"Al amparo de Dador", tributo al Apóstol


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Como parte de las actividades de la decimocuarta Bienal de La Habana y en la jornada en la que se celebra el 169 aniversario del natalicio de José Martí, en el Palacio de la Revolución de Cuba se inaugura la exposición "Al amparo de Dador" del pintor Ernesto Rancaño como tributo al Apóstol.

 

 

Palabras de Lis Cuesta Peraza, Directora de Festivales y Eventos del Ministerio de Cultura de Cuba

Buenas tardes, queridos amigos todos, autoridades aquí presentes, amado Presidente.

Buenas tardes, queridísimo Rancaño.

Hoy es un día especial para Cuba. Desde todos los sitios los buenos cubanos rinden honores al poeta, al patriota, al revolucionario, al Martí que siempre nos acompaña.

No soy curadora de arte, ni voz autorizada para ejercer en estas materias la crítica, pero asumo esta feliz tarea como cubana que ve realizado un sueño compartido: darles la bienvenida a este sagrado lugar.

Este bellísimo sitio, concluido en 1957, y remodelado para sus actuales funciones entre 1964 y 1965 por el destacado arquitecto cubano Antonio Quintana Simonetti hasta reconvertirlo así en el actual Palacio de la Revolución, abre hoy sus puertas a esta celebración. No sería justo decir que “se abre al arte”, porque este revolucionario palacio es un sitio de cultura cubana desde ese momento. Aquí vive el espíritu de Celia, esa guerrillera magnífica que volvió belleza y amor todo lo que tocó. A ella también debemos  estos  verdes, esta luz, y la colección sublime de obras de artistas de la plástica que aquí se exhiben.

Por eso hoy estamos felices, porque fieles al espíritu de este lugar, abrimos otro momento, ese que permitirá que  nuestro pueblo  conozca por dentro  esta joya de su arquitectura y su cultura y ¡qué bueno que de la mano de Rancaño!

Como nos dijo una amiga hace días, se ha producido una suerte de nacimiento de los colores y de la luz: obras  del artista de la plástica Ernesto Rancaño (La Habana, 1968), han sido instaladas en las enormes paredes; todas relacionadas por el tema común y sagrado para las entrañas de la Isla, llamado José Martí.

Por el universo Rancaño transitan mujeres de luz, colibríes, barcos, banderas, “su obra es toda poesía porque allí donde domina la pintura y el dibujo salta el corazón sensible y fiel”

La madurez de este artista plástico, más allá de consideraciones académicas, centra su afán, en esta ocasión, en perpetuar la figura imprescindible de José Martí, y a ello vuelca su indiscutible talento. No estamos en presencia de un Apóstol etéreo, sino, de ese héroe  nacional que nos acompaña, también gracias al vuelo imaginativo de Rancaño. La elegancia de sus trazos, la justa medida de su vocación martiana a través de la pintura, la belleza que transmite la contemplación de su obra, lo sitúa en lugar cimero entre lo mejor de nuestros artistas plásticos.

El propio Marti habló, en 1881, de la sinestesia entre los colores y los sentidos, de la gran relación  entre los detalles cromáticos y la voluntad comunicativa del pintor, confiriendo a los colores cualidad de voluntad comunicativa por parte del artista, y, fiel a ese legado, Rancaño utiliza tonalidades que expresan su admiración ilimitada a nuestro Héroe Nacional.

El discurso de Rancaño, transfigurado en el hábil manejo de la combinación entre tonalidades y  mensaje pictórico, resulta eficaz, sin acudir a una barricada para expresar su fidelidad, su convicción y su cubanía. La belleza en función de sus postulados martianos, nos conquista, nos enamora, nos cautiva.

Estamos frente a un homenaje sublime al apóstol, donde encontramos  las angustias y las certezas de las expresiones martianas para  recordarnos que Cuba es soberana desde su espiritualidad, desde su cultura, y también desde su política, y que nada podrá separarnos de esa aspiración- realidad de independencia.

Abrir las puertas de Palacio este 28 de enero, en el marco de las actividades por la 14 Bienal de la Habana, para regalar a nuestro aguerrido y resistente pueblo, la exposición de Rancaño junto a obras emplazadas previamente, entre ellas, un dibujo precioso de grandes dimensiones de Kcho, dos extraordinarias esculturas de quien fuera un destacado artista y promotor cubano, el escultor Eugenio Rodríguez, el admirable vitral El sol de América del artista Mario Gallardo, y el portentoso mural de René Portocarrero, es, por supuesto,   un homenaje a Fidel, ese líder martiano que nos enseñó que no se deja morir a los grandes, y también a Celia, quien tanto hizo para sembrar la belleza en estas salas, y a sus compañeros de batallas.

Gracias a los artistas, especialmente a Rancaño y a los organizadores de la Bienal de la Habana, por regalarnos este momento, que de seguro será inolvidable.

Gracias al equipo de trabajo del compañero Díaz Canel, muy primordialmente  a Sedalia y a Yoani, compañeras que hoy velan por la continuidad de la belleza y los detalles en este sitio sublime de la Patria. Gracias por ayudarnos a hacer realidad este sueño del Presidente de abrir las puertas de Palacio al querido pueblo cubano.

Muchas gracias a ustedes que nos acompañan hoy en esta defensa de la Cultura cubana, lo cual es igual a defender nuestra soberanía y nuestra Revolución.

MUCHAS GRACIAS, y BIENVENIDOS.

 

 

 

 

 

 

 


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