El arte tiene la capacidad de desempolvar archivos que la vida y la memoria mantienen clausurados por años. Eso parece decirnos María Eugenia con esta instalación plena de significados. Esta es su segunda muestra y ya podemos advertir a una artista signada por una sensibilidad instruida, una característica que está presente en los más talentosos creadores visuales del país. Esa sensibilidad instruida permite conjugar los sedimentos de la tradición con lo nuevo emergente y la delicadeza propia de una personalidad.
Ya hace muchos años que, en los inicios de los ochenta del pasado siglo, en la mítica muestra Volumen I, la fotografía comenzó a surgir a los primeros planos del arte cubano apoyando a las instalaciones o en piezas mixtas. María Eugenia regresa a ese procedimiento, colocado ya naturalmente en el arte posmoderno, pues han pasado muchos años y procesos artísticos de por medio, y nos entrega una instalación que es un surtidor de signos.
La artista continúa exhibiendo una fotografía cuidada, bien impresa, limpia, inteligentemente titulada, ahora desde la perspectiva de pieza instalativa. El mérito mayor está en la calidad de las imágenes y, en el caso de esta nueva muestra, en la claridad del concepto. La idea aquí se vuelve protagónica, el paso del tiempo, el ciclo vital dividido en estaciones que van de la niñez, la juventud, la era de fecundidad o fertilidad, a la ancianidad y la muerte. Nuevamente, se advierte, detrás de su mirada, el surgimiento de una poesía sutil.
María Eugenia realza la nimiedad de objetos que pasan inadvertidos para casi todos, les encuentra sus signos, los convierte en imágenes. Las gavetas, depositarias de lo femenino, llenas de toallas o almohadillas sanitarias, delimitando los géneros originales; gavetas hechas de plástico transparente, de manera de poder ver su interior, otro concepto no menos importante, la transparencia de la vida. La crítica de arte Yoanna Toledo escribió sobre la muestra:
Esos pequeños archivos mentales que involucran de seguro a más de una persona y a más de una vivencia, desprenden efímeros compendios que solo unos pocos alcanzan descifrar en su inmensidad reflexiva. La instalación que hoy presencian en sala es una extensión de esta lógica. Unas gavetas que se abren y cierran como ejercicio mecánico diario, aparentemente intrascendente, como si cada artículo contenido no desprendiera la complejidad de lo que ha sido la consecuencia de la autora.
La perspectiva artística nuevamente es sugerir, crear una idea que se despliegue en la visualidad, no en el lenguaje verbal o escrito. Los títulos de las partes de esta pieza, que se ve magníficamente en esta pared y en este espacio, acompañan armónicamente a su visualidad, ayudan a conformar la poética del conjunto, imprescindible a la hora de ponderarla adecuadamente, estéticamente quiero decir. Delicadeza, sensualidad, exquisitez, vuelven a acompañar a la propuesta de María Eugenia.
No puedo finalizar estas breves palabras sin dejar de reconocer que Fábrica de Arte se está convirtiendo, o ya lo es, en un espacio acogedor de excelentes muestras fotográficas y de artes visuales en general. Eso es motivo adicional de alegría, pues la fotografía cubana goza de excelente salud en el presente y muchos artistas, algunos que apenas comienzan su obra, encuentran en este sorprendente y mágico espacio, un ameno taller de diálogo creativo con los públicos.
Enhorabuena María Eugenia, ya estamos esperando tu próxima exhibición.
* Exposición inaugurada el pasado 5 de noviembre de 2015 en el espacio La Pared Negra, de la Fábrica de Arte Cubano (FAC).
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