Así de esta manera, “actuación humana de la cultura”, definía Alfonso Reyes el humanismo. Para un escritor como él, no bastaba con el estudio y la práctica de la escritura, debe ir más allá, alcanzar escalas superiores y armar una obra verdadera, generosa y noble, al servicio de toda la humanidad.
Hace unas semanas, en México, en Cuernavaca, tuve un encuentro muy especial con un estudioso de la obra alfonsina, el Dr. Braulio Hornedo Rocha, de la Cátedra “Alfonso Reyes”, de la Universidad de Morelos.
Fue muy grato el haberlo conocido. Prestigioso intelectual, dedicado a la investigación y promoción de la obra del regiomontano universal. A mi regreso, recibía de sus manos, un bello regalo: dos CD con los 26 tomos de la Obra de Alfonso Reyes. Pienso, que no habría podido recibir un regalo mejor. Como él mismo me dice en un correo: “pocas cosas existen tan placenteras como compartir el vicio de la lectura”. Y así mismo es. Disfruto plenamente los textos de este extraordinario pensador de nuestra lengua, libros inmensos, completos, que ahora tengo conmigo, más de 150 títulos, muy de cerca, con toda la fuerza de su espíritu creador.
El Dr. Hornedo Rocha, también prologuista de la obra poética de Reyes, Homero en Cuernavaca, espera repetir el encuentro, pero en esta ocasión, en la Tertulia “Sol Adentro”, aquí en nuestra tierra amada por Martí, nuestro Martí, al que Reyes, consideraba “un Supremo Varón literario”.
Siempre he sentido en México un gran aprecio, por la idea de haber mantenido en La Habana, un espacio inspirado en Don Alfonso, una Tertulia, que ya alcanza los once años de creada y por donde han transitado, escritores y artistas de distintas generaciones, tanto nacionales, como extranjeros, especialmente mexicanos y entre ellos, figuras consagradas y nuevos creadores, que han dejado huellas indelebles, imposibles de olvidar.
Esta Tertulia, es un modesto homenaje, una manera de mantener vivo en nuestra tierra, el pensamiento y el humanismo de este Maestro, que precisamente el 27 de diciembre de 1959, falleció en su amada ciudad, dejando una obra inmensamente útil, no solo para la cultura americana, sino para la cultura universal
Para bien de muchos y por interés personal, Reyes pudo ordenar y hasta clasificar, lo que escribió. Y aquí están sus Obras Completas, un pozo extraordinario de sabiduría.
En una ocasión, le preguntaron a Reyes ¿qué escribía en esos momentos? y el gran mexicano respondió: “Escribo, eso es todo. Escribo conforme voy viviendo, escribo como parte de mi economía natural. Después, las cuartillas se clasifican en libros, imponiéndoles un orden objetivo, impersonal, artístico o sea artificial. Pero el trabajo mana de mi, en un flujo no diferenciado y continuo”.
Juan Marinello, en una oportunidad expresó: “Parece nacido Alfonso Reyes, para cristalizar aquel querer de Taine, amante de los libros que podían leerse por cualquier parte y en que el lector no quedaba servidor sino dueño; libros que podrían tratarse como un periódico, porque eran, en efecto, diarios de un espíritu. Y eso ha sido en su conjunto la obra de Alfonso Reyes: el diario de su espíritu”.
El gran mexicano, incursionó en diversos géneros. Lo abarca todo o casi todo y con una destreza envidiable. Da la impresión que no quiere dejar de decir algo, que considera importante trasmitir. Es un constante comunicador.
Los primeros trabajos en prosa de Reyes, se remontan a lo que se ha denominado la etapa mexicana del escritor, antes de su salida a Europa, en 1913, cuando tenía veinticuatro años.
Estos primeros textos, recogidos en el volumen Cuestiones Estéticas y en sus Capítulos de Literatura mexicana, demuestran que ya el creador presentaba una sabia madurez y una crítica muy acertada para sus pocos años. Su vinculación con la pléyade de intelectuales ávidos de saber del Ateneo de la Juventud, del cual él era el benjamín, lo había fortalecido en el dominio de la lectura y la investigación, sobre todo, de las literaturas antiguas, de manera muy especial.
