Tan solo había cumplido 47 años cuando cayó mortalmente herido dirigiendo el combate de Loma del Gato, el 5 de julio de 1895, al norte de Santiago de Cuba. Este valiente soldado de las tres guerras, le dedicó generosamente 28 años de su corta vida a la lucha por la independencia de Cuba. Admirado por su valor excepcional, el “Dios de la Guerra”, así nombrado por José Martí Pérez, peleó en alrededor de 500 combates en las regiones de oriente y centro, de ellos guardó 19 cicatrices en su cuerpo.
“Pocos cubanos he conocido más libre, más trabajador, más valiente, y más resuelto, ninguno.”
Mayor general Máximo Gómez
En estos días extraordinarios, tensos, debido a un fuerte rebrote de la pandemia de Covid 19 en Cuba, y, al mismo tiempo, llenos de cubanísimo orgullo por el logro científico que significan las vacunas cubanas anti Covid 19, convocamos el recuerdo de quien fuera uno de los grandes ejemplos de valor, inteligencia y entereza ante las pruebas más adversas de la vida, el cubano santiaguero José Marcelino Maceo Grajales.
Fue hijo de Mariana y Marcos, nacido el 2 de febrero de 1849 en la finca Majaguabo, San Luis, Santiago de Cuba. Aprendió en su niñez la lección familiar de la vida campesina y sus inquebrantables valores morales.
Muy joven aún, tenía 19 años, se incorporó a la Guerra de los Diez Años el 12 de octubre de 1868; recién iniciado el conflicto contra el gobierno colonial español por los independentistas cubanos. El mismo día participó en el combate de Ti Arriba bajo la orden del capitán Juan Bautista Rondón. Pronto se destacó en los asiduos enfrentamientos que siguieron a aquel primero. He intentado en los párrafos siguientes, hacer una brevísima reseña cronológica extraída de los abundantes hechos de guerra que compila el Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba (Centro de Estudios Militares, MINFAR, 2001) señalando hitos importantes de su trayectoria combativa.
En 1869, formó parte de la tropa del Mayor general Donato Mármol, jefe de la División Cuba. El 24 de mayo está presente en San Agustín de Aguarás, acción en la cual fue abatido y falleció su padre Marcos Maceo.
Dos años más tarde, se encuentra en la invasión del Valle de Guantánamo, peleando bajo las órdenes del Mayor general Máximo Gómez Báez. Hasta entonces había recibido por méritos propios los siguientes ascensos: a Cabo, 11.1.1869; Sargento, mayo de 1869; Teniente, finales de 1870; Capitán, 24.1.1871; a Comandante, 10.3.1872.
Prosiguen sus efectivas acciones militares, que le acreditan, en 1873, el nombramiento de jefe del Batallón 1 del Regimiento de Infantería Guantánamo; también se le había conferido el grado de teniente coronel. Al año siguiente, en 1874, integró las fuerzas concentradas por Máximo Gómez para efectuar la invasión a Las Villas. Cuando regresa a territorio oriental, se subordinó a su hermano Antonio.
Ante las tendencias divisionistas dentro del Ejército Libertador mantiene una actitud de lealtad al mando militar superior, negándose a apoyar la sedición de Lagunas de Varona (26.4.1875); ratificó tal posición al oponerse a la sublevación de Santa Rita en 1877.
El 23.5.1875 recibió el mando del Regimiento de Infantería Guantánamo, un año después se le confió la jefatura del Regimiento de Caballería Santiago, obteniendo victorias en los combates donde toma parte junto a sus tropas. En la acción de Mangos de Mejías (6.8.1877), se afirma que salvó a Antonio de una muerte segura y lo protegió durante su convalecencia.
No aceptó la Paz del Zanjón y apoyó a Antonio en la Protesta de Baraguá (15.3.1878), en la cual se vindicó, para siempre, la razón histórica del pensamiento y acción independentista de los cubanos y cubanas revolucionarios. El 17.3.1878, el gobierno provisional de Baraguá le otorgó el grado de Coronel, reconociéndole una antigüedad con fecha 1.11.1876.
Una vez reiniciados los combates, se mantuvo activo en la zona de Palma Soriano, al frente de una columna volante, hasta la salida de Antonio hacia Jamaica (9.5.1878). En junio 4 del mismo año cesaron las hostilidades y José se apartó de las armas, provisionalmente.
Al llamado de Calixto García Íñiguez para reiniciar la insurrección en Cuba –Guerra Chiquita, 1879-1880- José se incorporó a los conspiradores. Fue parte del alzamiento abortado de Santiago de Cuba el 26 de agosto de 1879, debido a la certidumbre de su detención por parte de las autoridades españolas. No obstante, llevó adelante nuevos combates con éxito, junto a Guillermo Moncada y Quintín Banderas al sur de la provincia oriental, en espera del arribo a la isla de Calixto García y Antonio. Fue ascendido por los jefes en la emigración al grado de general de Brigada.
La desacertada decisión de García, al sustituir a Antonio, como jefe de la expedición que lo traería a Cuba, por un desconocido para las tropas orientales, el camagüeyano Gregorio Benítez, atendiendo a los comentarios racistas divulgados en torno a la dirección interna de la guerra, fue una de las causas del fracaso de la misma.
El historiador Jorge Ibarra Cuesta realizó un análisis objetivo de los hechos ocurridos en su compilación Ideología Mambisa (Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1972, “La Guerra Chiquita”, p. 125):
El hecho de que la revolución en Oriente contara como jefes más connotados a José Maceo, Quintín Banderas, Guillermo Moncada y Mariano Torres, por su decisión arrojo e irreductibilidad, había sido deformado maliciosa y cobardemente por la prensa española a los efectos de demostrar que la guerra tenía un carácter racista.
