Antigua como la vida misma, la artesanía acompaña al hombre desde tiempo inmemorial. Necesidad o lujo, cada pieza, diferente en sí misma, es escalón que avanza entre el diseño y el arte con la impronta del oficio que define a su creador, y defiende las raíces que la trajo hasta aquí.
Por estos días, el Museo Casa de África acoge una propuesta sobre dos momentos esenciales en la vida cotidiana: tejer el cabello y jugar con muñecas artesanales conservando el legado afro en estas generaciones. El 2do Festival de la muñeca negra. Peinando identidades, que sesionó entre el 8 y 9 de noviembre pasados, es una muestra de lo que puede, de lo que quiere, de lo que debe hacerse en materia de cultura frente a un mundo cada vez más excluyente y globalizador.
Conferencias, panel científico y talleres prácticos con la participación de profesionales, gestores de proyectos, cosmetólogos, periodistas, investigadores y artistas, demuestran en un breve recorrido por el origen y evolución de la peluquería afro, el impacto de la apariencia personal, con una mirada crítica hacia determinados reglamentos de la sociedad actual, y la propuesta del cuidado del cabello con productos naturales, e incluso modalidades contemporáneas para el uso del turbante y el maquillaje adecuado para cada peinado y ocasión.
Entre los juegos de roles, las muñecas cumplen una función ineludible: vincular a las niñas —y los niños, por supuesto— a los compromisos que deberán adquirir en un futuro, cuando les corresponda liderar esa célula primigenia de la sociedad que es la familia.
Con la misma intención con la que Martí en octubre de 1889 escribió uno de los más bellos cuentos sobre el respeto y la justicia social, en Casa de África también se tejen sueños: muñecas negras artesanales, y también algunas procedentes de una industria respetuosa de valores identitarios, donadas por muchísimas manos de aquí y de allá, rechazan estereotipos comerciales y llenan los espacios de la exposición, invitando a la caricia. Más que eso: los pequeños estudiantes del aula museo, con sus propias manos y guiados por la artesana Maritza Rojas, dan vida a sus propias muñecas de papel y varillas, versión simplificada de las que se realizan en varias regiones del continente Cuna de la Humanidad.
El Centro Nacional de Música Popular, la Fundación Ludwig de Cuba y un buen número de colaboradores y amigos apoyan esta propuesta donde nos vemos reflejados todos, múltiples y diversos.
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