El abordaje de la historia en libros para niños y jóvenes no es frecuente en nuestro contexto. Se requiere de un pulso especial para que el libro no devenga manual y motive a un lector inquieto, sin compromisos, ocupado por las nuevas tecnologías, con tal de acercarlo a la lectura de manera creativa y entusiasta. Con solo dos libros publicados por la editorial Gente Nueva, Calixto Castillo (1) demuestra tener ese tino para buscar lo anecdótico y humano de cada momento que sus libros recrean de una historia que en oportunidades es impartida de manera fría y poco original. Conversar con él lo devela como alguien que ama la historia porque así fue educado, sobre todo por una familia muy implicada a estos acontecimientos en la época de los mambises.
¿Por qué abordar en libros para niños y jóvenes la historia patria?
Mi interés en abordar en libros para niños y jóvenes, la historia patria, parte de la experiencia de compartir el aula con ellos. Muchos sólo estudiaban para aprobar los exámenes, y luego de cumplir este deber académico, no se ocupaban más de la Historia de Cuba. En cambio reciben por INTERNET, “Antenas”, discos, “paquetes semanales” y otros, el bombardeo constante de películas, novelas, aventuras, videos-juegos, canciones y abundantes entretenimientos de tipo mercantilista, que distan mucho de cultivar sentimientos elevados de amor, nobleza, honestidad, decencia… En este tipo de entretenimiento más bien hacen énfasis en el lado oscuro de los seres humanos, pues inducen la violencia, al odio, al robo, la venganza, el egoísmo y otros sentimientos malsanos, cuyos “héroes” de papel o celuloide no aplican métodos adecuados para “hacer justicia”, mientras, no conocen a los héroes reales de nuestra historia que generalmente yacen en el olvido para ellos.
Hablaba en una de sus presentaciones de que uno de sus libros le consumió varios años de investigación, ¿puede referirse a este proceso?
Fundamentado en los argumentos anteriores, mi primer libro Cubanitos Valientes, me llevó casi 18 años de investigaciones y análisis; sin contar que ya llevaba varios años en otras investigaciones históricas que me aportaron datos de forma indirecta. Las tradiciones orales familiares también me aportaron elementos. Mi objetivo, tanto en libros para niños, como los dirigidos a mayores, es despertar el amor la patria y exponer el sacrificio y la sangre derramada por nuestros héroes para alcanzar la independencia. Es cierto que al proponérmelo, me sentí deslumbrado y ruborizado, ante tantas lumbreras que han escrito sobre la Historia de Cuba, pero el Apóstol de nuestra independencia, José Martí, me consoló y animó con su pensamiento de que: “Para rendir tributo, ninguna voz es débil; para ensalzar a la patria entre hombres fuertes y leales…”
De los que ha escrito ¿cuál es su libro preferido?
De los que he escrito, mi libro preferido es Cubanitos Valientes.
¿Cómo valora la enseñanza de historia en las aulas de nuestras escuelas?
Valorar el modo en que se enseña la Historia de Cuba en nuestras escuelas, es difícil porque puedo pecar de subjetivo, pero en mi modesta opinión creo que el problema está desde la Primaria al Preuniversitario. Fundamento este criterio en los primeros exámenes de ingreso a la Universidad; además mi hija veinteañera, al transitar por este nivel así me lo demostró, pues tenía que corregirle muchas cosas; otras las desconocía. Por otro lado, los años en que me desempeñé como profesor de Historia de sede universitaria, me mostraron la deficiencia en el conocimiento de la Historia de Cuba que tenía gran cantidad de jóvenes. Algunos al punto ya de graduarse, habían arrastrado la asignatura en toda la carrera y sudaban sangre por un 3 de calificación. ¡Era un verdadero martirio, tanto para ellos como para nosotros los profesores! También creo que falla un aspecto importante: la motivación por nuestras gestas libertarias y las luchas sociales del pueblo cubano. Ya en la Universidad la situación es bien distinta, pues el programa es bueno, abarcador y la exigencia máxima. La preparación pedagógica y metodológica recibida durante mi etapa de profesor de sede universitaria, fue muy buena. De igual modo sucedió cuando estudié la licenciatura en Historia.
