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Armas rumbo a la Sierra (I)


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Transcurrían los meses finales de 1958. En Cuba, la guerra mostraba un precipitado cambio a favor de las fuerzas revolucionarias. Fracasada la ofensiva de la tiranía contra la Sierra Maestra, en Oriente las tropas del régimen se batían en retirada y se concentraban en las ciudades. El Ejército Rebelde revertía la situación y estaba ya en condiciones de perseguir a sus perseguidores. En ese contexto, miles de pequeñas y grandes acciones confluían aportando matices del acontecer nacional, dentro y fuera del país.

Como parte de una historia que había comenzado nueve meses antes, en una casa de Caracas, capital de Venezuela, tres cubanos coincidían con el presidente de la Junta Revolucionaria de ese país; inquirieron acerca de las armas que se habían prometido. Después de mirarlos detenidamente, Wolfgang Larrazábal contestó: "Venezuela tiene palabra y su Presidente cumple". Pocos días después, símbolo de un extraordinario gesto solidario, salía de Venezuela y arribaba a Cuba —el 7 de diciembre de 1958— el más importante alijo de armas recibido por el Ejército Rebelde durante la guerra de liberación.

Final de la historia

—Fidel, te habla “Mahoma”.

“Mahoma”, seudónimo de Luis Orlando Rodríguez Rodríguez, capitán del Ejército Rebelde, era el mismo que utilizó el joven estudiante Luis Orlando en el período de la lucha contra el dictador Gerardo Machado. (1) Desde entonces habían transcurrido más de veinte años. Sin embargo, con similares ímpetus revolucionarios a los de su juventud, acababa de retornar al país en un vuelo clandestino procedente de América del Sur. Hablaba con el Comandante en Jefe, que se hallaba cerca de Baire, a través de la planta matriz de Radio Rebelde situada en esos días en La Miel, próxima al central Estrada Palma.

Una semana antes había finalizado la batalla de Guisa. El Ejército Rebelde se volcaba sobre el llano de la carretera central, de Bayamo a Palma Soriano. Las tropas del primer, segundo y tercer frentes, bajo el mando de Fidel, Raúl Castro y Juan Almeida, respectivamente, apretaban su anillo verde olivo en torno a Santiago de Cuba. Era el 7 de diciembre de 1958.

—Te habla “Mahoma”. Acabamos de llegar.

—¿Sí? ¿Y trajiste las maletas?

—Maletas no. ¡Te traje baúles!

—Óyeme, ¿Quién tiene eso?

—Crescencio. (2)

—Lo llamas ahora mismo y le dices que no falte ni una piececita de nada. Todo, todo lo necesito enseguida. Dile que se movilice ahora mismo. Y a ti, que te traigan enseguida. Ven para acá, que quiero hablar contigo.

—Bueno. También quiero informarte que vinieron conmigo unos visitantes que tú conoces.

—¿También? Pues, más todavía, ven a verme enseguida y deja a todo el mundo atrás. Necesito verte rápido. Dile a Luis Crespo (3) que te facilite lo que tú necesites, caballos, hombres, lo que sea necesario, y ven a reunirte conmigo, que él sabe dónde es.

Dos días después Luis Orlando informaba a Fidel sobre los resultados del viaje, y el cargamento llegaba adonde ellos se encontraban. Culminaba así la operación de las armas traídas desde Venezuela.

Esta historia comenzó para Luis Orlando cinco meses y medio antes, cuando se despedía de Fidel en el Alto de Mompié, Sierra Maestra, y se disponía a bajar al llano para salir hacia el extranjero a cumplir una misión.

Principio de la historia

Pero esta historia había comenzado antes. Había comenzado en Caracas después que el 23 de enero de ese año 1958 el dictador Marcos Pérez Jiménez fue derrocado por un movimiento insurreccional de civiles y militares dirigido por la denominada Junta Patriótica, presidida por el joven periodista Fabricio Ojeda, a la que también pertenecía un grupo de oficiales encabezados por el almirante Wolfgang Larrazábal.

