“Ni ¿en qué patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestras repúblicas dolorosas levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de pelea del libro con el cirial, sobre los brazos sangrientos de un centenar de apóstoles”.
Al partir de este fragmento del ensayo Nuestra América, del Héroe Nacional de Cuba José Martí, podríamos afirmar que trasciende hoy más que nunca la ejemplaridad de los pueblos de este continente y, junto a ellos, la fundación de la Casa del ALBA Cultural de La Habana, el 13 de diciembre de 2009, con el objetivo de promover lo mejor de la creación artística e intelectual, el patrimonio socio cultural y el conocimiento de la historia latinoamericana y caribeña, con énfasis particular en aquellos países que integran la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA).
En este octavo aniversario de su fundación la habanera Casa del ALBA Cultural contó con la presencia de un panel conformado por distinguidas personalidades del contexto diplomático latinoamericano y caribeño, además de académicos, investigadores y profesores universitarios y estudiantes, entre otros invitados. Betsy Rojo Navarro, directora de dicha institución, destacó que la habanera Casa del ALBA fue la primera en constituirse como sede cultural “y, desde hace dos años, contamos también con la Casa del ALBA Cultural de Barinas —lugar de nacimiento del líder venezolano Hugo Chávez—, además de proyectarse la creación de sedes similares en otras naciones latinoamericanas y caribeñas”.
Entre las intervenciones más destacadas estuvo la del embajador de Bolivia, Juan Ramón Quintana, quien expresó que “siento que el ALBA es la construcción del anti-relato hegemonizador imperialista, dominante y, ante todo, la suma geométrica, la política variable de dos gigantes como Fidel y Chávez, convertidos para el imperio en su peor pesadilla en los últimos años. Si se leen con detenimiento histórico las políticas de seguridad de Estados Unidos y sus proyecciones, además de los documentos de su Departamento de Seguridad, se hallará —aunque no explícitamente—, el peso histórico de Fidel y Chávez en el proyecto del ALBA.
“Nunca habíamos logrado que el imperio tuviera que pensar en el ALBA, en el Che, en Chávez, en Evo. De esta forma hemos logrado instalar esta narrativa del anti-relato a partir de una diversidad de criterios. La única manera de contener la narrativa referida a la invencibilidad imperial es a partir de la forma de lograr muy unidos el dominio de nuestros destinos, de nuestras sociedades, y de lograr a la vez la guerra cultural desde otra perspectiva. Pensar en la antítesis de la guerra imperial frente a una contrahegemonía cultural. Realmente, esta batalla tan siquiera ha comenzado. Hay que empezar a desmontar el peso de la cultura de la enajenación y alienación a la cual convoca el imperio contra nuestros pueblos, nuestros movimientos sociales, nuestra rica Historia”.
Seguidamente, el diplomático boliviano llamó “a diseñar un proyecto contra-hegemónico cultural que no deberá estar basado tan solo en las potencialidades de nuestros pueblos y países, sino también en el desarrollo de nuestras comunidades partiendo de la capacidad de pensarnos, de ser creativos colectivamente. Analicemos también: ¡cuán lejos geográficamente está el Caribe del mundo andino! Mas, culturalmente, no nos diferenciamos en casi nada. Sin embargo, el imperio ha hecho lo indecible porque nuestras distancias geográficas se impongan a la vez que su dominio cultural. “¡Cuánto desconocemos los andinos sobre el Caribe y de sus luchas emancipadoras, de sus próceres y héroes! Es como si saliéramos del siglo XIX para aterrizar en el XXI. Y es que tenemos que lograr internalizar ese otro mundo tan importante para la liberación de nuestro contexto latinoamericano. ¡O nos liberamos todos, o nos hundimos todos!
“Esta guerra cultural contra-hegemónica que debemos preparar tiene que aplastar la invencibilidad imperial. El imperio norteamericano no es invencible”.
