Con los paneles dedicados a los temas Aniversario 150 del Inicio de la Guerra de Independencia, al Cincuentenario del otorgamiento del Premio Nobel de Literatura a Miguel Ángel Asturias y a La lengua de Martí, a cargo del chileno Jaime Quesada, connotados académicos y estudiosos de la obra martiana concluyeron el ciclo de conferencias que, durante dos días, convocó el habanero Centro de Estudios Martianos (CEM), con motivo de celebrarse el presente año el aniversario 165 del natalicio del Apóstol.
Análisis diversos y profundos referidos al tema Aniversario 150 del Inicio de las Guerras de Independencia, trasladados a la figura del adolescente-joven estudiante José Martí dentro de su entorno habanero, su maestro (Rafael María de Mendive), sus amigos y compañeros de estudios, la presencia y acciones bandidescas y asesinas de los llamados Cuerpos de Voluntarios, como importante fuerza armada represiva; la postura reaccionaria de la prensa española; la posición revolucionaria de la clase rica de la zona oriental de la Isla, la visión existente sobre el sistema de la esclavitud y el esclavo, la presencia de los escritos literarios y periodísticos de Martí…fueron, entre otros, aspectos analizados por los doctores Marlene Vázquez Pérez, Pedro Pablo Rodríguez López, Ibrahim Hidalgo Paz y la licenciada Caridad Atencio.
Dr. Pedro Pablo Rodríguez López: “El adolescente-joven estuvo involucrado en el medio insurreccional que existió en La Habana desde antes y al inicio de la Guerra de los Diez Años —hay que recordar que primero estuvo encarcelado hasta ser deportado después—; esto lo observamos cuando decide crear el diario El Diablo Cojuelo donde publica Abdala pieza expresiva de su postura independentista. En general, los historiadores hablan muy poco acerca del ambiente habanero en los momentos previos al alzamiento del Diez de Octubre de 1868, en la oriental Bayamo, pero ya se gestaba un movimiento opuesto al régimen español por parte de sectores de jóvenes ilustrados habaneros, al igual que iletrados (artesanos, negros libres). En suma, en La Habana hubo brotes de espíritu de rebeldía por parte de una gran mayoría de los jóvenes, entre ellos, el adolescente-joven José Martí”.
Caridad Atencio: “En relación con los primeros poemas escritos por Martí están dictados por diversas circunstancias: dedicatorias, cartas, saludos, poemas escritos en el álbum de alguna señorita, a raíz de la muerte del hijo de Mendive; el Presidio político…Mas el tema filial es el que más le caracteriza, al observarse la ternura y amor que siempre le acompañó —a la rosa familiar se le asocia la rosa patriótica—(…) toda ella nos lleva también al proceso de formación de un hombre, a su doctrina política, a su romanticismo artístico. (…) La abolición de la esclavitud, la independencia de España y una república democrática eran los propósitos de aquellos cubanos quienes desde mediados del siglo XIX se tornaron forjadores de conciencias en una generación que nació ahogada producto de la situación económica y social, y por el feroz despotismo autoritario político de la colonia española. La poesía, la escena y el periódico se adueñaron del joven Martí, y el pasar seis meses de trabajo forzado en las canteras de San Lázaro, simplemente, por confirmar sus ideas políticas y humanistas (…) Su poema dedicado al 10 de Octubre, es una de las obras martianas a las que primero se hace referencia cuando se le estudia. Es un criollo soneto que saluda el estallido bélico del 10 de Octubre de 1868, fecha en que se inicia la Guerra de los Diez Años. Este texto se publicó en los primeros meses de 1869 en El Siboney, periódico manuscrito que se repartía entre los estudiantes de La Habana, siendo un antecedente de su poema Abdala. Ambos escritos exponen el mismo goce patriótico y el mismo clamor independentista, al igual que las alusiones a lo estrictamente cubano se hacen evidentes”.