Cinco días después, aprovechando la efeméride del natalicio de José Martí, los cubanos emigrados y exiliados en Venezuela desfilaron por las calles de Caracas y Maracaibo. Fue un ensayo que les permitió comprobar que contaban con la simpatía de los más altos personeros del nuevo gobierno revolucionario. La apertura democrática que se iniciaba con la caída del perezjimenismo en Venezuela iba a facilitar las actividades conspirativas de los cubanos residentes en ese país, en su gran mayoría integrados en dos grupos —sin contacto entre sí— hasta enero de 1958. (4) Uno de ellos, el de Maracaibo, reunió 500 dólares que envió ese mes con un emisario para que los entregara a la dirección nacional del Movimiento 26 de Julio en Cuba. Ese aporte fue recibido por Marcelo Fernández Font, recién designado Coordinador Nacional del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en lugar de Armando Hart. (5) Al mismo tiempo, se le comunicaban las posibilidades de obtener unas armas que el gobierno provisional estaba en disposición de facilitarle a los revolucionarios cubanos.

La necesidad de disponer de tales medios para la ya inminente huelga general del 9 de abril, hizo que se le encomendara a “Roque Méndez” la misión de trasladarse de inmediato a ese país para sondear lo relacionado con ese asunto. (6) Es así como Luis Buch llegaría a Caracas, vía Nueva York, en los primeros días de febrero.

Ya en ese momento los cubanos avanzaban en las gestiones para integrar una única organización en Venezuela y en la preparación de una gran cena para el 24 de febrero, con el fin de recaudar fondos. A tal efecto habían invitado al doctor Manuel Urrutia Lleó (7), radicado en Nueva York desde el mes de diciembre, cuando Fidel aprobó la propuesta de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio para que ocupara provisionalmente la presidencia de la República a la caída de Batista.

Las magníficas relaciones humanas de los cubanos, muchos de ellos en relevantes planos económicos y sociales, les permitían el contacto con altos funcionarios del nuevo gobierno venezolano, lo que les iba a facilitar la utilización de algunos medios de difusión masiva, como Radio Continente y el diario El Nacional, en favor de la guerra revolucionaria que se libraba en Cuba.

Coincidente con la cena en la que se cobró a cien bolívares el cubierto, y a la que asistieron dirigentes de varios partidos políticos locales encabezados por el propio Fabricio Ojeda, el 24 de febrero de 1958 Radio Rebelde salía al aire por primera vez desde la Sierra Maestra. El acontecimiento, además de impactante dentro de nuestro país, conmocionaría a los exiliados cubanos dispersos por los países del norte, centro y del sur de América, así como del área del Caribe. 

Estos se sintieron motivados para organizarse e incrementar sus actividades propagandísticas, económicas y las gestiones en busca de armamentos para hacerlos llegar a los combatientes en Cuba.

En la casa del cubano Manuel Piedra, Buch conoce a Fabricio Ojeda y al secretario de Larrazábal, Carlos Estévez. (8) La simpatía de estos dos venezolanos por el proceso insurreccional en Cuba sería de gran importancia para los acontecimientos futuros. Sin embargo, ninguna gestión pudo hacerse que abriera la posibilidad para la obtención de armas, y Luis Buch recibió instrucciones de regresar.

Diversas razones llevarían a que se dilatara durante varios meses el embrionario proyecto de las armas venezolanas; sería necesario desarrollar delicadas gestiones y superar serios inconvenientes.

En realidad, cuando se efectuó el viaje de Buch a Venezuela todo lo relacionado con la obtención de esas armas no era más que una ilusión esperanzadora. Formaba parte de un ambicioso proyecto que envolvía a un almirante de Argentina, lugar donde se había originado la idea, quien pretendía que se vincularan los almirantes jefes de las armadas colombiana y venezolana. Ya a finales de marzo, tras varios cabildeos, los oficiales argentinos y colombianos se desentendieron del asunto, y todo iba a depender a partir de entonces de la capacidad de los cubanos radicados en Venezuela para capitalizar las simpatías de los dirigentes locales en favor de nuestro proceso insurreccional. (9)

Decurso zigzagueante

Desde el día 10 de enero en que Armando Hart fue detenido al salir de la Sierra Maestra, lo que hizo necesario la restructuración a nivel nacional del MR-26-7 y del Movimiento de Resistencia Cívica, en efecto, los reveses y las acciones exitosas se alternaban para influir en la creciente situación revolucionaria.

