Como dijo alguna vez Dulce María Loynaz, sobre la veleidad de la fama, hay personas cuya obra, pese a alcanzar una gran relevancia en la vida social de su tiempo, no les garantiza recibir toda la atención y la gloria que en razón de ella merecen.
Tal pudiera ser el caso del maestro Alberto Alonso, bailarín, coreógrafo, profesor, director de compañías e iniciador de tantas cosas entre nosotros y de quien fuera su maravillosa compañera, la bailarina y actriz, también profesora, la extraordinaria Sonia Calero que celebra en este agosto su ochenta y siete aniversario.
Nació en La Habana de 1936 un 21 de agosto, en el seno de una familia obrera, y desde pequeña le apasionó la danza. Lo que tenía próximo era el baile popular: la rumba, el guaguancó. La familia la condujo hasta el Conservatorio Municipal de La Habana, en la especialidad de ballet que era lo que se enseñaba. Pasó con éxito los exámenes de ingreso. En el tribunal figuraba Alberto Alonso, a quien mucho deberá más tarde ese fenómeno que se denomina “la escuela cubana de ballet”.
Alberto figura como el primer bailarín profesional cubano (debutó el 4 de noviembre de 1933 con la Sociedad ProArte Musical en el Teatro Auditorium de La Habana), también como el primer partenaire de Alicia Alonso (en Coppelia, 1935) y el primer coreógrafo cubano y, en este capítulo, como el primer coreógrafo nuestro que inaugura la senda creadora de una obra con tema nacional.
Nikolai Yavorski, el mismo que para 1935 se unió a Alejandro Baralt y otros intelectuales en la fundación de nuestra primera agrupación de teatro de arte (es el caso del Teatro de Arte La Cueva) y su estreno de la obra Esta noche se improvisa la comedia, de Luigi Pirandello, fue quien colocó al joven Alberto Alonso en el elenco del famoso Ballet Ruso de Montecarlo, lo que supuso la entrada en contacto por parte del joven con personalidades del ballet mundial como Mijaíl Fokin y George Balanchine.
Como a tantos otros cubanos en Europa por aquellos años, la Segunda Guerra Mundial le impuso el regreso a La Habana, donde en 1941 ocupó la dirección de la Escuela de Ballet de la Sociedad ProArte Musical.
Allí estrenó Antes del alba (1947), una obra danzaria sobre nuestra realidad social, expresada en la conjunción de elementos de la conga, el carnaval, los ritos yorubas y el ballet clásico, con la colaboración musical de Hilario González y plástica de Carlos Enríquez, y con Alicia Alonso en el rol protagónico.
En el 48 fundó con Alicia y Fernando el Ballet Alicia Alonso, pero la recepción de su coreografía en el año anterior, lo hizo pensar en la necesidad de otros medios para continuar su trabajo de experimentación con aquello propio, con lo cubano, y fue entonces cuando inició un camino en la televisión, que recién aparecía en Cuba, y en el cabaret, pues Alberto tenía la característica de ser un creador sin fronteras, capaz de trabajar para espacios muy diversos y hallar en todos estímulos y retos.
Puede entenderse ahora lo que significó el encuentro de Alberto Alonso con la muchachita Sonia Calero en aquel preciso instante. Quedó definida una colaboración artística que luego durará toda la vida.
De modo que la adolescente Sonia Calero hizo su debut profesional en el ballet de CMQ Televisión con apenas unos catorce años. Ingresó después al Conjunto de Bailes del Teatro Radiocentro y amplió su experiencia al presentarse en el escenario del cabaret.
En 1957 se produjo un suceso cultural que la tuvo como protagonista: el estreno en televisión de La Rebambaramba, el ballet con música y libreto de Amadeo Roldán y coreografía de Alberto Alonso.
Tras el definitivo cambio político y social de 1959 el panorama para la danza se amplió y dignificó. Es terreno fértil para el surgimiento de variadas iniciativas creadoras. Así surge el Conjunto de Danzas de Alberto Alonso, en 1960, y poco después el Conjunto Experimental de Danza (1962-1966) bajo la conducción del Maestro. Sonia integró el elenco de todas estas agrupaciones y, más tarde, también el del Teatro Musical de La Habana.
De este tiempo data un espectáculo como El solar, un éxito clamoroso que funde danza clásica y popular y que ha quedado asociado indisolublemente al talento Alonso- Calero, donde Sonia se elevó al rango de prima ballerina en esta búsqueda que se hunde en las raíces del baile popular y lo estiliza, rindiendo culto a sus esencias nacionales. Lo curioso es que esta producción, vista en muchos países de Europa, definió no solo la creación del ballet Carmen sino sus rasgos. La fuerza y sensualidad de la Calero dibujará los rasgos de la futura heroína española que animará a crear la primera bailarina rusa Maya Plisétskaya, que es para quien inicialmente se dibuja Carmen, ese ballet que luego hace suyo la Alonso.
Carmen se estrena el 20 de abril de 1967 en Moscú. El 11 de agosto Alicia presenta su personal versión – hecha junto con Alberto— en La Habana. El primer aliento provenía de Sonia.
Al regreso de Moscú, Alberto y Sonia ingresan al Ballet Nacional de Cuba, donde ella figuró como bailarina solista de demi – carácter, como puede leerse en los programas de mano de la época, impartió clases y realizó asesorías.
Nuevos y atrevidos ballets como El güije, Diógenes ante el tonel, Un retablo para Romeo y Julieta, Conjugación enriquecieron el repertorio de la institución.
A inicios de la década de los noventa el matrimonio se instaló en México. En 1993 se trasladó a Gainesville, en La Florida, donde Alberto se dedicó a la coreografía y la docencia con la inestimable colaboración de Sonia.
El 31 de diciembre de 2007 falleció Alberto Alonso, a partir de entonces Sonia Calero recibió la nueva responsabilidad de ser su albacea y de atender el empleo de su legado. Las asesorías y consultas danzarias hacen más plena su vida que, aún hoy, dedica a la danza.
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