Se ven bailarines, se oyen instrumentistas, se contemplan cuadros, se leen poemas que nos parecen bien; y hasta muy bien. Pero el juicio crítico queda fuera, ausente del fenómeno mismo que ante él se lleva a cabo, libre en su razón pura. Hasta que alguna vez —rara vez— de pronto, desciende el milagro desde un escenario. Alguien toca, canta, o se mueve y el espectador queda inmóvil, dominado, rodeado de un silencio casi vivo en el que apenas se respira. Y cuando todo termina, se entiende de pronto que el arte en toda su grandeza ha venido de nuevo a dar al hombre un minuto de esos que rozan lo sagrado.
Alicia Alonso produce hoy esa magia. La produce sin necesidad de esperar a los instantes excepcionales en los que su técnica estupenda ha de servirle para salvar pasajes de visibles exigencias, sino por el sólo hecho de presentarse, de girar, de dar dos pasos. Hay tal belleza en la más simple posición de su cuello, en su más leve movimiento de torso, en la más elemental extensión de su pie, en las piernas seguras que trazan limpios ángulos al aire, que eso sólo basta para el golpe de emoción estética. Porque esta bailarina nuestra, tan disciplinada, tan entregada a su arte, tan dedicada aún al humilde aprendizaje diario sin reposos, dominó ya el movimiento y sólo le queda someterlo, en cada caso concreto, a lo que sea su voluntad; pero está dominando ahora esa sabiduría difícil de lo estático que es donde se refugia lo más completo de la danza y acaso su hermosura más honda. Ritmo y movimiento de lo inmóvil que son la Niké de Samotracia, o La Noche miguelangélica.
Para que sea posible esto último ha de haberse apresado la esencia de lo escultórico, el alma de lo plástico, esa vertiginosa sucesión de inmovilidades que hacen el movimiento en la danza. Y Alicia Alonso, dueña ya de cuanto en su arte es oficio, mecánica abnegada, ha entrado ya por los caminos profundos abstractamente estéticos del baile.
1946
* Publicado originalmente con el título de “Festival de Ballet de Pro-Arte Musical”, en: Hoy, La Habana, año IX, No. 126, 28 de mayo de 1946, p. 6. Con el título de “Alicia Alonso: el arte en toda su grandeza”, apareció en: Cuba en el Ballet, La Habana, No. 125, ene.-abr., 2013, pp. 45-46.
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