En Florida, Camagüey, el Movimiento 26 de Julio se desarticulaba momentáneamente al ser apresados 32 de sus militantes, incluidos los jefes locales. En La Habana, un sabotaje a la conductora de Vento dejaba sin agua durante varios días a un extenso sector de la capital; mientras del 22 al 29 de enero se efectuaba en el continente la Semana de Solidaridad con Cuba, con las más disímiles actividades.

Muestras de que el asesinato de oponentes al régimen continuaba siendo la tónica del acontecer, en la carretera de Matanzas a Corral Nuevo aparecían los cadáveres de dos personas horriblemente mutiladas, mientras otros dos jóvenes eran capturados y asesinados en Sagua la Grande. El día 25 de ese primer mes del año caía en combate en las montañas del Escambray el dirigente estudiantil y jefe del Directorio Revolucionario 13 de Marzo en Sancti Espíritus, Enrique Villegas.

El mismo sábado 25 de enero, sin embargo, era escuchado nacionalmente por el potente Circuito Nacional Cubano un sorpresivo manifiesto del Movimiento 26 de Julio que hacía el recuento de los crímenes del régimen y llamaba a la insurrección. Al mismo tiempo, se producía la voladura de uno de los grandes depósitos con 400 000 galones de gasolina de alto octanaje de la refinería Belot de la Esso Standard Oil Company. Fue uno de los más trascendentes sabotajes que se ejecutaría en todo el proceso insurreccional. Las enormes llamas y la tromba de humo fueron perceptibles en la capital durante tres días.

En febrero, el inicio de la transformación de las brigadas juveniles y los grupos de acción del Movimiento 26 de Julio en una estructura militar denominada Milicias de Acción; el triunfo rebelde en el segundo combate de Pino del Agua, Sierra Maestra; la llegada a Banao, Escambray, de los expedicionarios del Scapade, encabezados por el Secretario General del Directorio Revolucionario 13 de Marzo, Faure Chomón, con un importante cargamento de armas, y la derrota que infligieron al enemigo en el combate de La Diana, donde le ocasionaron más de treinta bajas al Ejército; el alzamiento al noreste de Las Villas de un pequeño grupo de militantes del Partido Socialista Popular dirigidos por Félix Torres, embrión de la posteriormente denominada Columna Máximo Gómez; más las numerosas acciones efectuadas por los comandos urbanos, entre las que se destacaron el asalto a los talleres y destrucción de cinco ómnibus interprovinciales Santiago-Habana, la toma y quema de documentos bancarios del Clearing House en La Habana, la voladura de un registro eléctrico subterráneo que afectó ese servicio durante tres días en la zona comercial del centro de la capital; la exitosa huelga de hambre de los presos políticos en todas las prisiones del país, y el espectacular secuestro político del campeón mundial de automovilismo, el argentino Juan Manuel Fangio, contrastaban con los asesinatos del dirigente proletario miembro del MR-26-7 Julián Alemán Alpízar, jefe del Frente Obrero Nacional en la provincia de Pinar del Río; del dirigente comunista Francisco “Paquito” Rosales, en Manzanillo; del presidente de la Federación Estudiantil Universitaria de la Universidad Central en Las Villas y Coordinador del Directorio Revolucionario 13 de Marzo en esa provincia, Ramón Pando Ferrer; y del Responsable Nacional de las Brigadas Juveniles y Estudiantiles del 26 de Julio, Gerardo Abreu “Fontán”, hechos todos que constituyeron fuertes golpes para las organizaciones revolucionarias.

