Conmemoran en La Habana 55 aniversario del discurso Palabras a los intelectuales


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El 55 aniversario el discurso Palabras a los intelectuales, pronunciado por Fidel Castro Ruz, en la Biblioteca Nacional el 30 de junio de 1961, ante un grupo de artistas y escritores cubanos, fue conmemorado ayer en ese histórico lugar con la participación de importantes personalidades de la cultura nacional.

Se encontraban presentes el doctor Armando Hart Dávalos presidente de la Sociedad Cultural José Martí y director de la Oficina del Programa Martiano, Abel Prieto, asesor del Presidente Raúl Castro, Roberto Fernández Retamar, presidente de la Casa de las Américas y Julián González, Ministro de Cultura, entre otros artistas, escritores y directivos del sector.

El doctor Eduardo Torres Cuevas, director de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, moderó y participó en una mesa integrada por Miguel Barnet, poeta, etnólogo y presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, el escritor Eldys Baratute, miembro de la dirección nacional de la Asociación Hermanos Saiz y Liliam Mendoza Estrada, presidenta de la Brigada José Martí de instructores de arte, los cuales realizaron un acercamiento a  Palabras a los intelectuales desde la perspectiva de las diferentes generaciones  que representan.

Torres Cuevas señaló que el discurso de Fidel nació del debate ideológico que lo antecedió los días 16 y 23 de junio y que esa pieza trascendente “tomaba distancia de los raros esquematismos y de las ideas censoras que lamentablemente predominaban bajo el muy discutido nombre de realismo socialista”.

Resaltó que “aquel acto que pudo ser coyuntural se convirtió, no por mando y acato, sino por tocar las fibras más sensibles de la creación y el espíritu cubano, en un cuerpo permanente de ideas (…) que ha contado con remociones, profundizaciones y redefiniciones, siempre superadoras, pero siempre fiel al espíritu inicial”, declaró.

Más adelante subrayó que el carácter socialista de la Revolución había sido declarado solo dos meses antes, por lo que fueron discusiones  sobre el papel de los creadores en el proyecto revolucionario en una nueva dimensión de la sociedad cubana: el socialismo.

En otro momento de su intervención enfatizó en que es un discurso nacido “en una nueva sociedad construida desde la tradición cultural de la resistencia al colonialismo, al neocolonialismo, al ingerencismo y al imperialismo. No hay otra cultura posible en Cuba que la de Félix Varela, Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, José Martí, Antonio Maceo, Julio Antonio Mella, Nicolás Guillén, Alejo Carpentier, José Lezama Lima, y cuantos más que no menciono por problemas de espacio”.

Eldys Baratute, leyó algunos fragmentos de Palabras a los intelectuales a la luz del presente, analizando  cómo se materializan hoy “los ecos de aquellas palabras”.

Destacó cómo a muy pocos años del triunfo revolucionario Fidel “estaba invitando a construir un país desde la participación, desde la inclusión y desde la unidad, y esa invitación ha quedado refrendada desde entonces”, afirmó.

Luego se refirió al reconocimiento por parte de los artistas y escritores jóvenes “como lo hizo Fidel hace 55 años”, del papel de las instituciones culturales en la preservación del patrimonio cultural y en la promoción de lo mejor del arte y la literatura. “Hoy reafirmamos la necesidad de una planificación consciente en donde no predominen criterios economicistas, lo cual es imprescindible para mantener la cultura como eje transversal de los procesos sociales”, expresó.

Consideró que uno de los mejores homenajes que pueden brindar los creadores jóvenes a aquellas palabras de Fidel es colocar en el centro de los debates al binomio indisoluble arte-sociedad y accionar desde la cultura sobre problemas medulares como las debilidades del sistema educacional, el papel de los medios en la formación de estilos de vida y la necesaria relación escuela-familia-sociedad.

“A ser profundamente inconformes invitaba él ese año, a propiciar que de las más grandes contradicciones nazcan los más grandes proyectos, a soñar todos el gran sueño de ser mejores”, concluyó.

