Los cantantes y agrupaciones cubanas llenan de mitos y leyendas la música de América. Tenemos mitos de la música campesina, afro, de la habanera, del bolero, del son, del danzón y de la rumba como es el caso de Chano Pozo. (Luciano Pozo González, 7 de enero de 1915 / Nueva York, 3 de diciembre de 1948).
Nació con carisma, dotes de bailarín, tamborero y creador. Participa en las comparsas de El barracón, La mexicana, La Colombia, La Sultana, La Jardinera, Los Dandys de Belén. Llega a la emisora RHC Cadena Azul, funda el conjunto Azul, junto a Chapottín. Trabaja con Mongo Santamaría en el show del fastuoso Cabaret Tropicana. Fue miembro de la orquesta de los Hermanos Palau y hasta tuvo una escuela para ofrecer clases a turistas interesados en la rumba. Es el mito de la entrada abrupta de los tambores en los finales de la década de 1940 en los Estados Unidos.
Chano Pozo transitó por las comparsas carnavaleras, del espectáculo de Tropicana “Congo pantera”. Tata Güines decía que Chano no tenía un sonido, no se grabaron las suficientes películas sobre sus actuaciones. No soy un experto en la percusión: pero, Chano el mito y los mitos tienen su lugar en el misterio de la percusión cubana.
Otros especialistas escriben que “Chano era muy preocupado por la calidad del sonido de su tumbadora (conga), tanto así es que, en su estancia en Nueva York, se rompió el parche de su tambor y no pudo encontrar un buen material sonoro para su tambor. Él personalmente bajaría al matadero municipal de la ciudad de Nueva York, elegiría una piel de vaca y luego la prepararía, raspando la piel y las asperezas con un trozo de vidrio de una botella rota, empapándola y luego finalmente sujetando con clavos al cuerpo del tambor, todo esto en una época en que las tumbadoras aún debían ser afinadas con el calor de las llamas”. 1
¿Quién puede demostrar la realidad detrás de la fantasía, detrás de las leyendas y mitos que hasta ahora han acompañado la memoria del célebre Chano?
Lo primero que notamos es la forma única en que el conguero mueve sus manos, brazos, hombros o usa baquetas para lograr los sonidos requeridos, extrayendo una gran variedad de tonalidades de un mismo parche, haciendo que el quinto 'cante' o la tumba 'hable'. Los musicólogos estudian el tema analizando no solo 'cómo suenan estos tambores' sino también 'cómo se produce el sonido'. Utilizando palabras de percusionistas afrocubanos, Fernando Ortiz describió formas de tocar estos tambores: 'golpeándolos', 'frotándolos'. 2
Además, Chano era un especialista en la religión afro, fuente importante para el arte musical de Pozo. Chano, como practicante, bebió de fuentes mágicas religiosas y dramáticas como la Regla de Ocha y la cofradía Abakuá, en las que predomina la teatralidad y el poder dramático y se construyen sobre la base del tambor, la danza y el canto. A través de su tambor, Chano sacaba a relucir temas de origen abakuá, como 'Abasi', e insertaba en sus composiciones versos lucumí en 'Cubano Be, Cubano Bo', y expresiones de palo congo en 'Blen, blen, blen'. Tanto tarareaba canciones de estas tradiciones que Al McKibbon, el bajista y compañero de la banda de Dizzy Gillespie, aprendió a cantar de memoria invocaciones abakuá (Jeyeyi bariba bekama...) y oraciones a Ochún (lya mi ileodo...)
COMPOSITOR
No es usual que los percusionistas sean, además, ingeniosos compositores, en eso son expertos los rumberos. Ya, desde Cuba había creado: “Nagüe”, “Blen, blen, Blen”, “Parampanmpin” y “Llora”. Inventaba melodías, estribillos pegajosos. “Pin pin cayo Berlín, / pon pon cayó el Japón” /.
Chano Pozo improvisaba sobre la piel del tambor, como hacen otros cuando tocan la guitarra o el piano. Compuso piezas para comparsas de carnaval, llenas de sabor popular. En su número “Rumba en swing”, Pozo expresó “si no tiene swing, no vaya a la rumba”, sus sabrosas composiciones rebosaban swing y sentimiento.
“Chano era un prodigio -declaró el calificado músico Bebo Valdés-, un congüero excelente y un rumbero de primera clase”. 3
CHANO EN LOS ESTADOS UNIDOS
Vencer en la música en los Estados Unidos no era algo fácil, mucho menos en tiempos de tanta discriminación racial. A pesar de todo eso, Chano fue un triunfador en la meca de la música internacional.
Chano llega al barrio de Harlem en Nueva York en 1946, el jazz tiene un nuevo aire con el bebop. La percusión cubana se inserta como elemento de interés en esta nueva música. El cabaret La Conga (Broadway y 52) era un cuartel general de lo latino. Miguelito Valdés, su buen samaritano, lo introduce en el cabaret. Conoce a la coreógrafa Katherine Dunhan, defensora de los ritmos y ritos cubanos dentro de la danza.
Chano visita otra vez Nueva York en 1947, se integra al famoso salón Palladium en el 1692 de Broadway. Se enrola con lo que vale y brilla del jazz moderno, con el astro Dizzy Gillespie con quien hace una pareja invencible en el “afrocuban jazz”; juntos reelaboran el tema “Manteca”, que revoluciona el mundo de la música.