El mes de marzo se caracterizaría por similares altibajos del proceso insurreccional. De una parte, el sábado 1ro. partían de La Pata de la Mesa, Sierra Maestra, las columnas 6 y 3, bajo el mando de los comandantes Raúl Castro Ruz y Juan Almeida Bosque, que poco después operarían al nordeste de la provincia de Oriente y al oriente del Pico Turquino, lo que daba inicio al Segundo Frente Oriental Frank País y al Tercer Frente Mario Muñoz, respectivamente. El asesinato en Santiago de Cuba de los jóvenes estudiantes Antonio Fernández León y Ángel Espino Sarmiento provocaba, a partir del 2 de marzo, una huelga estudiantil que iba a  extenderse a todo el país; en ella participarían los jóvenes de todos los sistemas de enseñanza, incluidas las escuelas privadas y religiosas, y se prolongaría hasta mediados del mes de abril. En las ciudades aumentaban notablemente los sabotajes, asaltos a juzgados, a policías y militares por las calles, el ajusticiamiento de delatores, la distribución de propaganda y los preparativos en los centros de trabajo para la esperada huelga general.  

Una docena de magistrados del Tribunal Supremo de Justicia denunciaban la coerción de que eran objeto por parte del gobierno, el 6 de marzo; mientras, el día 14 Estados Unidos establecía el embargo (no venta de armas) al gobierno de Cuba, en tanto el Conjunto de Instituciones Cívicas exigía en documento público la renuncia de Batista. Otro punto de interés se centraba ese mes en los dos artículos de Fidel que publicaba la revista Bohemia, y la enorme difusión del llamado a la huelga general revolucionaria firmado por él y Faustino Pérez, constantemente repetido por Radio Rebelde y ampliamente impreso y distribuido en forma clandestina.

Mientras tanto, también en el acápite favorable, el armamento de la Columna 1 del Ejército Rebelde se veía incrementado con la llegada el domingo 30 de marzo a Cienaguilla, en la Sierra Maestra, de un avión procedente de Costa Rica. Pedro Miret, al frente de 10 hombres, entregaba al Comandante en Jefe 50 fusiles Mauser con 5 000 balas; 10 ametralladoras calibre 50 con 5 000 proyectiles; 46 obuses de mortero de 60 milímetros; 50 000 cápsulas 30,06 y 30 000 de 9 milímetros, aporte del Presidente costarricense José Figueres.

Al anochecer del 9 de abril arribaría a Cuba el siguiente cargamento de armas. Procedente de México, llegarían en la goleta El Corojo a las proximidades del puerto de La Coloma, al sur de la provincia de Pinar del Río, un cañón antitanque, 58 fusiles y ametralladoras, 25 pistolas, 15 000 balas, dos toneladas de explosivos y una planta de microondas. Operación concebida para armar a los grupos y Milicias de Acción de La Habana que debían apoyar la paralización de los centros laborales durante la huelga. Su llegada tardía hizo que se decidiera la distribución de una pequeña parte a los combatientes clandestinos de la provincia pinareña; el resto, entre dos grupos: uno que intentaba consolidar, y el otro abrir, sendos frentes guerrilleros en las montañas del norte pinareño. (10)

Sin embargo, las fuerzas revolucionarias sufrían fuertes reveses en marzo de 1958. El día 14, Elcire Pérez y tres miembros más de un comando del 26 de Julio perdían la vida en un encuentro a tiros con la policía en la barriada de Lawton, La Habana. El 18 fue otro día aciago, era capturado, torturado y asesinado el más valioso jefe de acción del MR-26-7 en la capital, Sergio González López “El Curita”. Igual ocurría con el segundo hombre en importancia entre los jefes de grupos de acción de La Habana, Ifraín Liriano Alfonso “Cheché”, y otro tanto con Juan Borrell Rodríguez, Bernardino García Santos y Ramiro Lavandero Cruz. Dos días después, en un enfrentamiento con la policía en Miramar, caía el jefe de acción de Marianao, Arístides Viera, junto con Elpidio Aguilar. Casi finalizando el mes, el 28, era capturado por la marina norteamericana el Orión, un yate cargado de armas procedente de los Estados Unidos con destino a los revolucionarios cubanos. Y el lunes 31 de marzo agentes del Buró de Investigaciones de la Policía Nacional asaltaban una casa en construcción en la playa de Santa Fe, y ocupaban un enorme alijo de armas, parque y explosivos pertenecientes al Directorio Revolucionario 13 de Marzo. (11)