A continuación, Quintana comparó “a la Bolivia de ayer con la de hoy”, cuando resaltó que “de semicolonia yanqui, de país intervenido militarmente, asfixiado financieramente; de republiqueta imperial donde se hablaba de pseudodemocracia, de derechos humanos, de pseudosoberanía política, de país adormecido con la política indignante de la llamada Alianza para el Progreso … hoy, es el primer país con altos índices de desarrollo en América Latina, con un alto nivel en su crecimiento durante los últimos cinco años; con los mayores índices de lucha contra el narcotráfico, sin la tutela de la embajada norteamericana, entre otros logros. Y es que hoy estamos haciendo realidad la idea de Patria e Independencia”.
Reiteró que “tenemos que pensar en una narrativa contra hegemónica para seguir avanzando; construir y articular más espacios culturales de conocimiento acerca del imperio. Conocerlo mejor, adentrarnos en su manera de actuar; si no lo hacemos así, seremos víctimas de él, producto de nuestra ignorancia. Al mismo tiempo, debemos y tenemos que conocernos mejor entre nosotros: andinos y caribeños, aymaras y caribeños, moseteles y caribeños…Tenemos que radicalizar nuestra respuesta política frente al imperio; pensar en movilizar y unir a las fuerzas de las futuras generaciones para convertirlas en dueñas de sí mismas, en sujetos decisorios, para que no lleguen a atravesar la triste historia de dominio y explotación que atravesamos nosotros durante más de quinientos años”.
Por su parte María Augusta Calle, embajadora ecuatoriana en Cuba desde hace tan solo dos meses, reflexionó en su intervención “sobre la bellísima historia de Ecuador de la cual tenemos que enorgullecernos profundamente, y de haber llegado al momento en que los sueños de Bolívar, de nuestro gran Bolívar y de nuestro gran Martí, se han hecho realidad de alguna manera. Pero, desafortunadamente fue un momento. Un momento en el que los pueblos explosionaron y en que el ansia de justicia frente a 500 años de vasallaje; un momento en que ya no podíamos continuar caminando sin soberanía (…) Después, empezó el ataque, cuando comenzó a formarse el ALBA; a formarse un grupo de países no solo con vista a la realización de intercambios justos y complementarios, sino porque se estaba formando un discurso político de soberanía, dignidad que estaba recorriendo América Latina y el Caribe”.
Explicó la Diplomática que todo ello era algo muy fuerte para el imperio, “producto de lo cual se vio obligado a imponernos la llamada Alianza para el Pacífico, para continuar engañando a los pueblos con promesas de mejoramiento económico, de adicción capitalista de las relaciones”, para agregar que “algunos comentan por ahí que estos ya no son tiempos para la lucha armada, pero sí considero que estos son tiempos de armar la lucha, partiendo de la creación de conciencia, armarla a partir de la cultura, de crear un pensamiento revolucionario (sin consignas) y que llegue a calar profundamente en la recuperación de la soberanía e identidad. Para esto no existe un arma mejor que la cultura”.
María Teresa Novoa, representante diplomática de Venezuela, enfatizó en los logros del hermano pueblo, no obstante las dificultades afrontadas, y el papel integracionista del ALBA como opción social liberadora en contra del modelo de dependencia del ALCA, tutelado por el imperio norteamericano.
“El ALBA, dijo, como eje liberador de los países latinoamericanos y caribeños ha abarcado diversas áreas para el desarrollo de nuestro continente basadas en la economía complementaria, en la creación de un sistema integral de salud como la Misión Milagro en la educación y la cultura”.
Durante una brillante disertación, el investigador e historiador cubano Hassan Pérez Casabona, abordó la importancia del ALBA como medio de integración de las naciones latinoamericanas y caribeñas, la trascendencia histórica, política y social de esa alianza que ya cumple trece años, al igual que resaltó la presencia de la Casa del ALBA en la conservación del patrimonio cultural de nuestra América y en su labor por dar a conocer lo mejor del arte de esta región.
“¡Con el fuego del corazón deshelar la América coagulada! ¡Echar, bullendo y rebotando, por las venas, la sangre natural del país”, es la impronta martiana a la que nos convoca, hoy más que nunca, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA).
Publicado: 12 de diciembre de 2017.
Deje un comentario