Ahora que en la Habana, celebramos nuestra Feria del Libro Internacional, y donde tenemos como invitado de honor a nuestro México amigo y querido, hemos sentido que el gran Don Alfonso Reyes, (1889-1959), el escritor azteca, conocido como el mexicano universal, ha vuelto a visitarnos.
En uno de sus primeros viajes a la capital, Reyes le escribe a su amigo Chacón y Calvo, que andaba por Madrid: “La Habana me recibe, la deliciosa Habana, con ese calor acariciador que solo sirve, para que disfrutemos mejor el don de la brisa. Y agrega. Qué Isla, José María, qué Isla! Gracias por haberme dado tus amigos; gracias por haberme puesto tu Isla a las puertas de mi México. Te abrazo con perfecta amistad . Alfonso
Reyes no había jamás olvidado los refrescos de la ciudad y la puesta de Sol del Malecón. Para él la Habana , era un paraíso de color y de calor, y cómo decía, ¡un paraíso una vez sentido y siempre evocado!
En una ocasión estando en Paris, como Ministro Plenipotenciario de México, ante una exposición de un dibujante cubano Enrique Riverón, evocó un vez más la Habana con sus colores y ruidos y de nuevo, en el texto del catálogo, un párrafo para demostrar el fervor que sentía por nuestra tierra. Es el año que colabora con el artista cubano Armando Maribona, que publica un libro de caricatura. Conoce el escritor Paul Monrad y le recomienda que si va a América , no deje de pasar por Cuba, para que conozca al negro cubano tan distinto al yanqui.
Era Reyes, un escritor que abordaba todos los temas posibles, Escribía viviendo, ese era su arte, escribía decía como parte de su economía natural . A partir de ahí, él tenía la habilidad de preparar libros, personales y artísticos. Llegó a acumular 26 tomos de su obra Aún faltan muchas cosas por editar.
Foto: Tomada de El Sol de México
En una ocasión Juan Marinello, que lo admiró y conoció muy bien expresó “Parece nacido Alfonso Reyes, para cristalizar aquel querer de Taine, amante de los libros que podían leerse por cualquier parte y en que el lector no quedaba servidor sino dueño; libros que podrían tratarse como un periódico, porque eran, en efecto, diarios de un espíritu. Y eso ha sido en su conjunto la obra de Alfonso Reyes: el diario de su espíritu”.-
Era el mexicano, un constante comunicador. Como diría Chacón y Calvo, fue un decidido propugnador del sentir ecuménico de la cultura. Destacaba siempre el cubano, la calidad humanística de Don Alfonso, lo cual decía, daba tónica a su conducta.
Así de esta manera, como “actuación humana de la cultura”, definía Alfonso Reyes el humanismo. Para un escritor como él, no bastaba con el estudio y la práctica de la escritura, debe irse más allá, alcanzar escalas superiores y armar una obra verdadera, generosa y noble, al servicio de toda la humanidad.
Si estuviera ahora Don Alfonso, lejos de la Patria en sus afanes diplomáticos, estaría intercambiando epístolas o chateando en WhatsApp, con sus amigos cubanos, muchos de ellos, profesores de la Universidad de la Habana , que se consideraban sus discípulos. Una vasta obra epistolar se ha acumulado, y resulta interesantísima para la investigación, sobre todo en lo que concierne a las relaciones culturales entre las dos naciones.
Gran parte del epistolario de Don Alfonso con sus amigos cubanos, de los años 40 y 50 del pasado siglo, estuvo relacionado con el otorgamiento del Honoris Causa que le concedió nuestra Universidad Nacional. No pudo el gran mexicano, por razones de salud, venir a la Isla a recoger tan alta distinción y en 1955, una delegación de sus amigos, viajó a la Capilla Alfonsina en la Ciudad Capital mexicana, para entregarle personalmente el valioso Reconocimiento.
Reyes no era político, ni estaba afiliado a ningún Partido, era un humanista, amante de la paz, del amor, de la virtud. Las relaciones de Reyes con sus amigos cubanos son un reflejo de lo que acabamos decir. Era amigo de escritores comunistas como Nicolás Guillén, Marinello y José Antonio Portuondo, amigo también de escritores de otra ideología, como Jorge Mañanch Félix Lizaso, Fernando Ortiz, y del Grupo de Orígenes de formación católica. Como se puede observar, Reyes manejaba muy bien las relaciones con los cubanos de aquella época, y hasta con los mexicanos. Supo cuidar sus relaciones con Diego Rivera y otros comunistas de su país, por cierto, cuentan que Reyes y Marinello coincidieron en el homenaje al gran pintor por sus 70 años.
Según se puede observar por todo lo expresado, Reyes era tan mexicano como universal, Era sangre y espíritu de su tierra querida, culto de espíritu y de pura mexicanía, de América y del Mundo.
Una vez escribió con la sinceridad que lo caracterizaba:
“Escribir es como la respiración de mi alma, la válvula de mi moral. Siempre he confiado a la pluma, la tarea de consolarme o de devolverme el equilibrio, que el embate de las impresiones exteriores amenaza todos los días. Escribo porque vivo. Y nunca he creído que escribir sea otra cosa que disciplinar todos los órdenes de la actividad espiritual y depurar, de paso, todos los motivos de la conducta. Yo sé que hay grandes artistas que escriben con el puñal o mojan la pluma en veneno. Respeto el misterio, pero yo me siento de otro modo. Vuelvo a nuestro Platón y soy fiel a un ideal estético y ético a la vez, hecho de bien y de belleza”.
Hace unos años comenté en un artículo, que Reyes, el poeta inmenso, sabía buscar la palabra única que brotaba de la idea, que era el querido escritor y diplomático que conoció La Habana, que amó a José Martí, que cultivó en nuestra tierra amigos entrañables y que como él decía: “no es Cuba la que nunca oyó Stravinsky/ concertar sones de marimbas y güiros/ en el entierro de Papá Montero, / ñáñigo de bastón y canalla rumbero/.”
Para este gran hombre, la literatura y la poesía siempre fueron en sus manos una investigación en busca de lo que él llamaba, la conciencia nacional. La cultura vinculada a la tierra y con una mayor influencia sobre las realidades del Mundo.
Muy feliz debe estarse sintiendo Don Alfonso, en esta Fiesta de los libros, que ahora comenzó a transitar por todo nuestro territorio y además, que su Patria querida amada y respetada por nuestro pueblo, haya sido invitada de honor, a este importante acontecimiento.
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