En abril culminaba este ciclo de difíciles pruebas para los luchadores clandestinos en las zonas urbanas, cuya organización quedaría seriamente desarticulada, principalmente en las filas del MR-26-7. Grandes esfuerzos y mucho tiempo iba a requerir el restablecimiento efectivo de su capacidad de acción, aunque nunca volvería a ser igual que a principio del año 1958.  

             

Más de cien vidas de valiosos cuadros constituirían el más elevado precio pagado por el pueblo en el intento de huelga general de abril. Marcelo Salado y Oscar Lucero, quienes habían cubierto parcialmente el vacío dejado por tantos compañeros caídos en los dos últimos meses, encabezarían la lista de ese nuevo tributo en sangre. Ante la creciente represión, otros centenares iban a parar a las cárceles, quedaban temporalmente desactivados fuera de sus lugares de residencia o marchaban hacia el exilio.

El estudio de los sucesos de abril de 1958 llevaría a la restructuración organizacional y funcional del MR-26-7, dentro y fuera de Cuba, decidida el 3 de mayo de 1958 en el Alto de Mompié, Sierra Maestra. Allí se acordaría una radical corrección a la estrategia de la lucha en cuanto a la función y el significado del ámbito urbano y el escenario rural para el desarrollo de la guerra. Fidel Castro, Comandante en Jefe del Ejército Rebelde, asumiría igual responsabilidad respecto a las Milicias de Acción del llano y pasaba a ser Coordinador Nacional del Movimiento Revolucionario 26 de Julio; Marcelo Fernández, quien desempeñaba esta responsabilidad, pasaba a ser Delegado en el llano del Coordinador; en igual condición quedaban todos los demás responsables nacionales de frentes de actividad.

La forma en que se sucederían los acontecimientos políticos y militares durante los siguientes últimos siete meses de combate contra la tiranía demostrarían el acierto de los cambios que siguieron a la frustración de abril.

De momento, relativamente aliviado de amenazantes presiones en su retaguardia, el régimen se disponía a poner en práctica el Plan FF, cuyo diseño había completado en febrero: una segunda ofensiva militar, mucho más poderosa que la del invierno, con tanques, aviones y 10 000 soldados, encaminada a liquidar el centro del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra, que en esos momentos apenas contaba con 300 hombres armados.

NOTAS:

