Este 25 de septiembre Cuba celebra el centenario de Cintio Vitier, gran pensador revolucionario, poeta, ensayista e investigador, quien supo interpretar como pocos a través del prisma martiano los avatares de la historia patria, de la cultura nacional y de la ininterrumpida Revolución cubana, iniciada en las gestas independentistas del siglo XIX.
A esa misión se consagró como el sacerdocio de su vida y lo mantuvo en los más difíciles contextos de la república neocolonial sin hacer concesión alguna. Al decir del intelectual cubano Abel Prieto: "Ante cada encrucijada ética, Cintio ha sabido siempre situarse donde debía.”
Cintio Vitier nació en Cayo Hueso, La Habana, el 25 de septiembre de 1921. Hijo del filósofo Medardo Vitier, sus estudios los cursó en Matanzas y culminó en la capital cubana con una formación muy marcada por un profundo humanismo cristiano, que junto a la ética martiana fueron las bases fundamentales de sus pensamientos.
Para entonces el joven Vitier, junto su esposa Fina García Marruz, se integró al grupo Orígenes, formado desde la década de 1940 por intelectuales de la talla de José Lezama Lima y Eliseo Diego, quienes aportaron mucho a la cultura nacional y no se comprometieron con la corrupción predominante y crisis de valores de la clase política de entonces.
Se dedicó a sus estudios literarios, a ejercer el magisterio y colaboró en numerosos órganos del país y del exterior. Escribió Cincuenta años de poesía cubana, 1952, libro imprescindible para el conocimiento de la literatura de la primera mitad del siglo XX, además de otros textos importantes.
Pero su verdadera consagración de servicio a la Patria, al prójimo, vendría el primero de enero de 1959 con el triunfo de la Revolución en el que ve colmado sus ideales de perfeccionamiento moral y sobre lo cual escribió: "Creo que el cristiano sincero debe estar al lado de la Revolución porque es el único esfuerzo real que se ha hecho en nuestro país por cumplir el mandato de Yahvé y de Cristo, de hacerle justicia al pobre y rechazar la explotación y el lucro”.
No vio contradicción entre sus sentimientos religiosos en el proyecto cubano
En fecha tan temprana no vio contradicción entre sus sentimientos religiosos en el proyecto cubano, a pesar de no pocos sectarismos y exclusiones que enfrentó, y expresó: “Con mi adhesión a la obra social y a la postura internacional de la Revolución, quisiera contribuir, aunque fuese mínimamente, a la integración dialéctica, en el futuro latinoamericano, del marxismo y cristianismo".
Sus aportes a la construcción de las nuevas instituciones culturales fueron esenciales y junto a Fina García Marruz fundó la Sala Martí y el anuario martiano en la Biblioteca Nacional José Martí, los proyectos de publicaciones critica de las Obras Completas del Maestro y dieron especial impulso a los eventos y programas para el estudio de su legado en los que ambos fueron sostenes esenciales desde el Centro de Estudios Martianos.
A pesar de su altura intelectual, Cintio no se desligó del compromiso social y participó en la década de 1960 como trabajador de la cultura en movilizaciones agrícolas y en cuanta tarea le fue posible asumir, lo que sería una constante mientras la salud y la edad se lo permitieron.
Sus últimos años de vida (falleció en 2009), transcurrieron cuando la nación se enfrentaba a una difícil situación por la desaparición de la URSS y sus aliados de Europa Oriental, que conllevó a una crisis de la izquierda y los movimientos revolucionarios, ante lo que se vislumbraba como la victoria del imperialismo y el fin de los sueños emancipadores.
El poeta, entonces diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, convirtió su escaño en una tribuna de pensamiento en la que llamaba a la resistencia, unidad y defensa del proyecto cubano desde aquella frase magistral de que el gran reto del país era fundar un Parlamento desde una trinchera. Sin pretenderlo fue una de las voces más altas en alertar el peligro que acechaba a la patria.
Profundo conocimiento del pensamiento antiimperialista, latinoamericanista y valores éticos del Apóstol
Desde su más raigal texto “Ese sol del Mundo Moral” escrito decenios antes ya el destacado intelectual, con su profundo conocimiento del pensamiento antiimperialista, latinoamericanista y valores éticos del Apóstol , avizoró ideas que llamaban a salvar la Patria ante la embestida del imperialismo que proclamaba su imperio global .
Así proclamó “Lo que está en peligro, lo sabemos, es la nación misma. La nación ya es inseparable de la Revolución que el 10 de Octubre de 1868 (…) Si la Revolución fuera derrotada caeríamos en el vacío histórico que el enemigo nos desea y nos prepara, que hasta lo más elemental del pueblo olfatea como abismo. A la derrota puede llegarse, lo sabemos, por la intervención del bloqueo, el desgaste interno, y las tentaciones impuestas por la nueva situación hegemónica del mundo”.
Esas palabras parecen escritas para este día de renovada ofensiva reaccionaria que intenta dividir y desmoralizar con ideas traicioneras que confunden y quiebran a algunos.
Y es nuevamente Cintio Vitier, un martiano mayor, quien desde su sol moral llama a las actuales generaciones de cubanos a salvar la Patria.
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