Amadeo Roldán: pionero del Arte sinfónico moderno afrocubano


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Compositor, violinista, cultivador del folklore afrocubano y de la música clásica contemporánea, entre otras cualidades, realzan la vida y la exquisita obra de Amadeo Roldán, artista cubano que merece ser promocionado con mucha más profundidad por los medios de comunicación de nuestro país.

Descendiente de una familia cubana de amplios recursos económicos, Roldán nace en Francia donde más tarde estudia Teoría de la Música, y violín, en el Conservatorio de Madrid, hasta graduarse en 1916.

A su regreso a Cuba, a mediados de los años veinte del pasado siglo, es designado Maestro de concierto de la Orquesta Filarmónica de La Habana.

Tras el logro de innumerables éxitos y ser considerado por la crítica especializada de la época, como uno de los músicos-concertistas más sobresalientes, se inicia como director en 1932 y funda además el Cuarteto de Cuerdas de La Habana.

Mas la conducción de la batuta de Roldán no se limita tan sólo a la dirección y ejecución instrumental de las reconocidas, a nivel internacional, composiciones referidas a música de concierto y de sus innumerables y reconocidísimos autores, sino también –y en especial--, en algo hasta esa fecha desconocido: la incorporación de instrumentos de percusión afro-cubanos.

A partir de esa iniciativa innovadora y a la vez fundamento de la Cubanidad, Roldán pasa a ser para la historia de la Música un afamado músico clásico contemporáneo comprometido con el movimiento artístico afro-cubano.

A su autoría se incluye la creación de las primeras piezas sinfónicas que incorporan instrumentos de percusión afro-cubanos, como son los ejemplos de la quinta y sexta de sus Rítmicas (1930). Al respecto, algunos especialistas señalan que “parecen ser los primeros trabajos en la tradición occidental de música clásica escritos únicamente para percusión”.

La composición más conocida de Roldán es el ballet La Rebambaramba (1928), descrita por un crítico del momento como “un músico-drama multicolor… que convierte una fiesta afro-cubana en una magnífica exhibición de meloritmos del Caribe, con la participación de una fauna variada de efectos nativos de percusión”. ​

Sus obras son interpretadas regularmente en las décadas de los años veinte y treinta del pasado siglo, en especial, durante los conciertos patrocinados por la entidad estadounidense Pan-American Association of Composers. Roldán fallece a los 38 años de edad, en la cúspide de su creatividad. Tiempo después, el también músico y compositor Alejandro García Caturla, prosigue el camino iniciado por Roldán. Actualmente, ambos están considerados como los pioneros del arte sinfónico moderno en Cuba.


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