ALBERTO LESCAY EN SU PAISAJE INTERIOR


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Entrevistar al Premio Nacional de Artes Plásticas 2021 Alberto Lescay Merencio más que un propósito, este articulista lo consideró un deber, pues no podía pasar inadvertido, de ninguna manera, para las páginas del Periódico Cubarte, su exposición Paisaje interior, inaugurada el 14 de marzo y que se extendió hasta el 31 de mayo, en los salones del edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes.

Versionemos la conversación, para este órgano de prensa digital, que nos concediera amablemente el destacado escultor, pintor, dibujante y artista plástico en general, natural de Santiago de Cuba y de relieve nacional, caribeño y universal.

El autor del Cimarrón de la villa del Cobre y del Antonio Maceo de la Plaza de la Revolución homónima, en su ciudad natal, considera que 1991, precisamente con la inauguración de la escultura de Maceo en la plaza santiaguera, marca un antes y un después en su carrera artística, desde los puntos de vista estético y conceptual, y también un compromiso. Había nacido en Santiago de Cuba, ciudad con una carga histórica y cultural tremenda, con un enorme peso específico en la identidad nacional y destacarse en ella era una impronta que no lo había logrado en la magnitud de aquella obra.

Lescay ha sido recurrente en temas relacionados al cimarronaje, la cultura de la resistencia, el patriotismo y la influencia de lo africano y la negritud en nuestra cultura. A la indagación del porqué, el artista responde con su reconocimiento de lo que estos temas representan en la formación de la nacionalidad cubana y de ese llamado «color cubano» que lo define como mixtura y combinación de los distintos elementos étnicos que nos dieron cuerpo como cubanos.

Alberto Lescay también incursionó, de alguna manera, en las artes visuales con el cortometraje Código Color, Memorias que disfrutamos en salas cinematográficas y en la Televisión Cubana.

El autor explica lo importante de conservar y difundir la memoria histórica, de no olvidar el pasado, recrearlo críticamente para prever lo que se puede o no repetir. La discriminación por motivos del color de la piel ha sido una pesadilla en la historia de Cuba, causa de la inferiorización de unos seres humanos por otros que los explotan y los humillan. No se trata de olvidar, sino de asumir ese pasado con la crítica que requiere y extraer la experiencia. Cuba no sería lo que es sin los aportes culturales de todos los que han aportado sus culturas sin excepción, más allá de la posición o el lugar que ocuparon socialmente. Código Color, Memorias, explica cómo se trató de omitir la influencia africana en la cultura y la sociedad santiagueras y cómo pudo más la resistencia que el intento vano de opacarlo.

Por último, Lescay se refiere a la exposición que por estos días nos ocupa en «la sede cúspide de las bellas artes en Cuba». Paisaje interior es un resumen de su obra más reciente, la que ha realizado en los últimos cuatro años e, incluso, hasta las que están en proceso como la monumental escultura Regreso de Aponte que más pronto que tarde estará en las fronteras entre Mayabeque y La Habana y cuyos primeros elementos, ya fundidos, se exhiben en esta ocasión.

La mesa de trabajo del artista no está trasladada para Bellas Artes como mera exposición, es que el incansable Lescay no vino a la capital sólo a exponer, vino también y quizá, sobre todo, a trabajar y por eso se le ve allí, casi a diario y por largas jornadas, laborando cual si fuera su estudio o su taller. El paisaje interior está en su subjetividad, en sus musas, sus ideas y sus conceptos que despliegan cubanía.


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