  1. La participación de Luis Orlando Rodríguez en toda esta historia, le fue relatada al autor por el protagonista en extensas entrevistas efectuadas en La Habana en los años 1978, 1980 y 1982, y fueron sometidas a exhaustiva corroboración con otras fuentes.
  2. Crescencio Pérez Montano, uno de los primeros serranos que se unió a los expedicionarios del yate Granma después del desembarco. En diciembre de 1958 ostentaba ya el grado de comandante del Ejército Rebelde y dirigía la Columna 7, bajo el mando directo del Comandante en Jefe.
  3. Luis Crespo Castro, expedicionario del Granma, en diciembre de 1958 capitán del Ejército Rebelde, era en ese momento jefe de los talleres, almacenes y otras instalaciones de la Columna Uno dirigida personalmente por Fidel.
  4. El Frente Cubano-Venezolano de Acción Cívica, que funcionaba en Maracaibo y estaba presidido por Oscar Villar Fernández; y el Movimiento Cubano de Liberación, radicado en Caracas, con un ejecutivo entre cuyos miembros se destacarían Juan José Díaz del Real,  Oscar Villar Fernández, Sergio Rojas Santamaría, Jorge Rodríguez González y Francisco Pividal Padrón. (Fuente: Francisco Pividal Padrón: El Movimiento 26 de Julio en Venezuela y quiénes lo apoyaron, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, México, 1996.
  5. Armando Hart Dávalos había sido capturado por el ejército en Manzanillo el viernes 10 de enero de 1958, al bajar de la Sierra Maestra junto con Antonio Santos Buch, responsable de Propaganda del Movimiento de Resistencia Cívica, y Javier Pazos, encargado de las relaciones del MR-26-7 con la prensa extranjera.
  6. “Roque Méndez” era el seudónimo de Luis María Buch Rodríguez, miembro de la Dirección del Movimiento de Resistencia Cívica en La Habana, muy relacionado con Armando Hart, Faustino Pérez Hernández, Haydée Santamaría Cuadrado, René Ramos Latour y otros dirigentes nacionales del 26 de Julio, quienes tuvieron en sus residencias de Miramar y la playa de Guanabo los más seguros refugios. Los elevados ingresos de Buch, como abogado que manejaba los asuntos jurídicos de los pequeños comerciantes importadores de todo el país, lo alejaban de toda sospecha por parte de los órganos represivos, y le permitían viajar fuera del país sin despertar suspicacia. Al lado de Buch, en Miramar, residía el Ministro Presidente del Banco Nacional de Cuba durante la tiranía, doctor Joaquín Martínez Sáenz.     
  7. Graduado de Doctor en Leyes por la Universidad de La Habana, Urrutia Lleó había sido durante varios años magistrado de la Audiencia de Santiago de Cuba. Su actuación como juez se caracterizó por la rectitud y el ajuste a la legalidad, razón por la que debió enfrentar las arbitrariedades del ejército y otras autoridades. Así ocurrió al actuar  como uno de los instructores en la Causa 37 de 1953 por los sucesos del 26 de Julio de ese año en Santiago de Cuba y Bayamo. Miembro del tribunal que conoció de la Causa 67 de 1956 por los sucesos del 30 de noviembre y el desembarco del yate Granma en Oriente, dio a conocer mediante un voto particular su criterio acerca de la no culpabilidad de los revolucionarios acusados, en atención a la legitimidad del derecho del pueblo a oponerse a la tiranía.  
  8. La mayor parte de la información relacionada con la participación de Luis Buch en esta historia procede de lo expresado por él en tres entrevistas que el autor le hizo, en el año 1978. Igualmente, aunque en menor medida debido a varias imprecisiones, han servido de utilidad las obras de Luis Buch Más allá de los códigos, las comunicaciones en la Guerra de Liberación, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1995, y Gobierno Revolucionario Cubano: génesis y primeros pasos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1999.
  9. El 19 de febrero, cinco días antes de la cena que constituiría la primera gran actividad pública de los cubanos emigrados y exiliados en la tierra de Bolívar, estos se agruparon en una única organización, el Movimiento 26 de Julio-Sección Venezuela@, que devendría uno de los tres más importantes polos del exilio junto a Estados Unidos y México, e iba a resultar el primero en cuanto a las comunicaciones radiales y la propaganda internacional durante el posterior curso de la guerra. 
  10. Días después del desembarco, el cañón antitanque, 12 fusiles, la microonda y unos 3 000 proyectiles 30-06, cayeron en manos del ejército en Lagunillas, región de las Minas de Matahambre, debido a una  delación. Amplia reseña de todo lo relacionado con esta expedición  puede verse en José María Sánchez Hernández: "Aniversario 40 del desembarco del yate El Corojo", revista Nuestra Historia, Pinar del Río, Año II, Número 2, mayo-julio de 1998.
  11. Constaba de una ametralladora calibre 50, dos ametralladoras Browning  calibre 30, dos fusiles ametralladoras antitanques calibre 50, un fusil Merlin calibre 35, un fusil Remington calibre 30, 32 subametralladoras Thompson, 10 000 proyectiles, 92 paquetes de explosivos, decenas de magazines, cintas, cananas y otros implementos. Habían llegado a  Camagüey el mes anterior en la expedición del Scapade, y fueron traídos a La Habana para fortalecer sus comandos de acción en la capital con vistas a la participación en una proyectada huelga general.

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