¿Guarda anécdotas sobre Cubanitos valientes y Epopeyas de niños patriotas?
Cuando terminé Cubanitos Valientes la llevé a cierta editorial; allí estuvo varios meses en espera para ser revisado y valorado, aprobado, o no. Un día, ya cansado de esperar, llegué a la editorial, me dijeron que no tenían respuesta de su situación. Al momento dije a la funcionaria: “Por favor devuélvanme mi trabajo”. Acto seguido me fui a mi Iglesia, y de allí a la Editorial Gente Nueva, donde Janet Raynesi, ya jubilada y a la que mucho le debo, le echó una ojeada, lo aceptó para el análisis, y a los tres meses fue evaluado positivamente. Entre los que trabajaron directamente conmigo en la edición de Cubanitos Valientes, guardo también mucha gratitud al editor Esteban Llorach, puntal fundamental para que su publicación se hiciera realidad. ¡Tuvo mucha paciencia conmigo! Otros héroes imprescindibles de este libro fueron: el artista de la ilustración Francisco Blanco, el de cubierta Armando Quintana; Diseño y composición Nidia Fernández y corrección Ileana María Rodríguez. Otra anécdota con este libro: después de ser aprobada para su publicación, hablé con el editor Esteban Llorach Ramos, para dedicarle un ejemplar a cada uno de nuestros 5 Héroes. Luego de su presentación en la Feria del Libro del 2005, esperé pacientemente el aviso para cumplir el referido deseo, hasta que el 9 de abril del 2005, fecha histórica, me llamaron a mi trabajo para entregar los ejemplares a la familia de los héroes cubanos. Así de improviso me presenté en el Museo Napoleónico donde se homenajeó a los 5 Héroes, y como la entrega del libro no se coordinó, tuve una desagradable experiencia, y al apurarme en dedicar los ejemplares, me equivoqué en el apellido de Fernando González; pero al final todo terminó felizmente. Con Epopeyas de niños patriotas, la anécdota fue muy desagradable, pues la sede de la Editorial Gente Nueva estaba en reparación y el libro fue enviado para su evaluación a otra editorial, y después de una estancia de tres años, fui a averiguar el resultado de la evaluación, me dijeron que el libro no se ajustaba a los cánones literarios para su publicación. En esta ocasión sucedió lo mismo, le dije al especialista: “Por favor devuélvanme mi trabajo”, luego me entrevisté contigo, como Director de Gente Nueva, y todo se resolvió, pues aceptaste personalmente el original impreso y el digital lo pusiste en tu máquina personal. Gracias a tí, a la editora Ailin Parra Llorens, al Diseño y Composición Eduardo Valdés Tejo, así como al ilustrador Miguel Ángel Anaya, ¡Ahí está Epopeyas de niños patriotas!... y los niños contentos con el libro.
¿En qué nuevo proyecto de investigación histórica trabaja actualmente?
Trabajo en varios proyectos: otro libro de historia dedicado a los jóvenes, que abarca Cuba desde su descubrimiento con las luchas documentadas de nuestros aborígenes hasta la gesta revolucionaria encabezada por Fidel, como continuidad para alcanzar la definitiva independencia. Claro, adaptada al estilo empleado con niños y jóvenes. Además organizo mi poemario inédito Fantasías de mi niñez, con una de cuyas poesías fui premiado.
¿De los niños héroes abordados en sus libros con cuál se identifica más?
De Cubanitos Valientes, con los dos hermanitos de la familia Ferrera Coello, que prefirieron ser asesinados por los españoles, antes que delatar el campamento mambí donde estaban los patriotas, entre ellos sus hermanos mayores.
