“Casa en las nubes”, un proyecto teatral y educativo muy especial


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“El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos,

en la instrucción del pensamiento, y en la dirección de los sentimientos.

Un pueblo instruido ama el trabajo y debe sacar provecho de él.

Un pueblo virtuoso vivirá más feliz y más rico que otro lleno de vicios, y se defenderá mejor de todo ataque".

José Martí ("Educación popular", t. 19 p. 375)

 

 

Desde hace ya cuatro años, llega con octubre la fiesta teatral al pequeño pueblo costero de Playa Baracoa, en la provincia de Artemisa. Se celebra en ese mes el Encuentro de Narración Oral Escénica “Casa en las nubes”. Este proyecto, perteneciente a la Casa de la Cultura de la localidad, fue bautizado con el nombre del cuento homónimo de Ivette Vian Altarriba. Ello habla a favor de la defensa de la imaginación, de la sensibilidad, de los valores humanos, presentes en la obra de la autora de Marcolina y Una vieja redonda, entre otros muchos libros valiosos de la literatura para niños y jóvenes, algo que han hecho suyo los miembros de este colectivo.

Hay que destacar que en los cuatro certámenes celebrados hasta ahora, los baracoenses han tenido el privilegio de contar con la presencia de la reconocida escritora cubana, que siempre ha estimulado con sus consejos, sugerencias y entusiastas palabras de elogio el esfuerzo, la dedicación y los resultados en las presentaciones de todos los narradores, sin distinción de edad.

No es posible hablar de este proyecto sin mencionar tres nombres imprescindibles: Esperanza Suárez, Rodzey Linares y Sandra Fonseca, instructoras de arte, graduadas en la especialidad de teatro, enamoradas de su profesión y del trabajo comunitario. Tampoco puede pasarse por alto la entrega de los narradores, en su mayoría niños y jóvenes, que estudian en la escuela primaria “Héroes de Cangamba”, en la ESBU “Pedro Esperón,” ambas de Baracoa, y en el preuniversitario “República de Panamá”, del municipio Playa. Sin descuidar las actividades docentes propias del correspondiente nivel de enseñanza, los educandos consagran una buena parte de su tiempo de ocio a largas jornadas de ensayo, lectura y autopreparación, sin las cuales no serían posibles los logros actuales.

Rodzey Linares, una de las gestoras de este proyecto, define así la labor cotidiana, sus motivaciones, aspiraciones y planes para el futuro:

Somos un grupo numeroso, y como Antoine de Saint Exupèry, queremos llegar hasta las estrellas. Eso significa desearlo mucho, pero también crear; trabajar; sacrificarse; llegar al corazón del público. Por esas razones, teatristas y amantes de la buena literatura nos hemos dado a la tarea de construir una “Casa en las nubes.” No hay un nombre mejor que ese: lo tomamos prestado del libro de Ivette Vian, quien desde el principio se sintió conmovida por nuestra elección y nos ha respaldado con su presencia desde entonces. Ello ha motivado no solo la actuación en sí, que ha ido en ascenso de un encuentro a otro, sino que los propios integrantes se interesen por la lectura, y algunos, como la abuela Nereida Guerra, cuenten a viva voz sus propias creaciones literarias, mantenidas casi en secreto hasta ahora. Vivimos tiempos muy difíciles, y nuestro grupo gestor, profundamente comprometido con su público y con la inconmensurable tarea de fomentar valores éticos entre los aficionados y entre la comunidad en general, pone todo su amor en este trabajo. Se trata de divertir y educar, al mismo tiempo; de fortalecer la inteligencia y el sentimiento; de contrarrestar el aislamiento que producen —paradójicamente—, las nuevas tecnologías, sobre todo en los más jóvenes, con la comunicación sincera, cariñosa, instructiva, divertida y conmovedora; de sumar a la familia y a la escuela a lo que hacemos cada día.

