Al igual que en el resto del país, en el Museo Nacional de Bellas Artes los diez primeros meses del 2021 estuvieron marcados por la excepcionalidad que impuso al planeta la pandemia de Covid-19.
Trasladar al ámbito virtual la programación de sus exposiciones y talleres educativos, al tiempo de restaurar su patrimonio artístico e inmobiliario, fue la estrategia de esta institución que, no obstante, cerró esa etapa del año con tres importantes muestras de carácter presencial: la de Antonia Eiriz y las de los Premios Nacionales de Artes Plásticas Lesbia Vent Dumois y Rafael Zarza, abiertas al público durante algunos meses del 2022.
En ese contexto, transcurrió el primer trimestre del año que acaba de terminar, período en el que el Museo Nacional de Bellas Artes continuó desarrollando estrategias como la del uso de las redes sociales y concibiendo exposiciones de un alto nivel cultural según señaló al Periódico Cubarte Jorge Fernández Torres, su director.
“Creo que el 2022 ha sido muy significativo para el Museo. Nos tuvimos que reacomodar en todas nuestras propuestas, en nuestras actividades, pero pudimos hacer cosas importantes.
Realizamos un homenaje a Antonio Pérez, Ñico, uno de los grandes diseñadores cubanos que actualmente vive en México. Lamentablemente no pudo venir, pero aquí estaba Pepe Menéndez que actuó como curador y realmente fue una exposición extraordinaria.
Logramos traer una exposición de Sigmar Polke, a través de la Fundación Anna Polke y de Tereza de Arruda, colaboradora brasileña de nuestro Museo y de la Bienal de La Habana que radica en Alemania. En verdad, fue muy bueno el encuentro con la Fundación y poder mostrar estas acuarelas que son verdaderamente una joya, casi una clase de Historia del Arte.
Después tuvimos la primera exposición de arquitectura que hace el Museo. El título fue Del museo real al museo imaginado. Pienso que los arquitectos se sintieron muy felices porque es una exposición donde se estaban manejando muchos asuntos a la vez.
En primer lugar, el espacio real que hay que darles a los arquitectos que, con frecuencia, no son considerados artistas. Lamentablemente, no todo el mundo sabe que la arquitectura es la madre de todas las artes y eso es lo que nos han enseñado en los primeros años a los que hemos estudiado Historia del Arte.
Fue, además, una manera de llamar la atención acerca de la necesidad de crear un Museo de Arte Contemporáneo en Cuba. Estamos en una crisis muy grande desde el punto de vista económico. La situación en el país es muy dura, el bloqueo se ha intensificado, como todos conocen; pero ya nos damos cuenta de que son muchas las generaciones de artistas. Las salas nuestras sólo llegan hasta la década de los noventa y estos solo están esbozados, llevarían otro despliegue. Por otro lado, hemos seguido adquiriendo obras de artistas jóvenes, aún en medio de la pandemia.
Entonces, es imprescindible tener ese espacio para el arte contemporáneo. Es una necesidad y algo que tampoco podemos soslayar. Debemos mantenerla ahí, viva, y en tal sentido la exposición de arquitectura cumplió esa expectativa, pues tuvo una cantidad de público enorme. La Facultad de Arquitectura estuvo completa aquí, a pesar de que la inauguración fue un sábado y en el mes de julio que es de vacaciones.
Posteriormente inauguramos Elocuencia del Silencio, una exposición de esculturas cubanas contemporáneas con algunos escultores históricos, como Alberto Lescay, Tomás Lara, José Villa Soberón, Rafael Consuegra, Eliseo Valdés, Lidia Aguilera y otros jóvenes como Gabriel Cisneros y Hander Lara, que son una verdadera revelación.
No tanto como la arquitectura, pero la escultura es una de las manifestaciones más relegadas. De hecho, según citaba Gabriel Orozco, un gran artista que nos visitó, la escultura es algo con lo que uno choca cuando está mirando una pintura. Creo que los escultores también necesitan esa valoración.
Pienso que cerrar 2022 con la exposición por los 120 años de Wifredo Lam fue poner al Museo bien en alto. Lam sigue siendo un referente, una luz y un universo que hay que investigar de manera permanente.
Tuve el privilegio de que un gran conocedor de la obra de Lam, el curador Roberto Cobas, me pidiese que escribiera el texto para el catálogo. Para mí fue un honor, lo disfruté mucho. Me ha hecho recapitular toda la obra de Lam y, sobre todo su vida y su historia, que son tan ricas como su obra.
En Lam se da de manera directa esa relación entre arte y experiencia. Haber estado en el V Regimiento, vivido de cerca todo lo que pasó en la República Española; haber llegado a Cuba también en un momento complejo de la nación, luchar por los valores de identidad y haber estado al lado del país en todos los momentos. Jamás cuestionó que Fidel era el líder indiscutible.
Creo que nunca se equivocó en política. Fue un hombre muy coherente. Es muy difícil tener esa coherencia en la vida y él la mantuvo. Es un hombre digno de admirar en todos los sentidos.
Finalmente, invitamos a Koen Vanmenchelen, un artista belga de alto reconocimiento que respeta mucho a Cuba y ve en nuestro país un espacio ideal para la creación, para sus investigaciones. Ya había estado aquí en la 12ª Bienal de La Habana en una exposición colectiva en este propio Museo. Ahora regresó con esta muestra antológica que es todo un suceso”.
En una especie de puente entre los dos años, el Museo Nacional de Bellas Artes inició recientemente la jornada por el aniversario 110 de su fundación, programa que, según señaló Fernández Torres, involucra de conjunto a todas las áreas de la institución y motivará de una manera especial que el 2023 sea un año con resultados aún superiores.
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