El próximo miércoles 27 se cumple el centenario de Adriano Rodríguez, la investigadora musical Adita Oviedo, siempre tan interesada por los músicos y cantantes de la vieja guardia me llamó para que me encargara de hacer algo en recordatorio del centenario de tan valioso cantor cubano.
Nació el 27 de septiembre de 1924 en Guanabacoa, otro grande de ese pueblo tan musical. La versatilidad de Adriano Rodríguez le permitió, en más de siete décadas, interpretar la trova, el arte lírico y cantos afrocubanos. interpretar con el Coro Nacional y en el Teatro Lírico, grabar con Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, involucrarse con Edesio Alejandro. Cantó, además, en dúos con sobresalientes solistas cubanos como Merceditas Valdés, Carlos Embale, Paulina Álvarez y Barbarito Diez.
Sus influencias proceden de familia de músicos, su padre tocaba trombón, trompeta y bombardino; su abuela cantaba en coros; su hermano también fue un percusionista muy bueno desde niño; su abuelo tenía un sexteto llamado “Carmen”, que fue donde comenzó Adriano con sólo seis años a cantar durante los ensayos, haciendo segunda voz.
Pero, además, el entorno musical de Guanabacoa, que en esa etapa era puro folclor, atestada de santeros, rumberos, abakuá. “En la esquina de mi casa -memoriza el cantante- pululaban todo tipo de músicos, el folclor estaba a flor de piel. Por otra vía estaba el son. Alberto Zayas, que era una personalidad dentro de la música afrocubana, era punto fijo en mi casa”.
Es invitado por Lulú Yonkori, con ellos hacía coro y cantaba como solista. Tuvo la oportunidad de trabajar con Fernando Ortiz y también pudo compartir profesionalmente con figuras como Merceditas Valdés y Jesús Pérez.
Luego en la década del cincuenta la agrupación cambió el nombre por el de “Rapsodia Negra”, realizando numerosas actuaciones en importantes programas de radio y televisión como Cabaret Regalías, "Ocurrió así", “Jueves de Partagás”, “Voces de Cuba” y muchos más.
Hay que adicionar que Adriano también gustaba oír todo, desde punto guajiro hasta ópera, y escuchaba mucho a un amigo de Cuba que visitó La Habana: Pedro Vargas, su cantante favorito, lo cual le sirvió para aprender sobre dicción, articulación y dosificación de la voz; por eso le llamaron a Adriano: “El Pedro Vargas de Guanabacoa”.
Son muy recordadas sus presentaciones en diferentes espectáculos de cabaret: Cabaret Karabalí, (1954), Copacabana y Tambó, (1957), Tropicana; Bamba Ireco, Sans-Souci, (1956); Sensemayá, y el Copa Room del hotel Riviera, (1958).
“En 1959 viajé a México con la compañía de Luis Trápaga y allí actúo en los teatros Lírico, Nuevo Ideal y Bellas Artes, y en el cabaret Los Globos. En 1979 actúo junto al pianista Odilio Urfé, en el Carnegie Hall, de Nueva York. En 1982 participé, junto con Urfé, en el Festival Diáspora número 3, celebrado en Paramaribo, Surinam”
Cantó en dúos ocasionales con Paulina Álvarez. En 1957 en el programa Voces de Cuba fue citado por el director de aquel espacio quien le dijo que tenía que cantar un estándar como “All man river” y una canción lírica cubana. En la orquesta había músicos que simpatizaban con él pero que pensaron que no iba a ser capaz de hacerlo. En el programa se encontraban también Martha Pérez y Alba Marina.
Elaboró muy bien su trabajo en la canción lírica, la trabajó mucho acompañado de grandes pianistas como Odilio Urfé, Frank Emilio Flyn, Nelson Camacho y José Lauzán. También participó en varias puestas en escena de Cecilia Valdés, haciendo el papel de Pedro, el esclavo que se fuga, lo van a buscar al monte y luego se suicida en escena. Fabio Landa y Leo Brouwer fueron los que le propusieron al director Roberto Blanco que lo utilizara para ello. Estuvo en las puestas de 1978, 1979, 1980 y 1982.
En el mundo del cine se presentó en el filme “Yambaó”, una película cubano mexicana con Ninón Sevilla. Luego en una película americana que se llamó “Árbol de fiebre” donde cantaba Celia Cruz.
Después de 1959, se presenta en la película “Cuba canta”, “Las doce sillas” donde hizo una pequeña actuación. “El otro Cristóbal” con música de Gilberto Valdés.
Esta es la etapa en la que emprende giras de mucha importancia con el pianista y musicólogo Odilio Urfé por la República Popular China, Checoslovaquia y Bulgaria.
Después de su retiro ayudó en la enseñanza de cantantes y, en ocasiones hacía dúos con personalidades de la música de su país como Barbarito Diez, Mario Rodríguez Marrero, Laíto Sureda, Pablo Milanés y todo ese trabajo con Edesio Alejandro, que tanto se difundió.
Tiene en su archivo dos discos: “Él vive bien” y “Guaguasones”. Le fue otorgado el Premio Nacional de Música.
Adriano no fue un cantante a la manera tradicional y comercial, como los boleristas de victrola que tanto grabaron y se difundieron. O los cantantes de agrupaciones que ellas mismas se difundían en bailes, discos y presentaciones de cabaret. Quizás sea por ello que, Adriano no tiene la difusión que tuvieron otros. A eso hay que añadir que Adriano era muy sencillo y humilde en su vida artística. Ayudó mucho a su recuerdo el trabajo de rescate de Edesio Alejandro. El cantor falleció en 2015, pero no podemos olvidarlo, las grandes voces de cuba debemos protegerlas para el patrimonio nacional.
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