Beatriz Márquez, una voz sin ocasos


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En el caso de Beatriz Márquez, como en el de tantos otros artistas, pudiera afirmarse que su inclinación por la música estaba decidida, aún antes de venir al mundo aquel 17 de febrero.

Hija del talentoso cantante y compositor René Márquez, por quien ha confesado una admiración que se trasluce en la reiterada interpretación de muchas de sus canciones, tuvo una formación académica que, iniciada en el Conservatorio Amadeo Roldán, concluyó en la Escuela Nacional de Arte, en la especialidad de dirección coral.

El año 1968 marcó el comienzo de su carrera profesional, precisamente con una pieza de su progenitor titulada “Espontáneamente”, la cual gozó de gran popularidad, al igual que la tuvieron las que por esa fecha interpretó con el por entonces aplaudido grupo Los Barba o en dúo con Miguel Chávez, joven cantante y pianista a cuya inspiración se debe uno de los grandes éxitos que alcanzaron juntos: “Recibí tu carta y una rosa”.

En 1970, ya conocida por el seudónimo de “La Musicalísima”, se decanta como solista y hace su primera aparición internacional en el Festival de Varadero. En ese propio año realiza un trabajo discográfico con el Comandante Juan Almeida, el cual incluyó páginas tan aclamadas por el público como “Es soledad” y “Mejor concluir”.

Incluida en el espectáculo “Ritmos de Cuba”, en 1971 visita seis países, en ese tiempo, pertenecientes al bloque socialista y, de regreso a Cuba, ofrece en el Teatro Martí su primer recital.

Presentaciones en Rumanía y en la República Popular de Angola con la orquesta de Elio Revé; la participación en los festivales de Sopot (Polonia), Orfeo de Oro (Bulgaria) y de la Divina Pastora (Venezuela), así como en la revista Otoño Dorado (URSS), ocuparon la agenda de la artista durante el resto de la década de los 70.

Más recientemente, en 2010, realizó varias presentaciones en la ciudad estadounidense de Miami.

Dueña de una exquisita afinación y un agradable timbre de mezzosoprano que sabe adecuar en géneros como el bolero, el feeling o la canción, ha logrado resguardar su voz en catorce discos de 45 r.p.m. y alrededor de veinte álbumes registrados bajos los principales sellos discográficos del país. Asimismo, sus interpretaciones han quedado grabadas en medio centenar de placas formando dúos con otros intérpretes o en compilaciones discográficas.

El audiovisual, con el documental “Diálogo con un ave” (2004), de Felipe Morfa; y el libro, con “Musicalísima Beatriz Márquez, un viaje de memorias”, del periodista Jaime Masó Torres, presentado a mediados del pasado año, también han conservado para la posteridad testimonios del quehacer artístico de quien en 2015 se hizo acreedora, con toda justicia, del Premio Nacional de Música.


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