“Manteca" se presentó por primera vez en su repertorio en Carnegie Hall el 29 de septiembre de 1947, y fue grabada el 22 de diciembre de 1947. Es una de las obras estándares del jazz afrocubano compuesta por Dizzy Gillespie, Chano Pozo y Walter "Gil" Fuller en 1947.
El público, en su mayoría de blancos sorprendido, quizás un poco confundido quedó atónito, sobrecogido durante media hora ante algo asombroso, como si los tambores sacaran los sonidos de la selva africana. Chano tocaba por las voces de los dioses negros, por el lamento de los esclavos sufridos, el canto de la esperanza. Era algo no visto por esa gente en etapas tan tempranas en la historia. Hoy día sería algo común, pero aquellos eran otros tiempos de discriminación aplastante y de incomprensiones sobre la música del llamado Tercer Mundo (Asia, África y América Latina).
Es una de las primeras grabaciones de Gillespie junto a "Una Noche en Túnez" y considerada una de las más importantes de los Estados Unidos. Pero, no fue solamente “Manteca” una de sus grandes obras clásicas. Creó y grabó para la historia su obra cumbre. También dejó en disco: “Tin Tin deo”, “Cubana bop”, “Woodyin you” (Algo bueno), “Afro Cubana-be”, “Cubana Bop” (suite de jazz afrocubano), “Cool Breeze”.
Brilló el 29 de septiembre de 1947 en el aristocrático teatro Carnegie Hall, allí tocó la “Afro-Cuban Drum Suite”; después llega la consagración, con Gillespie en un concierto, el 25 de diciembre, en el Town Hall, fue la explosión del año. Aquello era como una bacanal de timbres, una orgía de sonidos llevados desde el centro del trópico musical caribeño.
Con esta espectacularidad se cerraba una era y comenzaba otra que abría las avenidas de los tambores afrocubanos en América. “El tamborero más grande que he oído en mi vida”, exclamaba Gillespie.
SOCIOLOGÍA DE CHANO
Chano fue un problema social, no era el único en la tragedia de las adicciones, en el mundo de la música internacional, véase la historia del rock en los Estados Unidos. Carlos Fornés, estudioso del jazz, el pop y el rock sicodélico, me hace saber que, en el mundo del jazz de la década de 1940, la droga hizo efectos muy perjudiciales a muchos grandes del jazz como Miles David, quien recomienda inhalar un poco de cocaína para tocar mejor. Tristemente la música llamada salsa latina de Nueva York, tampoco escapó al malandraje de las drogas.
Este mal dentro de la música merece un estudio riguroso, algo les ha faltado a los hombres y, en especial a los artistas que no han sabido, muchos de ellos, convivir con la fama, un peso demasiado grande que no lo puede solucionar ni siquiera la riqueza material.
También hay que ver la descendencia de los más humildes, los desheredados de fortuna. (La apoteosis de los muertos de hambre). El maleficio de la pobreza, el desamparo y la discriminación pesan mucho. Como escribió el musicólogo Leonardo Acosta sobre el Benny Moré: “Ese vivir en la que se ocultan miles de sinsabores, años de hambre y pobreza, años anónimos de errabundo andar por la vida. Ese transitar por tiempos de miseria, que minan su organismo y engendran males que a la larga no se pueden resolver”.4
Chano fue un desgraciado de la herencia miserable, de una sociedad de desigualdades. El Rey falleció trágicamente en Nueva York en el bar de Harlem, el Río Café and Lounge, en la esquina de 111 y Lenox. Fue baleado por un tal Eusebio Muñoz (El Cabito), retirado del ejército. La muerte de Chano conmovió al mundo de los tambores, comenzó una leyenda que todavía no ha terminado, ni va a terminar.
El cadáver de Chano fue trasladado desde Nueva York a La Habana en avión en martes 7 de diciembre. La emisora radio RHC Cadena Azul, a través de su director y amigo de Chano, Amado Trinidad, ofreció un tributo al tamborero con una trasmisión especial, tras la cual expreso: “El tambor de Cuba ha muerto”.
El cadáver de Chano llegó en avión, cientos de personas formaron fila en las calles para ver pasar el cortejo trasladado hasta funeraria de Infanta y San José, desde donde partió después hacia la Necrópolis de Colón.
No hay imágenes de películas, para acentuar más el mito; pero quedan composiciones clásicas de la rumba y el latin jazz. Chano vivió a toda velocidad, como sucedió con otras leyendas. También la muerte alimenta al mito. Este fue Chano, un revolucionario del tambor y la música, uno de los muchos genios musicales que ha dado Cuba y el mundo de la percusión.
NOTAS:
1-Publicado en International Journal of Cuban Studies, vol. 11, no. 1, Primavera de 2019, pp. 126+. Gale Academic OneFile
2-Idem
3-Citado por Mats Lundalhl.
4-Rafael Lam, Benny Moré: El símbolo de la música cubana, Ed. José Martí, 2019.
Ver el libro de Rosa Marquetti, Chano Pozo. La vida (1815-1948), con una completa trayectoria del gran músico.
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