Ante el cambio de mando que hizo Calixto García, quien según Ibarra “demostró tener poca visión política”, se debilitó el alzamiento, se vieron aislados sus principales jefes en la isla, sin recibir apoyo logístico prácticamente de ninguna parte. Así las cosas, José, en unión de Moncada y Banderas, aceptó el acuerdo de Confluentes, deponiendo las armas y salió de Cuba hacia Jamaica. El 4 de junio de 1880 embarcó por el puerto de Guantánamo, y, encontrándose el buque en alta mar, fue apresado por las autoridades navales de un cañonero español y conducido a la colonia hispana de Puerto Rico.
Durante mes y medio estuvo detenido, y posteriormente fue enviado a las islas Chafarinas, adonde arribó el 3 de agosto de 1880. Por dos años fue retenido en prisión sin motivos reales, y después trasladado a Cádiz, con destino a prisión en la isla de Ceuta. Logró escapar del puerto de Cádiz el 15 de agosto de 1882, acompañado de los coroneles cubanos José Celedonio Rodríguez y José Rogelio Castillo; se dirigieron a Tánger, Marruecos, donde consiguieron el permiso necesario para radicar en los EE. UU., de parte del cónsul estadounidense.
Continuaron el viaje hacia este último país, pero el barco hizo escala en Gibraltar, colonia inglesa, y la autoridad portuaria lo entregó a los españoles que acusaban a José de prófugo peligroso condenado por un delito común.
Un interesante artículo titulado “Reclamaciones de James O`Kelly al Parlamento Británico por la fuga de José Maceo hacia Gibraltar” del historiador inglés Steve Cushion (en: Jorge Renato Ibarra Guitart, coordinador: Maceo en el tiempo Acción, pensamiento y entorno histórico, Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 2013, pp. 255-266), pone en claro las tenebrosas maniobras que realizaron las autoridades españolas contra la libertad de José Maceo Grajales, reclamando de forma ilegal al “prisionero” que nunca fue.
A estos descalabros e infortunios de José, se añadió la triste noticia de la muerte de su hermano el General de Brigada, Rafael “Cholo” Maceo Grajales, de 32 años, enfermo en una cárcel española, en Chafarinas, Marruecos, adonde había sido trasladado al finalizar la Guerra Chiquita en 1880, en situación de prisión ilegal, similar a la de su hermano.
José, fue enviado a distintas prisiones militares en Ceuta, Pamplona y la isla de Mallorca (Islas Baleares, entonces gobernada, nada menos que, por el general Valeriano Weyler), donde según Cushion: “Maceo vivió tranquilamente en régimen de libertad bajo fianza hasta octubre de 1884”. De allí escapó con su familia y otros emigrados cubanos -posiblemente bajo la protección de miembros de la masonería- hacia Argelia, y desde esa colonia francesa siguieron hacia París, y a los EE. UU.
Poco después, José viajó por Panamá y Jamaica, hasta reunirse en Costa Rica con su hermano Antonio en ese año. Nuevamente se integró al movimiento revolucionario, y tomó parte en la organización de la Guerra de Independencia, iniciada en Cuba el 24 de febrero de 1895.
Se trasladó a la isla en unión de Antonio Maceo, en la expedición “Honor” comandada por el general Flor Crombet, arribando el 1º de abril de 1895 a las costas de Baracoa, por el río Duaba. El mismo día, fueron atacados los expedicionarios por una guerrilla española, dispersados y perseguidos: José quedó aislado y tras días terribles, que han sido nombrados como una “odisea”, logró contactar con miembros del Ejército Libertador.
Fue ascendido a Mayor general el 28 de abril de 1895 y designado al frente de los Regimientos Moncada y Crombet. Más tarde, fue nombrado jefe del Cuerpo 1 del .Ejército Libertador (Departamento de Oriente). Sustituyó interinamente a Antonio Maceo (20 de octubre de 1895) como jefe del Departamento oriental, al inicio de la campaña de Invasión a Occidente, liderada por el General en Jefe Máximo Gómez y su Lugarteniente general Antonio Maceo.
A pesar de que la jefatura interina del Departamento le fue confirmada por Gómez el 6.12. 1895, en abril del siguiente año el Consejo de Gobierno asignó al Mayor general Mayía Rodríguez como jefe de aquel. José no aceptó ser sustituido sin una disposición previa del General en Jefe; entonces, Mayía Rodríguez renunció a ocupar el cargo. También renunció José. Al ser nombrado el Mayor general Calixto García Íñiguez frente al Departamento oriental, definitivamente, José mantuvo su renuncia –la cual no fue aceptada- y permaneció como jefe del Cuerpo 1 del Ejército Libertador.
El 5 de julio de 1896, en Loma del Gato, a unos 18 km al NE de Santiago de Cuba, fuerzas del Cuerpo 1, bajo el mando del Mayor general José Maceo Grajales, combatieron contra una tropa integrada por dos columnas bajo el mando del General Tirso Albert y del Coronel Joaquín Vara del Rey. José impartió las instrucciones de combate a los coroneles Luis Bonne y Agustín Cebreco, y a los brigadieres Pedro Agustín Pérez y Matías Vega. Sin esperar los resultados de los movimientos ya iniciados, se presentó con su escolta en una zona poco protegida del teatro de operaciones y allí fue abatido por un disparo mortal. Murió pocas horas después.
Infelizmente desaparecía así, uno de los pilares más fuertes y reconocidos del Ejército Libertador.
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