Cómo debemos esperar el 500 Aniversario de La Habana


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Lo importante no es solo reconstruir, sino mantener. Hace años nos hemos puesto la tarea de reparar algunas obras de nuestra capital y al verlas terminadas nos sentimos felices y hasta cantamos. Después, al poco tiempo, comprobamos que por no haberlas cuidado se han vuelto a deteriorar. Sobre este asunto hay que reflexionar muy seriamente y hacerlo con el objetivo de  resolver esta situación definitivamente. No hacerlo sería perder dinero y recursos, y eso si que no podemos permitirlo.

Todos sabemos los esfuerzos que viene haciendo el Estado cubano por salir adelante a pesar del cruel bloqueo de tantos años. ¡Cómo vamos a mantenernos con los brazos cruzados si no cuidamos lo que con mucho sacrificio tratamos de levantar!

La Oficina del Historiador de la Capital trasforma y salva la Habana Colonial y puntualmente otras Instituciones y sitios de la ciudad que todos los cubanos debemos preservar; eso es mucho, pero no es todo.

Vamos a referirnos, específicamente, a barrios y lugares en distintas direcciones municipales de la Habana.

Por supuesto, es importante señalar, que en distintas ocasiones cuando el delito prolifera, alguna que otra obra no emplea todos los recursos que necesita porque los mismos se destinan a intereses “particulares”. Eso está penado por la ley y no es posible pasarlo por alto. Sabemos que algunas calles se deterioran muy rápidamente después de haberlas arreglado, pero nos preguntamos: ¿el asfalto tiene la calidad que requiere?

El pueblo debe estar atento a estas cuestiones y no dejarse dar gato por liebre.

Muy cerca de mi casa una vivienda fue reconstruida en varias ocasiones. Abandonada la saquearon también de manera sistemática. Yo lo vi con mis propios ojos, nadie me lo ha contado, y solo esto ha sido suficiente para que escriba estas líneas.

Ante el Plan de reconstrucción de nuestra Habana en su totalidad, Ciudad Maravilla, la palabra que se impone es la de “mantener” lo que seamos capaces de construir o reconstruir. Antes de mantener, debemos vigilar y exigir. ¿Se hacen las cosas con la debida ética y absoluta legalidad? Hay que observar muy bien lo que se realiza. Todos tenemos que participar en los proyectos que se desarrollen.

Es de todos el empeño por una ciudad que lucha contra el tiempo, el bloqueo, la corrupción y la desidia. Si nuestro pueblo lucha y ha luchado contra el enemigo imperial, cómo no va a ser capaz de luchar contra los descuidados que hacen basureros no obstante tener contenedores para echar los desechos; cómo no combatir a los que venden materiales de construcción “por la izquierda” sin que sepamos de dónde y cómo lo han adquirido; contra los que derrochan el agua, los que contaminan la atmósfera con incendios inútiles o con ruidos ensordecedores.

La batalla tiene que ser general. Nuestro pueblo sano y libre junto al médico de familia y los especialistas en combatir vectores, deben eliminar  enfermedades infecciosas, para que  nuestros niños y niñas puedan correr por las calles limpias y hermosas de nuestra bella ciudad. ¿Y acaso los abuelos no se merecen caminar por aceras menos peligrosas para sus dolidas piernas?

Vamos todos a poner las cosas en orden. Si cada municipio analiza sus problemas más perentorios y comienza a priorizar los mismos, y la población de cada territorio apoya, colabora, participa, las cosas van entrando con mejores posibilidades en el carril que corresponde.

La idea de que los territorios municipales asuman, dentro de la economía del país, la responsabilidad que el Estado le ha asignado resulta una idea estupenda para que la creatividad de dirigentes y pobladores se ponga a prueba y propongan mejorar las condiciones en general de toda la ciudad.

El pueblo envejece, diariamente. Cada municipio debe pensar en sus abuelos. Solo pensar en la ausencia de suficientes servicios sanitarios nos hace meditar. Recapacitemos y vendrán soluciones. Recuerden que para Cuba, y la historia nos lo ha demostrado, nada es imposible. Y no es que seamos chovinistas ni mucho menos, solo hemos aprendido, gracias a Fidel y la Revolución, que en primer lugar no nos amilanamos, y que si ponemos la mente a funcionar con verdadero sentido de responsabilidad y optimismo, podemos alcanzar lo que para muchos podría ser inalcanzable.

Adelante, con la profunda convicción del deber cumplido, para llenos de alegría recibir el 500 Aniversario de la Habana, que si cumplimos con lo que tenemos que cumplir, avanzará feliz hacia otras conmemoraciones, para orgullo de Cuba y del mundo.


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