Marlene Vázquez Pérez: Traigo conmigo una impresión de lectura de un escrito martiano referido al Teniente Crespo que, aunque aparece como un artículo publicado en el periódico Patria —28 de marzo de 1892—, lo considero como un texto que está situado a medio camino entre la fábula y la historia. Martí conoció de sus hechos reales por tradición oral y compartiendo con personas que combatieron en la Guerra Grande. Sin dejar de ser un texto escrito para un periódico con fines ideológicos muy precisos, no deja de ser un cuento o relato, e incluso, puedo afirmar que una persona ajena a la Historia de Cuba, puede disfrutar de él también, al tener el encanto añadido de estar basado en hechos reales. La Guerra de los Diez Años se convirtió en un tema recurrente de las perspectivas analíticas de Martí y como tema de su creación literaria (discursos, poemas, periodismo) En el periodismo podríamos decir que es donde él despliega sus dotes como narrador. El Teniente Crespo —campesino analfabeto, alto, desgarbado, lleno de mucha humildad y bondad—, es una de las mejores y más acabadas de sus contribuciones a su labor de creación literaria a partir del tema de la Guerra de los Diez Años. De inicio a fin este escrito es un derroche de emoción, de sencillez —este último porque va dirigido a los lectores de Patria, en su mayoría hombres humildes emigrados cubanos—, donde se avalan todas las características y situaciones en relación con la preparación de la Guerra del 68 y de los hombres que participaron en ella. Y todo esto impregnado de una gran belleza poética, con el objetivo de ir preparando el espíritu de la emigración para otra próxima guerra a partir del afecto, la emoción y la devoción que suscitan los hechos narrados. En él se enmarcan la unidad entre jefes y soldados, entre blancos y negros; entre exesclavos y amos que los liberaron; entre los grandes caudillos de la Guerra del 68 y de la que se está generando”.
Ibrahim Hidalgo Paz (Moderador): “Debemos y tenemos que continuar esta obra novelada martiana sobre los grandes hombres. Si buscamos el término Revolución en un diccionario, se define como cambio profundo y generalmente violento, producto de la rapidez en que ocurre. Entre las muchas locaciones en que Martí lo utiliza está el siguiente pensamiento: Independencia es una cosa y Revolución otra. Por ejemplo, la independencia de los Estados Unidos ocurrió con la persona de George Washington, y la Revolución, con Abraham Lincoln (…) En el caso de la Revolución de 1868, dentro de las grandes propuestas realizadas por los hombres de esa contienda estaba el logro de la independencia nacional —recordar que Cuba era colonia de España, sometida por procedimientos terribles a esa dominación—; romper con el dominio hispano constituía una profunda y violenta transformación. Después y, dentro de esas grandes transformaciones, había que establecer una república. Y era tal esa aspiración que, en medio de la guerra, fue constituida. Todo ello constituye una gran transformación además en la mente del pueblo cubano. Aquellos hombres quienes habían sido sometidos, llegaron a ser ciudadanos con derechos y deberes establecidos a través de una constitución avalada por un gobierno, y cuyos ciudadanos tenían derecho al voto en las zonas liberadas. Así y, por vez primera, el pueblo de Cuba tuvo elecciones propias (…) Esta es una de las muchas cuestiones que Martí analiza en relación con la Revolución del 68. Si consideramos elementos como la independencia nacional, la abolición de la esclavitud, la constitución de una república y, por tanto, la formación de un ciudadano, hay que tener entonces muy en cuenta la fuerza que tuvo la democracia en todo sentido. Y todo ello debido al sacrificio, al estoicismo y así vemos cómo se van transformando la conciencia de cada uno de aquellos hombres provenientes de los más diversos sectores y se van igualando como ciudadanos de la república. Al final de la guerra tendremos que, al lado de un militar de academia como fue el caso del general Máximo Gómez, estaría el general Antonio Maceo, al igual que una gran pléyade de generales, comandantes, coroneles, ascendidos durante la guerra y que se desarrollaron culturalmente, porque hubo cartillas y hubo instrucción dentro de las filas mambisas, y dentro de aquellos exesclavos quienes pudieron integrarse después a la sociedad como hecho realmente inédito en la historia de nuestro país”.
