Al Prado nos vamos


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Santiago de Cuba es una ciudad que posee un sinfín de lugares hermosos, algunos casi escondidos entre la majestuosidad de las montañas. A muchos de estos sitios es difícil llegar, por su lejanía, pero valdrá la pena ir, y una vez allí, disfrutar la magia de la naturaleza.

Hora de cita:  seis de la mañana. El viaje no será corto, pero sin dudas se disfrutará. Once kilómetros desde la ciudad para llegar al Prado de las Esculturas, en el paisaje natural protegido de la Reserva de la Biosfera de Baconao. Rumbo a la carretera que conduce a la Gran Piedra te envuelve una suerte de verde casi terapéutico.

El Prado es escenario natural de 20 esculturas monumentales esculpidas por artistas de distintas partes del mundo. Una Galería al aire libre que surgió en 1988 como centro principal de las actividades del II Simposio Internacional de Escultura Forma Sol y Prado. Luego de muchos años de deterioro del lugar y de las piezas, se logró rehabilitar a través de la Gestión de la Fundación Caguayo y el Consejo Provincial de las Artes Plásticas.

El 28 de enero, fecha significativa para todos los cubanos, ha reabierto sus puertas al público. Cuando llegas al portón, que señaliza "Prado de las Esculturas", puedes seguir andando el camino que te llevará a la valla donde se muestran cada uno de los monumentos que podrás encontrar al iniciar el recorrido, entre las 18 hectáreas de rocas y árboles que rodean el lugar.

Este día nos recibe y envuelve una música al fondo, son poemas en inglés cantados por Jayne Cortez. Poeta afroamericana y compañera de vida del autor de la escultura que se develará en este lugar. De manos del escultor  Alberto Lescay, Premio Nacional de Artes Plásticas 2021, y Julio Carmenate, director del Prado, vio la luz la obra Punto de Memoria. En la primera edición del Simposio de Escultura Ambiental René Valdés Cedeño, efectuada en el año 2010, se realizó esta pieza del escultor norteamericano Melvin Edwards. Fundida en acero negro conformado, estuvo emplazada en el Parque de la Beneficencia, un espacio dentro de la ciudad de Santiago de Cuba, donde no era debidamente apreciada. Por esta causa se evalúo la necesidad de reubicarla en este lugar por la relación que tiene con el Prado, a partir del discurso que plantea. La fuerza del acero y las cadenas que al final se quiebran, nos revelan el empeño por mostrar la lucha social y la emancipación de ese dolor y trauma que fue esclavitud.

A cargo de la poeta, Premio Nacional de Literatura, Nancy Morejón, también presente en la mañana, escuchamos las palabras seguidas a la develación de la escultura. A Nancy la unen estrechos lazos de afecto y amistad con el autor de la obra y su fallecida esposa de quién expresara:

"Jayne Cortez buscó colores y matices provenientes de un África lejana, pero al mismo tiempo enclavadas en la ciudad de Nueva York, donde a su vez ella supo encontrar el toque inconfundible del tambor cubano, en manos del extraordinario percusionista Chano Pozo, cuyo genio deambula sobre el Bronx todavía, apretando el aire frío de los rascacielos con su propia angustia creadora. El Jazz, fue la bandera que se posó en los poemas de Jayne Cortez, y esos poemas trepidantes y audaces tomaron de la mano al brillante escultor llamado Melvin Edwards"

Hoy el Prado cuenta con una nueva escultura que por la relevancia del artista y su obra debía estar en este espacio de referencia, donde podrá ser además reconocida y apreciada por diversos tipos de públicos. Y los santiagueros, y cualquiera que visite la ciudad, tiene un lugar que una vez más queda abierto al disfrute natural y artístico que le complementan.

 


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