Contaba en una presentación que su abuela descendía de mambises e influyó en su formación patriótica, ¿puede referirse a esta relación?
La influencia que recibí en la casa de mi abuela, María Inés Ferrera, determinó mucho en mi formación patriótica. Hija del coronel de las tres guerras, Juan Ferrera “a” Baracoa (ver Obras Completas de José Martí), emparentado con el general Antonio Maceo por la parte de Mariana Grajales. Sus padres fueron padrinos de la boda del general José Maceo con Elena González en Costa Rica. La boda fue por la Iglesia Católica (guardo transcripción con los datos de archivo del documento original con los pormenores). Mi abuela nació en Colombia durante la emigración patriótica. Al pasar a Costa Rica, el matrimonio Maceo-Cabrales la llevó a vivir con ellos, pues sus dos pequeños hijos murieron en la manigua durante la Guerra de los Diez Años. La llamaban cariñosamente “La Corronga”. De niña conoció a muchos patriotas, incluso a Martí, de quien conservo una anécdota: Cuando el Apóstol estuvo en Costa Rica, fue invitado a comer a casa de Antonio, y encontró tan buena la comida sazonada por María, que expresó: “De manos de seda comida de gloria”. Al terminar la guerra acompañó a María Cabrales hasta su muerte, ocurrida en la finca San Agustín, San Luís, Oriente en 1905. Cuenta mi abuela que cuando la llevaban en un vehículo al hospital le dijo a los mayores: “si Juanita no cabe en el carro para acompañarme, no cabe nadie”, pues a mi abuela también la llamaban Juanita, el nombre de su verdadera madre. Esto lo demuestra la carta donada por ella donde hablan del atentando contra Maceo en Costa Rica y que se publicó en el diario Juventud Rebelde el jueves 14 de noviembre de 1968, Año del Guerrillero Heroico. Toda esta vivencia de mi abuela en el extranjero, y luego en la paz, con la continuidad de sus relaciones con los veteranos que la visitaban en Cuba, le sirvieron para mantener vivo el espíritu de amor a la patria de sus nietos y también de muchos muchachos del barrio en Cuba.
De niño aún recuerdo aquellos venerables viejecitos veteranos, luciendo sus medallas de libertadores en sus guayaberas, con sus sombreritos. Hacían muchas anécdotas de la guerra y yo me las agenciaba para escuchar, porque era mala costumbre estar oyendo las conversaciones de mayores. Una vez, viviendo ya en La Habana, conocí entre los veteranos al abuelo del comandante Juan Almeida, también poeta. Solo podía escuchar sin temor las anécdotas de los patriotas, cuando mi abuela nos reunía, incluidos los muchachos del barrio, para hacernos narraciones de la guerra. Aquella vivencia y la visión de tan humildes y de aquellos hombres, que en la guerra aterrorizaban a las tropas españolas con sus formidables cargas al machete y su moral ante tantas dificultades para la subsistencia, por siempre colmaron mi espíritu, pues desde niño se comienza a amar a la patria.
¿Aprecia que los niños se sienten motivados hacia este tipo de libros?
La experiencia con los libros publicados por Gente Nueva demuestra que los niños sí se motivan por estos libros y es bueno aclarar que también sirven para los mayores. El secreto está en cómo proyectarlos, escribirlos y presentárselos: mostrar la verdad histórica sin atiborrarlos con cosas que ellos no entienden y les resultan aburridas. Esto no quiere decir que enseñemos nuestra historia de forma novelada, de cuento o de aventura. En fin enseñarle la Historia de Cuba de forma amena, pero verídica.
¿Cree que exista propiamente una literatura infantil?
No pienso que exista una literatura infantil de forma absoluta. ¿Acaso La Edad de Oro de Martí, o El Principito de Antoine de Saint-Exupèry, no rompen esa barrera de niño y adulto? Simplemente, pienso que hay literatura grata tanto para niños como para adultos; que despierta y cultiva la sensibilidad humana en los más pequeños, para ayudar a su formación de adulto.
¿Qué piensa de la infancia?
La infancia es lo más maravilloso que se pueda experimentar en la existencia. Esa ingenuidad, sinceridad y bondad infantil, es un tesoro de felicidad. Es una lástima que esa infancia sea tronchada por cuestiones de los mayores; fundamentalmente en las sociedades injustas que los utilizan, los esclavizan y los hacen vivir en la miseria sin preocuparse de ellos. Las guerras por intereses territoriales, por los recursos naturales y otros intereses hacen daño a los niños. Los mayores no debemos permitir que se mutilen sus sueños y esos atributos tan bellos y espontáneos que adornan a la infancia.
En su concepto ¿los niñ@s leen hoy día más o menos que antes?
Las ferias del libro que se celebran en Cuba anualmente, demuestran que los niños y niñas de hoy leen más que antes, aunque debemos aspirar a que lean mucho más. En este empeño los mayores en el seno familiar juegan un papel fundamental para estimular la lectura en los más pequeños. Desde la más tierna edad, cuando ya abren sus ojos y comienzan a tomar conciencia del mundo que los rodea, es necesario guiarlos en el conocimiento de lo bueno, despertar en ellos sentimientos nobles y afectivos para sus seres queridos, sus semejantes en la sociedad, a la patria, a la humanidad y a la naturaleza en general. En ello los adultos son los máximos responsables en el hogar; no todo se lo debemos dejar a los maestros en las escuelas y universidades.
¿Qué piensa del tono que deben tener las historias para niñ@s?
Las historias para niños deben tener un tono poético que no rompa bruscamente su mundo de fantasía, sin que para ello haya que caer en el proteccionismo. Cuando se trata de la historia de un país, hay que decirles la verdad. Si es tan dolorosa, como la historia de los niños del Hospital Govea en Epopeyas de niños patriotas, hay que narrar muy fino y poner un pequeño toque de poesía, para no causar en ellos un impacto doloroso y negativo.
¿Cómo concibe idealmente a un autor para niñ@s?
Un autor para niños y niñas, debe ser también bastante niño aunque sea un adulto. Si no sabes cómo piensan ellos y subes a su altura, a su cumbre, jamás podrás escribir para ellos en ningún género.
¿Reconoce influencias de autores clásicos o contemporáneos?
Diré la verdad. De gran parte de mis 47 años de vida laboral, 31 los dediqué al estudio y trabajo como técnico en construcción de maquinarias; el resto en otras actividades de beneficio para la sociedad, como agente del orden público, policía, y otras actividades no relacionadas con la Historia; por lo tanto tuve que buscar tiempo de donde no había, en mis vacaciones y horas libres para acceder al Archivo y Biblioteca Nacional, estudiar la historia y consultar muchos documentos. Ello me impidió dedicarme a leer autores clásicos. Creo que la doctora Hortensia Pichardo, de gratísima recordación para mí, influyó mucho en mi formación; a ella le debo mucho. En cuanto a mi estilo no estoy consciente si tengo otras influencias. Ni aún en la poesía para niños.
¿Cuáles fueron sus lecturas de niño?
De niño leí muchas historietas, en las publicaciones de entonces, llamados “muñequitos” o “monitos” en Santiago de Cuba. Los héroes de papel eran Tarzán, Superman y otros. No eran educativas si las miro con la óptica actual. En aquel entonces la educación en mi hogar al fin me guió por el camino correcto. Recuerdo que mi madre me compró un libro de lectura en 1.50 pesos (una fortuna para la familia pobre). Por las noches en mi casa leía y releía sus poesías, y narraciones educativas; de ellas recuerdo tres: El tesoro del labrador, En la unión está la fuerza, y la otra Prudencio y Nicasio.
¿Quién es su héroe de ficción? ¿Su villano? ¿Su héroe en la vida real?
No tuve tiempo de crear en mi mente héroes de ficción o villanos en mi infancia, porque comencé a trabajar en la calle con mi padre desde los 9 años. Si los hubo en mis lecturas casuales de los “muñequitos” las narraciones de mi abuela los hacían palidecer a todos. Mis únicos héroes eran mambises, los miembros de la familia del Ejército Libertador, sobre todo mi bisabuelo “Baracoa” y los Maceo, en especial el general Antonio y José Maceo, así como José Martí. De la etapa contemporánea, mis héroes son Antonio Guiteras, Fidel Castro y Frank País (de niño asistí a su entierro); desde luego incluyo los 5 Héroes antiterroristas, cubanos que tantas vidas salvaron en Cuba y en los propios Estados Unidos, gracias a su valentía, fidelidad a la Revolución y a su espíritu inquebrantable, ante la dolorosa e injusta prisión en aquel país.
¿Qué es lo que le enciende emocionalmente-creativamente?
Es difícil darme cuenta qué me enciende emocional-creativamente. Tal vez sea el sentido de justicia, la verdad, la gratitud hacia los héroes olvidados de la patria, la presencia arrulladora de los niños, el amor, pero si a todo ello no se une la señorita inspiración, en balde trato de escribir, pues nada sale.
¿Qué le desanima?
Lo que más me desanima en el aspecto profesional es el plagio, y en el aspecto humano, la discriminación racial o de otra clase, que crean injustos estereotipos. También me desanima al extremo, el abuso y las injusticia con los niños; el olvido a los héroes de la patria, desde Hatuey hasta el presente.
¿Qué atributos morales piensa que debe portar un buen libro infantil?
Un buen libro infantil debe tener una dosificada carga moral-educativa, sin deteriorar ese encanto ingenuo y maravilloso de los niños, pues las lecturas formadoras o deformadoras, perviven en la mente infantil para toda la vida.
Aparte de su profesión, ¿qué otra cosa te hubiera gustado ejercer?
Aparte de mi profesión me hubiera gustado ser abogado.
¿Podría opinar de la relación autor-editor?
La relación autor-editor debe basarse en la confianza mutua e intercambio de ideas, para que el trabajo salga bien; sobre todo se debe mantener una buena comunicación; se incluye el ilustrador, mucho más si se trata de un libro de historia, para que las ilustraciones estén acordes a la época de que se trate y no se den situaciones anacrónicas. Ese ambiente de confianza sin que medien actitudes de superioridad o arrogancia, es importantísimo.
Si tuviera que salvar diez libros de un naufragio ¿qué escogería?
Pues Obras Escogidas, José Martí; Crónicas de la Guerra, José Miró Argenter; Bayamo, José Maceo Verdecia; La Revolución de Yara. 1868-1878, Fernando Figueredo Socarrás; Diario de soldado, Fermín Valdés-Domínguez y Quintanó; Discursos Fidel Castro, Editorial Ciencias Sociales; Frank entre el sol y la Montaña, William Gálvez; Documentos para la Historia de Cuba, t I, Hortensia Pichardo; Historia de Cuba, Fernando Portuondo del Prado y Obras Escogidas, Gonzalo de Quesada.
Nota
(1) Nacido en Santiago de Cuba, 1945. Obra publicada: La Iglesia Protestante en la lucha por la independencia de Cuba (1868-1898), Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2003; Cubanitos Valientes, Editorial Gente Nueva, 2004 y Epopeyas de niños patriotas, Editorial Gente Nueva, 2013. Premios: Primer lugar de Poesía Infantil con una poesía, en concurso de la Dirección Municipal de Cultura y la CTC de San Miguel del Padrón en 1987; Primer premio en el Primer Coloquio de Historia y Tradición de San Miguel del Padrón, en 1995 y Premio en el Concurso Enrique Hart Dávalos 2003, en Biografía, con La Revolución de los Médicos.
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