Aquelarre, el Festival Nacional del Humor cubano, único de ..."/> Aquelarre, el Festival Nacional del Humor cubano, único de ..."/> Portal Cubarte  -  Aquelarre 2015, vigencia y actualidad del humor cubano

Aquelarre 2015, vigencia y actualidad del humor cubano


aquelarre-2015-vigencia-y-actualidad-del-humor-cubano

Aquelarre, el Festival Nacional del Humor cubano, único de su género en el mundo, exhibió este agosto en su XXI edición viejas y nuevas puestas de obras costumbristas que develaron el estado actual de esa expresión artística y ratificaron su impronta dentro de las artes escénicas insulares.

La vigencia de esa manifestación como expresión de identidad nacional, aspecto fundacional estratégico del principal organizador del evento, el Centro Promotor del Humor (CPH), quedó evidenciada desde los primeros debates, actuaciones y exposiciones.

Octavio Rodríguez (Churrisco), presidente de la Sección de Humoristas de la UNEAC, subrayó que “Aquelarre es un logro de esa organización, del Ministerio de Cultura, del CPH y de la Asociación Hermanos Saiz”. Este evento, dijo, “ha evolucionado positivamente y resulta ahora espectáculo muy importante que refleja el humor real en Cuba. No existe en el orbe ninguno de su tipo, como tampoco una institución como el CPH que represente a sus miembros”.

Por su parte, el humorista gráfico Jorge Alberto Piñero (JAPE, del suplemento humorístico Dedeté), subrayó que “ese festival adquiere una gran proyección en la sociedad cubana, que refleja —opinó—, realidades y situaciones carentes de espacio en otros medios locales de expresión."

El propio consenso de líderes y miembros del CPH de dedicar Aquelarre 2015 al recién fallecido maestro del género Carlos Ruiz de la Tejera expresó sus propósitos de colocar a ese explosivo y multifacético actor como paradigma del humor cubano de todos los tiempos.

Un documental bajo el título de El maestro Carlos Ruiz, presentado en el encuentro teórico-académico “¿Piensas ya en el humor?”, describe la vida y obra del gran comediante satírico (Premio Nacional del Humor 2006), quien supo combinar la crítica social, el buen chiste y la actuación respetuosa.

La opinión favorable de críticos, estudiosos y espectadores sobre el buen tratamiento del lenguaje humorístico en de la Tejera, devino botón de muestra de las intenciones de ese evento y de la mayoría de los creadores locales del género respecto a lo que ellos llaman “humor inteligente”.

En un sentido aún más amplio, los vuelos artísticos y la proyección epistemológica que caracterizaron al pensamiento y quehacer de este actor, limítrofes entre lo caricaturesco, lo culto y lo culterano, situaron en cotas muy altas la barrera del humor cubano, de camino hacia la universalidad.

Esos preceptos sobre una comicidad superior, llevados (no siempre con éxito) al tablado o a medios masivos de difusión como la televisión, la radio, el cine y la música, animaron ahora a grupos y figuras individuales actuantes en los escenarios de esta edición en las salas de teatro Karl Marx, Bertolt Brecht, Nacional, Raquel Revuelta y Adolfo Llauradó.

Las actuaciones de agrupaciones y actores individuales como Osvaldo Doimeadiós, Luis Silva, Omar Franco, Carlos Gonzalvo, Ramón Mustelier, Jorge Díaz, Lázaro Hernández y Luis Enrique Amador Quiñones (Kike), este último director del CPH, refrendaron esa vocación por el buen humor.

Parecidas consideraciones sobre esa manifestación en Cuba fueron expuestas por el propio JAPE mediante un documental en preparación sobre la historia, actualidad y funcionamiento del CPH.

En ese audiovisual, el escritor e intelectual Abel Prieto, asesor del presidente cubano Raúl Castro, expresa su admiración por el surgimiento el 3 de octubre de 1994 del CPH con la misión de hacer reír, en medio de las precarias condiciones socio-económicas generadas entre finales de los 80 y principios de los 90, etapa en la que, además, se debilitaban las bases del humor local, tras desaparecer anteriores programas y humoristas estelaresde mediados del siglo XX.

Aunque ello devela la proverbial virtud atribuida a los cubanos respecto a nuestra alegría hasta en los peores momentos (algo así como “a buen tiempo, buena cara”), la actualidad humorística muestra que el trabajo de estos creadores no ha dejado de afrontar obstáculos e incomprensiones, como también reacciones contrarias y críticas sobre su quehacer.

Esas (auto) defensas a ultranza ante “señalamientos humorísticos” pueden ser en ciertos casos objetivas y hasta estar bien fundamentadas, pero, en otros, esos creadores se quejan de que algunos empleados o funcionarios interpretan un simple chiste sobre una falla de su organismo como un ataque a la institución (y hasta al Gobierno).

En todo caso, es de sobra conocido que todos queremos ser autores o testigos de los chistes y no objetos o víctimas de ellos.

Esas y otras dificultades fueron afrontadas desde aquellos tiempos fundacionales en que surgieron las más importantes de las agrupaciones que concurrieron a esta edición de Aquelarre, aparecidas en la escena nacional, más o menos, en el orden siguiente: Esparadrapo (Pinar del Río, septiembre de 1979); La leña del humor (Villa Clara, febrero de 1986); Pagola la paga (La Habana, noviembre de 1988); Fonoceniz (Granma, marzo de 1994); La Oveja Negra (Villa Clara, junio de 1994); Komotú (Guantánamo, septiembre de 1994); Cari Care (Holguín, noviembre de 1995); ETCétera (Holguín, marzo de 2005); y Carcajadas (Villa Clara, enero de 1995).

