El pasado 21 de marzo, fecha en que se conmemora cada año en el mundo árabe el Día de la Madre, se realizó en la Casa de las Américas un ciclo de tres conferencias impartido por investigadores invitados al Coloquio Patria, en el que se analizaron las difíciles problemáticas actuales del contexto global. El genocidio que sufre el pueblo palestino y la necesidad de concentrar la atención y apoyo mundial en las demandas de cese de la ocupación israelí, fueron el tema central abordado por Manolo de los Santos, joven activista llegado desde Nueva York.
De los Santos compartió sus reflexiones sobre la sistemática movilización por Palestina y en contra del fascismo que se vive actualmente en los Estados Unidos. Gran parte de la población, árabe o no, ha decidido de manera espontánea ejercer presión en busca de acciones concretas por parte de la presidencia de Joe Biden, quien mantiene su postura de respaldo al régimen colonial israelí. Por sobre esta, comenta de Los Santos, continúan los reclamos en defensa de los derechos del pueblo palestino a resistir de las maneras en que ellos consideren necesarias.
Al respecto, recordó la Gran Marcha del Retorno hacia la Franja de Gaza realizada por miles de palestinos de manera pacífica durante marzo del 2018, protesta que fue brutalmente reprimida por las fuerzas militares israelíes. En este sentido, afirmó De los Santos, es innegable la legitimidad de la lucha armada palestina iniciada el 7 de octubre del pasado año cuya resistencia es el primer factor en combate, mientras el segundo sería la movilización a nivel global a la que ya se suman cientos de miles de personas de todos los continentes.
Por otra parte, ante los urgentes conflictos globales de carácter bélico, el entramado comunicativo que comprenden los medios y redes sociales tributa cada día más a la guerra informativa. Para acercarnos a sus principales tendencias, Michel Collon, escritor, periodista y publicista belga, ofreció la conferencia “Ucrania, Gaza y las próximas guerras: ¿qué podemos hacer frente a la batalla de imágenes?”.
En el caso específico del enfrentamiento entre Rusia y Ucrania, al cual el investigador dedicara gran parte de la ponencia sustentada en su libro Ucrania. La guerra de imágenes. 50 ejemplos de desinformación, pueden analizarse los métodos occidentales en la manipulación comunicativa. Como si de otro producto comercial se tratase, la imagen de una guerra se vende a través de códigos similares a los de la publicidad moderna Detrás del conflicto en la frontera ruso-ucraniana, factores como la OTAN y la UE, liderados por los propósitos estadounidenses, movilizan la información según su conveniencia y en favor de los intereses occidentales.
Por medio de su estudio, Collon propone 5 principios de la propaganda en la guerra, los cuales son fácilmente identificables en los conflictos contemporáneos. El primero sería ocultar los intereses económicos que sustentan las acciones bélicas, desde los golpes de estado hasta las intervenciones. En el caso atendido, si bien es evidente el interés occidental en el control multinacional de los recursos ucranianos, la injerencia en la frontera con Rusia y la segmentación de dicha potencia a través del aislamiento de Ucrania; se ha potenciado un discurso en el que Vladimir Putin es mostrado como el agresor imperialista. Como expone Collon:
«En los medios de comunicación occidentales, las ediciones de febrero y marzo, muestran unanimidad sorprendente: La guerra se debe enteramente a Putin que sueña con reconstruir el imperio ruso. Ninguno destaca que el imperio que realmente se ha extendido desde hace treinta años –refiriéndose al despliegue de la OTAN en la frontera ruso-ucraniana– es el de occidente. Situando misiles nucleares a 150 kilómetros de San Petersburgo».
Además de la demonización del “enemigo” que ha llevado a comparaciones entre Putin y Hitler, recurso ya trillado de los medios de comunicación occidentales frente a un líder inconveniente, quienes controlan o financian la información pretenden monopolizar el debate y ocultar sus raíces históricas. Por otra parte, expresa Collon, las grandes corporaciones financieras como BlackRock o The Vanguard Group representan un considerable porcentaje del respaldo económico detrás de la guerra, que a su vez tributa a gobiernos corruptos como el del propio Zelensky. Esta batalla económica se libra también en el terreno de la información donde la mayoría de las empresas que rigen la comunicación actual, Google y Meta fundamentalmente, tributan a los intereses del gobierno estadounidense y a dichas multinacionales.
En los medios de prensa escrita, la manipulación se hace evidente en el uso de imágenes descontextualizadas y los discursos contradictorios entre los distintos medios, que en muchos casos ameritarían la investigación internacional. Asimismo, destaca Collon, es frecuente el silencio de los medios ante las actitudes corruptas sostenidas por los oligarcas como en el caso de Ucrania cuya economía se ha visto durante años inclinada a la desindustrialización y con un 50 % de pobreza poblacional debido al apropiamiento de las riquezas públicas en manos de aquellos.
Como cierre de la sesión, el sociólogo, periodista e investigador argentino Jorge Elbaum, impartió la conferencia “Geopolítica, cultura y comunicación” en la que analizó de manera orgánica la tríada de conceptos. En este sentido, la geopolítica se halla atravesada por dos tendencias fundamentales y a la vez contradictorias de la política occidental estadounidense, la tendencia al globalismo y, por otro lado, al soberanismo ¿Cómo pensar una política de izquierda que remita al orden geopolítico, en la cual no se imponga el interés económico e industrial de una sola potencia por sobre las demás naciones, ni se aíslen unas de otras por preceptos nacionalistas que acarreen políticas xenofóbicas y marginalizadoras?
Frente a esta situación, Elbaum recuerda cómo los valores de las diferentes culturas pugnan o ceden ante las injerencias del globalismo. Si bien, Estados Unidos ha logrado abarcar considerablemente el terreno del consumo y la producción a nivel global, factores como Chinan disputan su puesto en la medida en que asimilan, aprenden y compiten en el mercado mundial. Asimismo, permear en las estructuras culturales de un país no siempre significa globalizar, desde las políticas alternativas las relaciones comerciales multilaterales permitirían un diálogo no necesariamente avasallador y destructivo. La comunicación resulta así mediadora de estos procesos y tendencias, pero se inserta en las dinámicas superiores de la cultura. En el contexto actual que supone una nueva era comunicativa favorable a la desinformación y a la guerra mediática, la hegemonía de valores culturales de Occidente parece ser un hecho inevitable. Sin embargo, reafirma Elbaum, la cultura nunca estará supeditada a la comunicación, por el contrario, si los principios culturales de una nación se consolidan, rescatan o simplemente sobreviven, la influencia mediática −y aún más, comercial o política− no alcanzará los objetivos de la globalización.
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