Biblioteca Nacional de Cuba José Martí: Un Tesoro Patrimonial (+ Video)


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Por su historia, sus méritos y sus valores atesorados y aportados, la Biblioteca Nacional acaba de ser declarada este miércoles Monumento Nacional de Cuba en acto solemne efectuado en la propia entidad.

Rectora del Sistema de Bibliotecas Públicas Cubanas, se alza majestuosa y con vigor en la Ave. Independencia y 20 de Mayo, justo en Plaza de la Revolución de La Habana mirando de frente, como de cara al sol, al Apóstol de Cuba José Martí.

La Biblioteca no podría haberse rodeado de mejor contexto. Esta Plaza, de perenne homenaje al Héroe Nacional de Cuba, fue erigida mediante colecta pública por la admiración de los cubanos por Martí, convirtiendo el espacio geográfico en lugar sagrado y en verdadero testimonio de respeto a su memoria, cuya significación histórica, a partir de enero de 1959, convirtió en lugar en cita del pueblo cubano para festejar y conmemorar el espíritu soberano y patriótico y mostrar la decisión inquebrantable de defender la revolución a cualquier precio, incluso el de la propia vida, como enseñó el Maestro.

La génesis oficial de la Biblioteca Nacional data del 18 de octubre de 1901, aunque en su evolución sufriría lamentables vicisitudes. Por una parte, diversas desatenciones por falta de interés de los gobernantes de entonces, que conllevaba la falta de recursos, así como desastrosos traslados de sedes y peores manipulaciones de las obras y de su almacenamiento.

Las sistemáticas denuncias y el apoyo de numerosos intelectuales cubanos posibilitarían, que la semilla sembrada por ellos no solo no muriera, sino que creciera y se convirtiera en árbol robusto que cobija, para todos, la identidad cubana hasta alcanzar el Templo a la sabiduría que es hoy.

Ella soporta y mece desde su regazo, con ternura de madre, cada letra escrita de Cuba y por Cuba.

Entre sus antecedentes se pueden mencionar la propia tradición cubana de bibliotecas privadas y públicas, entre ellas la pequeña biblioteca en el Real y Conciliar Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio, en la que los profesores estaban obligados a escribir los libros de texto de las asignaturas que impartían. Gracias a ello han llegado los textos de Filosofía electiva de José Agustín Caballero y las Lecciones de Filosofía de Félix Varela, aquellos primeros filósofos y científicos cubanos cuyas primeras ediciones son un preciado tesoro de la respetada Biblioteca.También tiene un aporte significativo en su historia la constitución de la Sociedad Económica de Amigos del País y su biblioteca.

Durante el siglo XIX las más destacadas personalidades del mundo científico e intelectual cubano desarrollaron importantes bibliotecas particulares, entre ellas la de Francisco de Arango y Parreño, Nicolás Calvo de la Puerta y O'Farril, Antonio Bachiller y Morales, Domingo del Monte, Vidal Morales y Morales, José Silverio Jorrín, Néstor Ponce de León, Domingo Figarola Caneda.

Uno de los aspectos que hace valiosas a estas colecciones, además de sus propietarios, es que sus volúmenes fueron editados por prestigiosas casas editoriales europeas, norteamericanas y cubanas en lujosas y artísticas encuadernaciones y cuidadas ediciones; a la vez, constituyen piezas excepcionales de la producción científica e intelectual mundial y cubana.

En estas contribuciones no pueden dejar de mencionarse las modestas bibliotecas existentes en las diversas logias masónicas creadas en el último tercio del siglo XIX.

La condición colonial de Cuba y por tanto la no creación de un Estado Nacional había obstaculizado la creación de una biblioteca y de un archivo nacionales. No obstante, a finales de ese siglo ya se observa el interés de que, entre las nuevas instituciones que debían nacer con el estado cubano fuesen la de una Biblioteca y un Archivo nacionales.

Su original ubicación estuvo en un salón en el Castillo de la Real Fuerza, donde radicaba el Archivo General. A partir de ese momento, lo más ilustrado de la intelectualidad cubana, conscientes de su significación, comenzaron a entregar, en donación, sus colecciones particulares. Este es el origen de valiosos fondos como los de Antonio Bachiller y Morales, Francisco Sellén y Manuel Pérez Beato. Poco después, en julio de 1902, la institución recién creada sería trasladada a los altos de la antigua Maestranza de Artillería.

