El nacimiento de un ser humano casi siempre trae alegría al hogar, al círculo de la familia y las amistades cercanas. Algo similar suele ocurrir con los aniversarios de ese acontecimiento a lo largo de la vida de una persona. Sin embargo, cuando la celebración va más allá, y el hecho, simple, común, trasciende fronteras locales, regionales y se anota entre las efemérides internacionales que marcan hitos importantes para el desarrollo de la Humanidad y es reconocido por la Historia, estamos en presencia de lo extraordinario.
Tal es el caso al cual me referiré en las siguientes líneas.
Ernesto Guevara de la Serna (Che), nació en Rosario, Argentina, el 14 de junio de 1928. Fue hijo primogénito de Celia de la Serna y Ernesto Guevara Lynch, su familia poseía recursos económicos, pero con ideas socialistas. Fueron sus hermanos Celia, Roberto, Ana María y Juan Martín.
Desde la etapa más temprana de su niñez, Ernestico, presentó un padecimiento crónico: el asma. Esta enfermedad fue una dura molestia para el pequeño y una angustia constante para sus familiares.[i] A ella se refiere el padre, Ernesto Guevara Lynch, en su libro Mi hijo el Che (Planeta, Barcelona,1981), destacando la decidida voluntad del niño para superar las limitaciones que le imponía su estado de salud y por llevar una vida “normal” junto a su familia y grupo escolar.
Este es un rasgo esencial de su físico que, en mi opinión, definió el espíritu estoico del “Che”, y su necesidad de encauzarlo a través de la exploración de grandes espacios donde proyectar y realizar los graves intereses con los que comprometió su corta vida. Es muy probable, inclusive, que la elección de la carrera de Medicina, estuviera influenciada, entre otros factores, por el interés de conocer y dominar mejor su propia naturaleza.
Por otra parte, su instinto de investigador nato le planteo desafíos constantes para acceder de modo directo a la realidad socioeconómica y política de su época. Viaja por el norte de Argentina en 1950, cuando era un estudiante universitario. Más tarde ampliaría su periplo por América Latina y el Caribe.
Después de recibirme por circunstancias especiales y quizás también por mi carácter empecé a viajar por América y la conocí entera. Salvo Haití y Santo Domingo, todos los demás países de América han sido, en alguna manera, visitados por mí. Y por las condiciones en que viajé, primero como estudiante y después como médico, empecé a entrar en estrecho contacto con la miseria, con el hambre, con las enfermedades, con la incapacidad de curar un hijo por la falta de medios, con el embrutecimiento que provocan el hambre y el castigo continuo, hasta hacer que para un padre perder un hijo sea un accidente sin importancia, como sucede muchas veces en las clases golpeadas de nuestra patria americana. Y empecé a ver que había cosas que, en aquel momento, me parecieron casi tan importantes como ser un investigador famoso o como hacer algún aporte sustancial a la ciencia médica: y era ayudar a esa gente. (Guevara, 2015:34)
Como es sabido, el afán y el ascenso de su conciencia política acerca de las causas y la necesidad de transformar aquella terrible situación, llevó al doctor Guevara de la Serna a la Guatemala de Jacobo Arbenz, donde presenció directamente la política intervencionista de los Estados Unidos de América. Escapa del escenario de represión total y va a México, donde hallará un grupo revolucionario exiliado del Movimiento 26 de Julio, encabezado por Fidel Castro Ruz.
Su ingreso al diminuto ejército invasor de los cubanos, en plena creación, el viaje en el yate Granma, sus vivencias del desembarco, la derrota y del reencuentro con Fidel, así como de la formación del Ejército Rebelde y el cumplimiento destacado de sus tareas - médico y guerrillero -, hasta su nombramiento de comandante (el primero otorgado por Fidel), lo transformo a él mismo en un jefe combatiente e igualmente, amplió y profundizó su praxis y principios profesionales.