En su obra, se hallan temas predilectos y a los que dedicó largas horas de estudio en su juventud, por ejemplo, investigaciones sobre Grecia y los griegos, Góngora, Mallarmé y el gran Goethe. Sor Juana lo atrae, y le interesa profundizar en el alma de esta mujer.
Como expresa Francisco García Calderón, era Reyes el efebo mexicano, que con vigor precoz, estudia múltiples asuntos con la ondulante curiosidad del humanista.
La dedicación de investigador muy acucioso, revela a un prestigioso Maestro, a un sabio interesado en la poesía, la narrativa, la historia, la literatura universal, la filosofía, la crítica, un verdadero deleite su lectura, gracias a su don de estilo, la variedad temática y de tonos.
Para Reyes, el florecimiento del ser humano, es la única aspiración permanente en el vaivén de la historia.
En sus colecciones de ensayos, artículos, volúmenes como Simpatías y Diferencias, Sirtes, Reloj de Sol o en El Deslinde, donde se interna magistralmente en el campo de la teoría literaria, ente otros muchos textos, se logra una integración armónica de postulados e ideas, con un dominio absoluto del idioma y con una intención clarificadora que apasiona.
Me parece interesante comentarles en estas breves líneas, que el Tomo X de las obras, recoge lo que se señala como “Constancia poética”.
Esa profunda sensibilidad que posee para la poesía, le hace ser un prosista de excelencia.
Recopila versos creados a lo largo de la vida y entre ellos, el poema dramático Ifigenia Cruel, que fue escrito en el año de 1923. En el 1934, se llevó a las tablas del teatro Hidalgo esta emblemática obra. Recientemente, en la Capilla Alfonsina del Distrito Federal, se representó la misma, para beneplácito de los que admiramos la obra de Don Alfonso. Un año antes de su muerte, fue estrenada en Madrid, con todo éxito, en el Teatro de Ensayo Hispanoamericano,
Por cierto, es necesario recalcar el amor que sentía el ilustre escritor por el teatro. Fue Ifigenia Cruel su obra cumbre y la consideraba, y cito sus propias palabras: “mitología del presente y descarga de un sentimiento personal”.
Es curioso conocer, que la aparición de Reyes en las letras, fue con tres sonetos que fueron publicados en El Espectador de Monterrey. Cuenta el propio autor, que estaban inspirados en un grupo escultórico de Cordier. Fue en el año 1905. Tenía el poeta en ciernes solo 16 años. En 1955, cuando se cumplían sus Bodas de Oro con la pluma, recibió la noticia que el Fondo de Cultura Económica de México, le publicaría sus Obras Completas.
Para el escritor, esta fue grata noticia. Era la realización de toda carrera plena de humanidad de toda verdadera conducta, que representaba para él, acercarse a la unidad cuánto sea posible, venciendo incoherencias y azares que siempre aparecen por el camino. Se sentía muy estimulado por la idea de ver su obra reunida y exclamaba: “Me complazco en expresar públicamente mi gratitud a tan nobles y generosos amigos, que no han medido su largueza según los escasos méritos de este hijo menor de la palabra”.
En sus escritos se siente la energía vital que los sustenta, páginas para meditar y en donde se descubre el hombre que cada día, como él mismo expresara, encuentra más cosas que aprender y siempre, con la sonrisa llena de optimismo y profunda vocación humana. Con una cita de Reyes culmino este trabajo, palabras suficientes para advertirnos que: “Solo en los cuentos de hadas la felicidad se equipara a la estabilidad. La verdadera y definitiva redención está en el conocimiento. Desde esta cumbre, la pesadilla de la historia es tan majestuosa como una tempestad en los mares. Por encima de nuestra miseria, el espíritu de la humanidad sigue renovando su morada”.
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