A continuación el doctor Pedro Pablo Rodríguez López, el Msc. David Leyva y Luis Morera presentaron dos multimedias. Una, contentiva del Anuario del Centro de Estudios Martianos (39 números) y la otra, José Martí. Obras completas. Edición crítica (27 tomos).
Para finalizar la sesión matutina del segundo día y final del Coloquio Martiano fue presentado el título El Club San Carlos, la casa del pueblo cubano en Cayo Hueso, de Yenifer Castro Viguera. Interesante obra que fue avalada por parte del doctor Eduardo Torres Cuevas, el Msc. René González Barrios y la editora Niurka Alfonso.
Acerca de la autora, González Barrios afirmó que “es poetisa y quizás por ello imprime en lo que escribe su pasión e impronta romántica; literalmente no es historiadora pero, como escritora y especialista de archivo, une la aguda mirada crítica para el análisis de las épocas, los hombres y los acontecimientos. Ello le permitió viajar en el tiempo y vivir con intensidad los días gloriosos y tristes del Club San Carlos de Cayo Hueso, laboratorio de patria chica y templo de cubanía para los emigrados revolucionarios cubanos del siglo XIX (…) Con esta investigación, la autora entra por la puerta ancha a los estudios de la independencia de Cuba”.
Por su parte, Torres Cuevas destacó en Castro Viguera “su sensibilidad no solo poética, sino también hacia la Historia, su búsqueda y motivación (…) En ella existe la necesidad de buscar, conocer, pero, ante todo, de conocer poéticamente (…) La reconstrucción del Club San Carlos es para mí una contribución extraordinaria de lo que fue el tener un lugar donde los cubanos practicaban las virtudes martianas. Era como empezar a prepararse para aquella república a través de la conquista de las armas de la independencia. El Club San Carlos fue, sin lugar a dudas, uno de aquellos espacios por los cuales se conquistó la independencia y se comenzó a fomentar esa república martiana de Con todos y para el bien de todos”.
La sesión vespertina del Coloquio Martiano incluyó dos paneles. Uno, dedicado al Cincuentenario del Otorgamiento del Premio Nobel de Literatura (1967) al guatemalteco Miguel Ángel Asturias (Ciudad de Guatemala, 1899- Madrid, 1974), a cargo del señor Héctor Iván Espinoza Farfán, embajador de Guatemala en Cuba, y otro panel que partió del título La lengua de Martí, del autor chileno Jaime Quesada, presidente de la Fundación Premio Nobel de Literatura ( 1945) Gabriela Mistral y director del Taller de Poesía de la Fundación Pablo Neruda de Chile.
Al iniciar su intervención el señor Espinoza Farfán realizó una breve síntesis biográfica de Asturias, puntualizando que su amor y profundidad hacia el tema indigenista en sus obras (Hombres de Maíz, Leyenda de Guatemala, Week-end en Guatemala, El señor presidente), parte de su niñez “cuando tuvo sus primeros contactos con gente indígena de la zona (…) Abogado, funda la Universidad Popular de Guatemala. Su legado no solo se circunscribe a la literatura, sino también a la labor que realiza como diplomático en Argentina, Chile, España y Francia, entre otros países. Gran parte de su obra es un reflejo y protesta contra los vejámenes de las dictaduras que ensombrecieron gran parte de la historia guatemalteca. Su obra, El señor presidente, critica la forma de pensar y de actuar de las dictaduras. Su obra es vasta y de gran connotación e influencia universalmente. A esto hay que sumarle que fue el segundo Premio Nobel de Literatura (1967) latinoamericano de aquella época. En 1945, se le otorga a la chilena Gabriela Mistral”.
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