Para el bailarín estadounidense Brooklyn Mack, primera figura del Ballet de Washington, la asombrosa técnica de los cubanos en este arte combinada con un "sabor" extra, son una fórmula perfecta.
El encuentro de Prensa Latina con el joven bailarín ocurrió antes de abrirse las cortinas de la sala Nelson Mandela del Teatro de Johannesburgo para el inicio de una temporada de El lago de los cisnes. Esta producción supuso un reto para la compañía sudafricana Joburg Ballet (JB), que dirige Dirk Badenhorst, y precisamente, la invitación para actuar aquí, le ha dado la posibilidad a Mack de reecontrarse con la primera bailarina cubana Viengsay Valdés, también entre las estrellas visitantes.
Aunque es la cuarta ocasión en que ambos comparten juntos el escenario, “es la primera que vamos a bailar un ballet completo, por lo que estoy muy emocionado, ¡un ballet completo con ella aquí en el Joburg Ballet!", exclamó.
Valdés (Odette-Odile) y Mack (el príncipe Sigfrido) harán de "las suyas" en esta historia de amor consagrada como joya del ballet mundial en presentaciones programadas hasta el próximo 3 de mayo.
“Es un honor y un gran placer para mí volver a bailar con ella porque es una bailarina extraordinaria, siempre está presente en el momento preciso y lo que más me impresiona es cómo crece en los instantes más difíciles”, acotó Mack quien considera la presente estancia en el JB como una excelente experiencia porque la producción cuenta con más de 20 artistas de China.
La propia compañía sudafricana tiene una composición internacional porque la integran jóvenes representantes de varios países como Brasil y Cuba. “Siento que será muy interesante esta colaboración conjunta porque se unen varias escuelas, es una forma de intercambiar nuestras culturas”, añadió.
Brooklyn comenzó a bailar cuando tenía 12 años. “Mi madre fue bailarina, yo no lo supe hasta que empecé en esto, y sí, es la única persona en mi familia que me ha transmitido ese gen”, contó al recordar sus orígenes.
Siempre sonriente, dispuesto al diálogo, modesto, confesó que su corazón es blando por los bailarines cubanos y asegura que su bailarín favorito, su ídolo es Carlos Acosta. “Eso da la medida de lo que aprecio la técnica cubana al bailar".
Sobre aspiraciones prefirió comentar la posibilidad de materializarlas. "Se cumplen muy a menudo, fíjate que toda una obra junto con Viengsay es otro sueño hecho realidad".
“Para el futuro me queda seguir esforzándome, mejorar mi técnica y ver cuán lejos puedo llegar, me gustaría bailar en una compañía como el Royal Ballet o el American Ballet Theatre”, puntualizó este bailarín que ostenta varios reconocimientos en su carrera profesional.
Mack es ganador de la medalla de plata del Concurso Internacional de Ballet de Jackson, Mississippi del año 2006 y el Premio Princesa Grace (2007), entre otras preseas de plata y bronce en certámenes de Europa y Asia.
Cuando regrese a Estados Unidos, tendrá solo dos o tres días para otra nueva producción de alrededor de dos semanas y luego volverá a Sudáfrica para su debut en la obra Espartaco.
Sobre él confesó Viengsay Valdés: "tengo una gran conexión con Brooklyn, hasta los maestros reconocen nuestra química en escena. Él es muy buen partenaire, fuerte, virtuoso y hace unas cargadas increíbles".
Por Viengsay supimos del esfuerzo tan grande que ha representado para Mack esta invitación en Sudáfrica. “Él acabar de bailar su versión de El lago de los cisnes en el Ballet de Washington y ahora tuvo que aprender en parte mi versión cubana, pero es muy cándido, una persona entrañable".
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