalie Roque Vega, con la cálida moderación de Fernando L. Rojas, director del sello editorial.

En un ambiente distendido y jovial, animado por las preguntas del moderador y el afecto palpable entre quienes trabajan codo a codo, ambas editoras compartieron los azares de sus trayectorias y cómo llegó a sus vidas la edición de libros.

Nisleidys, quien también es musicóloga y durante años impartió clases de teoría musical en la Universidad de las Artes, comentó que sus inicios en la edición estuvieron ligados al área de redacción de Arte de la Editorial Letras Cubanas. Allí aprendió de figuras destacadas del mundo editorial cubano como Neyda Izquierdo y Teté Blanco, y asumió por primera vez un cargo de dirección como subdirectora editorial de Ciencias Sociales en el Instituto Cubano del Libro (ICL).

Durante su etapa en Letras Cubanas realizó numerosos cursos de corrección y diplomados para especializarse como editora profesional, entre ellos el Diplomado de Edición que solían organizar el ICL y el Centro de Superación de la Cultura. Años más tarde, a petición de María Elena Vinueza, directora de Música de la Casa de las Américas, inició su vínculo con la institución como editora de uno de los premios de Musicología.

La satisfacción que le produce trabajar en este centro es evidente cuando afirma que la Casa ha sido el «colofón de toda mi formación editorial y gran premio de mi vida». Aunque es musicóloga, cada premio de Musicología representa un desafío, ya que contienen numerosas partituras cuya comprensión exige entender el lenguaje de la música.

Por su parte, Natalie, «orgullosamente graduada de la Facultad de Artes y Letras», inició su vida laboral como profesora de Literatura cubana en la Universidad de La Habana. Dos años más tarde se adentró en el mundo de la edición en la Editorial de Ciencias Médicas, lo cual —confesó— podría parecer extraño para quien siempre tuvo clara su orientación hacia la literatura.

No obstante, su formación como editora de revistas científicas fue fecunda y lo vivió como «un trabajo muy bonito y gratificante». Dominar una norma editorial con un lenguaje y una estructura completamente diferentes a los de las humanidades le brindó una óptica distinta del oficio.

Con una formación en Arte, adquirida en la Academia de San Alejandro, y su predilección por la poesía, la distancia entre sus lecturas anteriores y las que debía hacer para editar a investigadores médicos representó un reto del que obtuvo una valiosa experiencia. Allí realizaba un intenso trabajo de redacción: «hay más filólogos y profesionales de la lengua de lo que uno imagina» en el ámbito de las Ciencias Médicas, pues son quienes ayudan a los científicos a expresar con claridad sus resultados.

Llegó a la Casa de las Américas para ocupar la plaza de una editora que se jubilaba, aunque no se desvinculó por completo, pues —según Natalie— quienes terminan su vida laboral en la Casa siempre terminan orbitando a su alrededor. Disfruta editar poesía por su doble naturaleza: «aparentemente no tiene bridas, mas, a su vez, tiene límites y reglas que uno debe dominar». Sin embargo, indagar en los «paisajes de vida interior» que construyen los versos resulta un divertimento para la joven.

Ambas editoras se mostraron dichosas de haber encontrado en la edición una profesión que ha iluminado sus existencias y agradecieron poder desarrollarse en un sello que, a lo largo de seis décadas, ha destacado por la altísima calidad literaria de sus publicaciones y por representar la vibrante diversidad nuestroamericana en sus catálogos.

Comentaron los géneros que más disfrutan leer y editar, así como los retos de trabajar con textos traducidos o con libros que abordan ramas del conocimiento alejadas de su formación. Aseguran que, por encima de todo, prefieren el ensayo, «el género más completo».

Fue un encuentro íntimo que reafirmó el valor de pertenecer a un espacio donde todos pueden trabajar en sus intereses intelectuales más personales, al tiempo que contribuyen a construir un catálogo que recuerda los pasajes más tristes de América Latina, pero también sus grandes epopeyas y sueños de un futuro libre y más justo.


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