Otra observación señalada en esta reunión por protagonistas como Quiñones y Gonzalvo es la aparición y desarrollo de importantes segmentos de este movimiento en sectores universitarios, como fueron los casos de Pagola la Paga, (Instituto Superior Pedagógico para la Educación Técnica y Profesional), y La Oveja Negra (Universidad Central).

No es casual que esos y otros altos centros docentes sinteticen la historia nacional de superación educativo-cultural durante casi seis décadas de desarrollo del pensamiento en el país, a partir de la Campaña de Alfabetización concluida en 1961 y del posterior movimiento hacia la cultura y el conocimiento cubanos en todas las materias.

Dicha elevación del intelecto propició en la Isla tanto el despegue y auge del humor entre sus cultores con verdadera vocación, como la cabal interpretación de sus mensajes por una población más capacitada para decodificarlos.

Para el buen observador, resulta asombroso cómo ahora nadie se ríe de un tipo de chiste, muchas veces pedestre, que hace medio siglo y hasta menos tiempo hacía a muchos desternillarse.

Los creadores de sketchs, gags, canciones y otras situaciones humorísticas van subiendo la parada de acuerdo con el aumento de su propio nivel intelectual y el del público, y, si no lo hacen, simplemente, se quedan solos o al menos, aislados, en medio del pujante ambiente escénico nacional.

El origen de los citados grupos, no obstante, también ha tenido otros embriones, como el del dúo Fonoceniz, única agrupación cubana practicante del humor gestual, aparecido en un lugar menos favorecido e intrincado como es el central azucarero José Nemesio Figueredo, en campos del municipio Río Cauto, de la oriental provincia Granma.

Otro rasgo singular de este Aquelarre fue el estímulo, mediante la puesta de la obra Casting en 4, de Eider Luis Pérez, a la presencia femenina en este género, descrita por Kike Quiñones como “casi nula”, aunque las únicas cuatro mujeres que participan (Mireya Abreu, (Cari Care), Yasnay Ricardo (Komotú) y Aleanys Jáuregui (Cuqui La Mora) “tienen gran impacto“.

Pese a los esfuerzos de guión y de interpretación de esas actrices, cuya actuación individual como parte de sus respectivos grupos encumbró el encuentro, esa puesta en escena que despertó gran expectativa inicial causó también cierta decepción por su falta de solidez y coherencia escénicas.

Los diálogos de cada uno de los cuatro personajes requirieron de mayor uniformidad, balance o equilibrio entre ellos, lo cual favoreció o perjudicó la actuación, según el caso, pese a la calidad y dedicación de las actrices.

Pero eso no es lo único susceptible de mejorar a partir de esta edición, pues, a juicio de figuras consagradas al humor, como Osvaldo Doimeadiós, el género necesita renovación “no solo de quienes lo hacen sino de quienes lo escriben y dirigen”.

De acuerdo con ese actor, "al humor le hace falta una gran sacudida desde el punto de vista estructural, narrativo y de puesta en escena, pues es tiempo de comenzar a vislumbrar otros caminos y moverse en otras direcciones para no acomodarse a las cosas que se ha hecho hasta ahora".

Este encuentro, que aunque sin carácter competitivo concedió premios como espectáculo integral a Humor con cierto aire, del propio Kike; en caricatura personal y pintura a Yoemnis Batista; en dibujo a Brady Izquierdo; y en fotografía a Sergio Morlán, develó también otros antiguos males del humor nacional.

Uno de ellos, aunque registrado en pocas ocasiones y creadores, es la persistencia de la burla desmedida, innecesaria y hasta injusta respecto a personas en precario o a sensibles problemas humanos, además del empleo injustificado de palabras y situaciones soeces, atenidos a falsas interpretaciones sobre la práctica del vernáculo o el bufo, de genuina vocación paródica o de choteo.

Justamente al cerrar estas líneas, el capítulo del lunes 10 de agosto del programa Vivir del cuento, referente del presente humor costumbrista nacional (quizás el mejor y más incisivo espacio humorístico de este siglo), aseguraba que en el lugar escenario del programa faltaría por cuatro días la energía eléctrica, dificultad singular o poco común en el entorno nacional de dificultades.

Mojigaterías e hipersensibilidades aparte, en favor del chiste sobre esos temas, como en torno a otros también manidos como los migratorios internos y externos, así como sobre los clímax vinculados a la vida cotidiana y otros bienes materiales sofisticados, siempre habrá risas y aplausos, sobre todo dentro de un tipo de espectador más afín a ese tipo de humor.

Pero el artista debe saber cuándo buscar público y cuándo el verdadero arte. Y también cómo y cuándo lograr ambas cosas.

La mayoría de los humoristas cubanos conocen que hacer reír implica también una responsabilidad artística y humana, aunque ejercer la crítica social mediante ese recurso constituye un hábito histórico refrendado por el gracejo y la picardía criolla del cubano, que a veces dice en broma lo que no dice en serio, como argumentaba en su tiempo el gran Carlos Ruiz de la Tejera.

En todo caso, el empleo del humor inteligente implica también el respeto a lo creado por la inteligencia de los demás.


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte