Que en Cuba exista una feria tecnológica, fuera del ámbito capitalino y con una participación acertada de empresas e instituciones de las telecomunicaciones y culturales, ya es per se, un hecho singular y como la prensa nacional ha destacado, único en su tipo.
La Casa de la Guayabera —otrora Quinta Santa Elena— en Sancti Spíritus y sitio que desde el 2011 felizmente se erige como un proyecto de desarrollo local, abrió sus predios el pasado 17 de agosto por segunda ocasión en el año, a la Feria Tecnológica 5.0 dedicada en esta ocasión al Festival de la Juventud y los Estudiantes.
La joven iniciativa que solo contaba con una edición hasta la fecha, constituye un esfuerzo por demás meritorio de la provincia y de sus instituciones del sistema de la cultura y las comunicaciones.
Por primera vez un evento acerca al espectador a la imbricación de la triada cultura-tecnología-sociedad en la región. Ya lo anunciaba Carlos Figueroa, director de la Casa de la Guayabera, a la prensa local: “quienes asistan podrán conocer dónde están todas las instituciones que se le subordinan y los principales creadores del territorio. En fin, promocionará su labor que es muy amplia y demostrará cómo la cultura también se inserta en el amplio mundo de las tecnologías y las comunicaciones”.
En este sentido, una de las máximas declaradas por los organizadores —la Dirección Provincial de Cultura y Ministerio de las Telecomunicaciones, entre otros—, es la educación en el correcto uso de las tecnologías para el desarrollo y la promoción culturales, así como demostrar los avances que en este sentido están ocurriendo en el sector.
Pero, transcurridos algunos días de concluir la Feria, quedan algunas cuestiones que saltan a la vista ante cualquier observador perspicaz: si loable es que un evento de este tipo, por su importancia en el desarrollo de la comunidad enfrentada a la cultura de Internet, tenga un carácter provincial (las palmas para Sancti Spíritus), neurálgico es también que otras regiones del país no hayan tomado nota desde la primera edición de la Feria y no hayan convocado a experiencias similares. ¿Por qué dejar en el calificativo de sui géneris, a un proyecto que puede ser extensivo al resto de la isla? Las ganas existen. Convencidos están los principales actores que han contribuido al nacimiento de esta experiencia, que en ediciones futuras la feria tecnológica debe tener un carácter nacional e incluso universal.
Nos encontramos ante un proyecto impulsor de la cultura, la economía y la sociedad locales, en el que se evidencia desde su estructura la multiplicidad de las instituciones artísticas y tecnológicas: (Oficina Territorial de Control del Ministerio de las Comunicaciones, La Empresa Desarrolladora de Software Desoft, Joven Club de Computación y Electrónica, la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba, RadioCuba así como la Dirección Provincial de Cultura). La interacción de estas entidades en La Feria Tecnológica 5.0, aun cuando presentan una diversidad en sus perfiles, demuestran la capacidad y complejidad de este tipo de evento, donde todos los actores contribuyen al desarrollo local y donde se fomenta el intercambio de experiencias.
La organización de conversatorios sobre la cultura en Internet, conciertos transmitidos por plataforma streaming, la presencia de conexión inalámbrica, así como la constante actividad en las redes sociales sobre lo que acontecía a metros del río Yayabo, son ejemplos demostrativos que aun cuando las estadísticas de la Unión Internacional de Telecomunicaciones sitúen a Cuba como uno de los países más atrasados en el desarrollo tecnológico, somos un país abocado hacia el potenciamiento de la sociedad del conocimiento, con índices, en este sentido, por encima de la media global.
Entonces, no podemos dejar que ideas como estas queden adscritas a un sitio, un lugar, una provincia. La exhortación está por demás cantada. Multipliquemos experiencias 5.0.
Publicado: Jueves 24 de agosto de 2017.
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