Las estanterías de la Biblioteca Nacional fueron trasladadas al Capitolio Nacional, entonces en construcción. Los libros se colocaron en cajas y se trasladaron a una nave del Viejo Presidio, en la calle Prado. Un incendio que allí se produjo destruyó importantes documentos y libros. Otras obras que no cupieron en las cajas, quedaron amontonadas en los rincones expuestas a los daños que producen el polvo y la humedad de aquel ambiente.

Estas penurias no serían las últimas, ni tampoco el malestar de un grupo de cubanos entre los que destaca el historiador de La Habana, Emilio Roig de Leuchsenring quien fundara en 1936 la Sociedad Amigos de la Biblioteca Nacional que agruparía a lo más destacado de la intelectualidad cubana, no sólo por salvar la Biblioteca Nacional, sino también, por dignificarla y desarrollarla como institución insignia de la cultura nacional.

En un nuevo traslado hacia el Castillo de la Fuerza, ordenado por el jefe de la policía de turno, y como consecuencia de la forma precipitada y poco cuidadosa en que se realizó la mudanza, se incrementaron los daños y fueron aún más seriamente afectados los fondos de la institución.

Con posterioridad comienza un nuevo proceso de reorganización, entre cuyos acontecimientos importantes está la creación de la Junta de Patronos que promueven el desarrollo institucional tanto en la adquisición de libros como de financiamiento para el mejoramiento de la institución.

La presión de los sectores más avanzados de la sociedad lleva a que en 1941 se promulgue la Ley no. 20, la cual estableció un impuesto de medio centavo sobre cada saco de azúcar de 325 libras de la zafra de aquel año. El importe de esta recaudación sería entregado a la Junta de Patronos para que se encargara de la compra del terreno y la construcción de un edificio destinado a la Biblioteca Nacional, el cual debía ser dotado de las estanterías, muebles y talleres necesarios.

En 1949 por iniciativa de Don Fernando Ortiz, la Junta de Patronos acuerda designar con el nombre de José Martí al edificio que se proyectaba construir. La Junta adquiere por 300 000 pesos el terreno correspondiente. La colocación de su primera piedra tuvo lugar el 28 de enero de 1952. Una vez aprobado el plano de situación, comenzaron los trabajos por el entonces Ministerio de Obras Públicas. El 12 de junio de 1957, mediante el Decreto número 1664, se dispone la entrega del edificio a la Junta de Patronos, así como el traslado de la Biblioteca Nacional al nuevo inmueble, que estaba enclavado en la entonces nombrada Plaza Cívica, hoy Plaza de la Revolución.

La moderna institución constituyó una de las edificaciones más notables de su época. Una torre de 15 pisos, garantizaba un buen acomodo de los fondos existentes y por adquirir de la Biblioteca Nacional.

Amplias e iluminadas salas de lectura y un equipamiento técnico para la preservación y conservación de los libros y documentos, una pequeña imprenta, sala teatro de conferencias y una moderna sala de música, colocaban a la Biblioteca en el lugar físico, espiritual e intelectual que habían soñado científicos, académicos, hombres de la cultura y, sobre todo, los propios bibliotecarios.

Finalmente, tenía el espacio que le permitiría aspirar a ser la institución insignia de la Cultura Nacional.

En 1959 el triunfo de la Revolución Cubana dio un impulso definitivo a su desarrollo y la vida científica e intelectual adquirió una nueva dimensión. La Biblioteca Nacional entraba en una nueva etapa de redefiniciones y crecimiento.

Entre sus consecuencias se encuentra el proceso de desarrollo educacional y cultural del país, se crea la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, que cuenta con más de 400 bibliotecas repartidas por todo el territorio nacional. Entre 1959 y 1967 fueron entregados en las principales ciudades y pueblos del país algunos de los edificios más significativos y patrimoniales para instalar en ellos las bibliotecas provinciales, municipales y sucursales, siendo la Biblioteca Nacional José Martí rectora del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas en Cuba.

Todo ello exigiría la formación de personal calificado, lo cual sigue siendo otra de las ocupaciones del sistema bibliotecario cubano.

Entre los objetivos de la “Biblioteca Mayor” se encuentran: Adquirir, procesar y conservar el Patrimonio bibliográfico nacional cubano, y lo más representativo de la literatura universal; fungiendo también como centro bibliográfico nacional, depositario de la documentación de Naciones Unidas y custodio de la papelería del Ministerio de Cultura.

Otra de sus metas es llevar a cabo las proyecciones culturales paralelas a los servicios bibliotecarios que brinda. Así como incrementar las condiciones materiales, limpieza, mantenimiento, seguridad y protección.

Atender metodológicamente al Sistema de Bibliotecas Públicas del país y garantizar el Programa Nacional de Investigaciones Científicas en las bibliotecas y su introducción en la práctica social; de modo que contribuya al perfeccionamiento de la política y los servicios bibliotecarios.