Una vez logrado el triunfo insurreccional, el 1º de enero de 1959, e iniciada la Revolución cubana, fue parte del gobierno revolucionario.[ii] En aquel momento, definió certeramente, en un discurso pronunciado en el Ministerio de Salud Pública, el 20 de agosto de 1960,[iii] qué debía ser un médico revolucionario:[iv]
Ya entonces [una vez que la Revolución arriba al poder] tenemos el derecho y hasta el deber de ser, por sobre todas las cosas, un médico revolucionario, es decir, un hombre que utiliza los conocimientos técnicos de su profesión al servicio de la Revolución y del pueblo. (Guevara, 2015:36)
¿Cómo llegar a este punto en el accionar profesional? Señala que para ello “[…]debe crearse un nuevo tipo humano (Guevara, 2015:36). Me detengo en este concepto. En su significación más amplia es ambicioso (este pronunciamiento, reitero, fue hecho en 1960), sin embargo, lo considero como un objetivo revolucionario estratégico, verificable en sus posteriores reflexiones acerca del hombre nuevo, condición imprescindible para la construcción y transición socialista hacia una sociedad distinta a la capitalista, en cualquier momento y lugar donde esta se proponga.
¿Sería concebible sin tal condición la existencia de la Brigada médica “Henry Reeve”, su participación valiente en los combates contra el Ébola en África, o, ahora mismo, contra la COVID 19 en decenas de países? ¿A qué tipo de ser humano corresponde su conducta profesional de entrega, altruismo y sacrificio individual y colectivo total? Por mencionar solamente un ejemplo actual de lo que fue definido como ideal por el doctor Guevara de la Serna.
Otra de las características que mencionó el “Ché” acerca del médico revolucionario es la forma de su acercamiento al paciente, al pueblo o colectividad bajo su cuidado, a quienes se le brinda solidaridad en lugar de la caridad practicada hacia un ser inferior: “Debemos ir con afán investigativo, y con espíritu humilde, a aprender en la gran fuente de sabiduría que es el pueblo” (Guevara, 2015:43).
Una última idea que incluyo, amén de la recomendación a los lectores de buscar y estudiar este discurso, que supongo sea parte de la bibliografía obligatoria en la carrera de Medicina, es la siguiente:
Si logramos nosotros, trabajadores de la medicina –y permítaseme que use de nuevo un título que hacía tiempo había olvidado–, si usamos todos esta nueva arma de solidaridad, si conocemos las metas, conocemos el enemigo, y si conocemos el rumbo por donde tenemos que caminar, nos falta solamente conocer la parte diaria del camino a realizar. Y esa parte no se la puede enseñar nadie, esa parte es el camino propio de cada individuo, es lo que todos los días hará, lo que recogerá en su experiencia individual, y lo que dará de sí en el ejercicio de su profesión dedicado al bienestar del pueblo. (Guevara, 2015:49)
El desarrollo de los planes de la Salud Pública y de la investigación biomédica y tecnológica en la Cuba revolucionaria, a lo largo de las siguientes décadas, siguieron fielmente las ideas fundamentales expresadas por el “Ché” Guevara, las ampliaron y concretaron en los distintos niveles de atención médica a la población urbana y rural, civil y militar, bajo la dirección constante de Fidel y Raúl.
Todavía hoy, en las primeras décadas el siglo XXI, a pesar de las condiciones máximas del ilegal e inmoral bloqueo económico, comercial y financiero de los EE. UU. contra Cuba, se sostiene y se perfecciona este importante subsistema del proyecto socialista cubano por parte de su Partido único y Gobierno. Constituye, sin dudas, uno de los logros de nuestro país, de los más conocidos y respetados por la comunidad científica y, en general, por la opinión pública internacional.
Justamente, los criterios básicos del humanismo guevariano practicados con absoluto desinterés, guiaron los últimos años de su vida hacia la lucha armada por el triunfo de la Revolución en América Latina. La guerrilla en Bolivia, fue la expresión de un hondo ideal nacido y alimentado por sus viajes de juventud; también derivado de su experiencia política en Cuba y otros países.
Sobre esta etapa de renunciamientos y sacrificios sin límites, hasta la entrega final de su vida, se asienta el paradigma moral, invencible y eterno del Guerrillero Heroico, el timbre de nobleza humana de mayor jerarquía a la que podría aspirar una persona henchida de la pureza que él poseía. “Ché” no es un mito, muy al contrario, fue y continúa siendo una realidad palpable, un recorrido de vida consagrada a un ideal ciertamente superior a los límites de un ser humano. En esto consiste lo extraordinario de su natalicio y testimonio vital.