En la última edición, celebrada durante los días 15 y 16 de octubre de 2015, actuó exitosamente el grupo profesional Máscaras de Luna, de Artemisa, en la jornada inaugural, ante un público entusiasta que se mantuvo fiel a pesar de la lluvia. También se propició el intercambio más directo de los mayores con los teatristas en ciernes, integrantes de “Casa en las nubes”, que indagaron en las particularidades y métodos de trabajo de un colectivo dedicado por entero a las tablas. Además se presentaron el grupo de danza Alas y la solista vocal Dailanis Entenza.

En la segunda jornada, que se distinguió por su dinamismo y diversidad temática, se presentaron los narradores Luis Alberto Domínguez, estudiante de 9no. grado, con el cuento “Leonila”, de Maylén Domínguez Mondeja, sentido homenaje a su similar “Leonela”, de Onelio Jorge Cardoso. Thalía Álvarez, estudiante de 11no. grado, presentó una adaptación de “Francisca y la muerte”, también de nuestro Cuentero Mayor, con una maestría y versatilidad sorprendentes, ampliamente premiada por el público. Lien Álvarez, de 7mo. grado, deleitó a los presentes con “La cajita de Calcuta,” de Ivette Vian; Nereida Guerra, jubilada, conmovió al público con el cuento de su autoría “El caballero de París”. Camila Díaz, de 6to. grado llevó a las tablas “El próximo circo”, de José Manuel Espino. Las pequeñas Fátima y Nailyn, a dúo, contaron “Felicidad”. Cheila Velázquez narró “La Luna”, y Sheleine Arencibia, “El Mago”, todos ellos de Ivette Vian. Como narradora invitada, Keli Rodríguez, de preescolar, contó “Sombrero vivo”, de N. Nosov. Por último, Dairon Briñones, joven trabajador, presentó “Anatomía de un anuncio clasificado,” de Maritza Ávila, y de esta propia autora la estudiante de 5to. grado Samantha Sarmiento dio voz a “Para educar al nené.”

Hubo además música, con un potpurrí de las mejores piezas de Teresita Fernández, en las voces de Yarisleidys Sánchez y Anisleydis Betancourt. No podían faltar los payasos con sus travesuras y alegría, en un espectáculo concebido para un público diverso, aunque con mayoría infantil. Para ello las instructoras Sandra y Rodzey desplegaron creatividad y dominio de la escena, pues en este colectivo todos hacen, literalmente, de todo.

Como cierre de este cuarto Encuentro de Narración Oral y Escénica “Casa en las nubes”, vendría un momento muy especial, esperado por los integrantes del proyecto y por buena parte del público asistente: el diálogo franco y cordial con Ivette Vian Altarriba, quien obsequió sus libros a los actores y actrices y estimuló, entre otros, a Thalía —futura gran actriz, según sus propias palabras—, Luis Alberto y Nereida. Sus consejos fundamentales: trabajar incansablemente; ser fieles a su propia vocación a pesar de los obstáculos; leer todos los días; amar lo que se hace, aunque para ello haya que hacer enormes sacrificios. En medio del coloquio, emergió esta confesión inesperada: el cuento “La Luna”, tan poético, interpretado por Cheila Velázquez, esconde tras su aparente sencillez un profundo desgarramiento. Fue la primera pieza, luego de un largo período de silencio editorial, producido por la muerte de la madre de la autora. Tan desolada quedó, que no podía escribir, y este texto concreta su asunción de la pérdida, su fidelidad al recuerdo materno y su profundo amor filial. Todo un triunfo de los mejores sentimientos humanos, que pueden convertir el dolor en creación y belleza.

También afloraron allí los proyectos de futuro más inmediatos: ensayar una presentación en homenaje al comandante Camilo Cienfuegos; concebir con antelación suficiente el homenaje a Martí, para el 28 de enero del año próximo; montar algo de calidad para el venidero festival de teatro “Olga Alonso”…Todo ello en medio de carencias materiales enormes, donde la voluntad, la inventiva, el trabajo de equipo y la solidaridad son las armas del triunfo. Una prueba de que “Casa en las nubes”, sin perder un ápice de su talante soñador y creativo, tiene muy puestos, también, los pies en la tierra.


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