La presidenta de la Brigada José Martí comenzó su intervención expresando:” para alguien tan joven como yo (…) ser resultado de esas visiones y esas aspiraciones manifestadas aquel día constituye, después de estos 55 años, un enorme compromiso”, y añadió que le corresponde a su generación mantener las ideas básicas de ese discurso que hoy definen la política cultural de la nación “y es nuestra responsabilidad también que puedan perdurar en la historia”, aseguró.

A continuación compartió anécdotas asociadas a sus primeras nociones de la cultura y al papel que jugó el instructor de arte de su grupo de teatro infantil en su formación cultural y espiritual. Mencionó como tributo, ejemplos   de relevantes instructoras de arte como Sara Lamerán y Olga Alonso, y enalteció la labor imprescindible de los más de diecisiete mil instructores de arte que en todo el país contribuyen hoy al enriquecimiento espiritual de los cubanos.

“Con magistral elocuencia yo creo que han sido dibujados en el espacio de Palabras…, conceptos como calidad de vida, o asociados a la formación de juicios y gustos estéticos, la valía del ejercicio del pensamiento, y en esto quiero hacer énfasis porque creo que Fidel le dio un peso a la formación del individuo desde el ejercicio del pensamiento”, aseveró.

Valoró que el alcance del trabajo de los instructores de arte ha estado esencialmente en los saberes y en los valores éticos que estos han transmitido a la comunidad, tan necesitada de tal práctica “ante la avalancha de patrones y modelos de vida foráneos” y enumeró proyectos de gran impronta en comunidades en algunos casos desfavorecidas o de difícil acceso.

Finalizó la instructora de arte declarando: “hagamos entonces desde cada lugar lo que nos corresponde, sigamos siendo cada día mejores, pasemos --como se dijo en aquel momento-- a la posteridad para que las futuras generaciones, las nuestras, puedan decir «la última palabra»”.

Miguel Barnet al hacer uso de la palabra rememoró su experiencia como participante del extraordinario acontecimiento, pues gracias a Argeliers León, jefe del departamento de música de la Biblioteca Nacional, y su maestro en el aquel entonces, pudo presenciar el discurso Palabras a los intelectuales.

“Aquel discurso para mí fue algo revelador; me cambió completamente la vida; decidí que yo no iba a ser un empresario editorial (…) ni tampoco un profesor de español en un College americano, que me iba a quedar aquí en Cuba”, explicó.

En otro momento de su intervención comentó cuánto le sorprendieron las palabras de Fidel, pues los debates entre intelectuales a los que había  asistido en la época, mantenían un lenguaje mediatizado por la feroz censura que existía; “era un lenguaje retórico, un sintagma de convenciones y de pronto Fidel vino desde Columbia con ese discurso fresco, moderno, directo, coloquial, ese discurso que le llegaba al alma a todo el mundo porque estaba diciendo  verdades indiscutibles, extraordinarias, y eso fue lo que más me impresionó”, reveló.

Seguidamente afirmó que aquel día habían en la sala escritores de todas las tendencias ideológicas y filosóficas y “Fidel supo hablar de la libertad de expresión, supo unir a todos esos intelectuales, que todos eran mayores que él, (…) y dijo « todos los que quieran la Revolución van a estar con nosotros, dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada», una frase que ha sido tergiversada, mal interpretada”, advirtió.”

En otro sentido reflexionó: “Yo no sé quién puso el título de Palabras a los intelectuales; los intelectuales son también los científicos, los médicos, los ingenieros, los filósofos, Fidel se reunió aquí con escritores y artistas, estas son palabras a los escritores y artistas (…) Fidel estaba preocupado con el arte, con qué iba a ocurrir en un país donde el arte no estaba contemplado como una prioridad”.

Sobre las funciones de la UNEAC reiteró “sigue la política trazada por Fidel, que se interrumpió en el llamado « quinquenio gris o decenio negro», por mentes sietemesinas, obtusas, oportunistas, no sé cómo calificarlas, que produjeron muchas heridas, heridas que están abiertas, que aún no se han restañado (…) el que puso final a aquel desastre fue Armando Hart, cuando se creó el Ministerio de Cultura que él presidió”.

Barnet al concluir hizo referencia a las dificultades, las limitaciones actuales y los retos que impone el imperialismo” les digo a ustedes, y a los que piensan que vamos a perder la batalla, la vamos a ganar porque Fidel nos enseñó también a perder el miedo”.


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