El 8 de octubre de 1967, tras la emboscada tendida por el ejército boliviano y sus asesores yankis, en la quebrada de El Churo, se cerraría el último capítulo de la vida del comandante Guevara.[v] Su asesinato, como reo herido y desarmado, constituye una de las peores ignominias de la Historia de América.
Una amplia bibliografía se reúne alrededor de la vida y obras de Ernesto Guevara de la Serna.[vi] Una parte con grandes valores historiográficos y otra mucho menor, denostando la gesta guevariana y alcanzando títulos tan ridículos como: La muerte del Ché Guevara. Victoria de la democracia sobre el Comunismo internacional. Liga Anticomunista Mundial, Taipei, 1971.
El reconocimiento de las primeras fotos del Ché asesinado sobre una camilla, llegaron por teletipo a la Misión de Cuba ante la Organización de las Naciones Unidas. Fue una sorpresa para todos los que integrábamos la delegación cubana a la 22ª Sesión de la Asamblea General, encabezada por el doctor Raúl Roa García, Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, y el Embajador Permanente ante ese organismo internacional, el doctor Ricardo Alarcón de Quesada.
Roa reunió en un salón del viejo edificio de la Misión, cercano a la Quinta Avenida de Nueva York, a todos los funcionarios diplomáticos y les presentó las fotografías recibidas, para conocer qué opinábamos de su veracidad ¿era o no el Ché quien aparecía tendido y vilmente balaceado sobre la camilla metálica?
Algunos, entre ellos yo misma,[vii] nos aferramos al argumento de la mala intención de los medios yankis para confundir y desinformar a la opinión pública y el oportunismo del gobierno estadounidense para anotarse una victoria por anticipado. Considerábamos invencible a la guerrilla dirigida por el Ché Guevara.
Sin embargo, Roa consciente del efecto emocional de aquellas crueles imágenes sobre los presentes, hizo un análisis detallado del físico retratado. Sobre todo, fijó nuestra atención en los evidentes rasgos físicos del asmático crónico. En conclusión, se envió a La Habana, a Fidel directamente, las fotos confirmadas y las rigurosas evaluaciones que se habían hecho al respecto. La dolorosa noticia se conoció y difundió por todo el mundo.
El médico guerrillero con una heroicidad a toda prueba, había cumplido consecuentemente la frase martiana “Hacer es la mejor manera de decir”, la misma con la que cerró su mentado discurso a los trabajadores de la salud en agosto de 1960.-
Notas:
[i] La mayor parte de su niñez, su adolescencia y primera juventud transcurren en Alta Gracia, a donde se mudó la familia en 1932 en busca de un clima propicio para contrarrestar el asma de Ernesto (a los dos años de edad sufre su primer ataque), y Córdoba donde concluye sus estudios secundarios. https://www.ecured.cu/Ernesto_Guevara_de_la_Serna
[ii] Ernesto Guevara de la Serna. Universalmente conocido como el Che Guevara, o simplemente el Che. Fue un combatiente revolucionario, estadista, escritor y médico argentino-cubano. Su vida, conducta y su pensamiento se ha convertido en paradigma de millones de hombres y mujeres en todo el mundo. https://www.ecured.cu/Ernesto_Guevara_de_la_Serna
[iii] Ernesto Che Guevara: La Revolución Cubana Años fundacionales 1959-1961. Compilación y prólogo de María del Carmen Ariet, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2015.
[iv] Todas las palabras destacadas de alguna forma en el texto, se deben a la Autora del mismo. L.A.A.
[v] Ernesto Guevara de la Serna, Diario del Ché en Bolivia, Estudio introductorio, transcripción y edición por Carlos Soria Gavarro; Presentación por Álvaro García Linera, La Paz, Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, 2017.
[vi] Ibid. Bibliografía sobre Ernesto Che Guevara, p. 47.
[vii] Sra. Lohania Josefina Aruca Alonso de Cuba, Representante Alterno, a la 22ª Sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas, 1967, no. GA 267, Carné de Identificación oficial, ONU.
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