Representar y cuestionar un suceso en un universo plástico, ofrece un pretexto para discursar sobre cuestiones culturales y sociales. Una obra que encierra códigos de la pintura contemporánea, y que intenta provocar cambios de estados y de ser capaz a través del arte de sentir y vivir emociones, de ir en busca del amor y la felicidad.

Sus escenarios nos revelan sitios conocidos, pues se adentran en el mundo de los retratos, paisajes, plantas, y animales. Siendo estas temáticas en las que demuestra el valor de la sutileza, el placer y las preocupaciones, pues Alberto Lago transita por experiencias personales, y las lleva a imágenes que van en busca de la belleza y la armonía.

En todo este proceso la diversidad, lo figurativo y lo abstracto fue guiando el pensamiento, fue hilando sus motivaciones hasta convertirse en pilares conceptuales en un contexto en que la producción artística resulta sugestiva.

Sobre su obra Alberto refiere: “Una de las cuestiones que considero importantes es el hecho de que empezara a preocuparme cómo se podía manifestar en pintura más que una imagen directa de una actitud o un hecho determinado su sensorialidad, su esencia, su dimensión espiritual; porque en esta dimensión existen códigos de comunicación que me interesan y que me permiten pensar en cómo resolver los elementos del cuadro, es decir el color, las formas, la composición o las pinceladas”.

Una técnica marcada por el empleo de colores llamativos, una paleta e imaginación flexible, que ondulan entre la diversidad de espacios marcados por el des lugar.

Artista que no queda ajeno al uso del humor en sus piezas, pues es una de las sustancias inherente de su discurso y a partir de ella irrumpe con desenfado en problemáticas sociales y culturales.  Se podría decir que su intención es más bien la de mantener una dinámica que va desde el detalle más elaborado hasta la pincelada más simple. Un lenguaje que nace de las críticas lo cual dota a su obra de cierta peculiaridad.

Un espacio ideo-estético donde el discurso resulta evocador, una incursión en manifestación que dialoga en un mismo ámbito cultural y donde el resultado es la composición de alta factura.

Alberto se apropia de la figura humana y lo que le rodea, así como la expresión de sus estados emocionales. Observando su hacer, se descubre la necesidad de direccionar todo, pues le interesa que se descubran sus apreciaciones sobre diferentes temáticas. Una propuesta sugerente, un arte en la que cada pintura esboza con precisión una relación de ideas que se materializan, y las representaciones son el espíritu transformador y revelador de las historias.