Como algunas de sus funciones la Biblioteca compila las obras escritas, publicadas o no, y todo tipo de documentos resultantes tanto de la creación artística como de la investigación histórica, científica, la recreación, el deporte, la información general y específica sobre los aspectos de la vida del país, los personajes y hechos que de una forma u otra han contribuido a formar rasgos esenciales de la nacionalidad.

Entre sus colecciones se encuentran: La Colección cubana: Comprende todo lo publicado en Cuba, o sobre Cuba y sus naturales en cualquier parte, fecha o idioma, así como la obra de autores cubanos editada en el exterior. Esta colección por su exhaustividad constituye la colección más completa para el estudio de la cultura cubana.

Y la Colección extranjera: Comprende materiales de todas las áreas geográficas del mundo, obras representativas de la cultura universal. España constituye una prioridad por ser fuente cultural y lingüística del continente latinoamericano. Otros países que tienen prioridad son aquellos de donde provienen inmigraciones que han tenido una influencia en la formación de la nacionalidad y cuyos integrantes son factores relevantes de la cultura cubana.

La institución dispone de diversas salas de consulta. Entre ellas:

Sala de Servicios Generales Domingo Figarola Caneda: Se consultan los documentos del siglo XX que se conservan en el depósito general de la institución.

Sala de referencias y novedades Leonor Pérez Cabrera: Se orientan en el uso de las herramientas de consulta que dispone la Biblioteca. Pone a disposición las nuevas adquisiciones obtenidas por la Institución, así como una muestra bibliográfica de la colección canaria que se posee.

Sala Frank Emilio: Los Servicios dirigidos a los discapacitados y dispone de fondos en materia de fisioterapia, oftalmología, defectología, logopedia y otros. Brinda también atención a profesores y estudiantes de estas especialidades.

Entre otras Salas se encuentra la Cubana Antonio Bachiller y Morales con colecciones cubanas valiosas; Fondo de manuscritos; Libros Raros y valiosos; Colección de grabados cubanos y extranjeros; Colección de exlibris; Mapoteca y Fototeca.

Salas Especializadas, como la Sala de Arte Wifredo Lam; Sala de Música León- Muguercia; Sala de Etnología y Folklore Fernando Ortiz; Sala de Ruso Alexander Pushkin y la Mediateca. Y la Sala circulante María Teresa Freyre de Andrade.

La Biblioteca Nacional que arribará a los 120 años de creada, atesora más de cuatro millones de ejemplares y brinda la posibilidad de interactuar con la cultura, la ciencia, la historia y el arte que con celo y amor resguarda e invita a que investigadores, estudiantes, profesores y lectores en general, se relacionen con la creación cultural, científica y artística cubana, desde el siglo XV hasta el presente, que día a día incrementa su aporte a la cultura nacional y universal.

Su inmueble desde el punto de vista arquitectónico se caracteriza por un excelente diseño funcional y bioclimático y contiene obras de arte singulares como el conjunto de vitrales y el lucernario, realizado por Auguste Labouret, el destacado maestro vidriero francés, y que enaltecen a los propios trabajadores del recinto que lo muestran al visitante con orgullo y entusiasmo.

La Biblioteca Nacional José Martí es un tesoro, muy asociado a José Martí, por llevar su nombre, por estar ubicada en la Plaza de igual denominación y porque este Monumento bien podría ser escrito con “L” sí siguiéramos el pensamiento del Apóstol y lo que atesora una biblioteca:

La L de Libro del cual expresó Martí: “Los libros consuelan, calman, preparan, enriquecen y redimen”; o de Letra: “Es necesario que debajo de las letras sangre un alma” o “De impresiones viven las letras, más que de expresiones”, así como en Literatura: “La literatura ha empezado a ser en nuestro tiempo lo que ha de ser la expresión múltiple y palpitante de la vida”; también de Leer: “(…) leer es saber”, “leer nutre” y “Leer es una manera de crecer…”; o la L de Luz desde lo ilustrado: “La luz es el gozo supremo de los hombres” o “En la luz hay virtud”; y así también la letra primera de la Libertad: “La libertad es la madre del mundo nuevo”, “Sin libertad, como sin aire propio y esencial nadie vive” , “ solo la libertad trae consigo la paz y la riqueza” y “Sin libertad no puedo escribir”.

Por todos estos méritos la Biblioteca Nacional José Martí tiene bien merecida la condición de Monumento Nacional de Cuba.

Principales fuentes:

 


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