De Corina Emilia Mestre Vilaboy se ha de hablar siempre, de a corazón y a pecho erguido, con su esperanza en un país más culto, más martiano, mejor. Evocarla tres días después su partida física, luego de una y a las siete semanas. Más que para para llorarla para agradecerle y cumplir con ella. Ya no con la solemnidad o el cumplido mediático, sino con entregarse y hacer el bien; para expandir su ejemplo.
Para contagiarnos con su sonrisa, un año después, para erguirnos con su voz si nuestra voluntad se resiente. Ese clamor tan grueso como su humanismo, la expresión más sonora de altivez. Reproducirla, declamando, será siempre alimento para el patriotismo.
"Yo tengo bien definidos qué cosa es Patria, Identidad, la Revolución. Estoy aquí porque este es el único lugar donde me interesa morir"-expresó alguna vez esta cubana ejemplar.
A Maestras como ella, se le piensa en presente, la aprehendemos y la activamos en nuevos actos de fe. Yo corino, tú corinas, corinamos si el deber nos reclama, si la cultura está en riesgo, si a la Revolución urge fidelizarla. “Profesora Titular” fue en las aulas, en la batalla cultural y en el hacer más Patria.
Ya lo apuntaron los que bien la calaron. “Corina Mestre se sembró en Cuba. Eternamente nos dará sus frutos”-comentó el Maestro Roberto Valera. Y otros más, el Presidente de la UPEC Ronquillo Bello dijo: “Corina Mestre se va, aunque permanece, como todos los que hicieron de su vida un gólgota de pasión por los demás”.
“Hay gente que no debía irse nunca. Gente que al irse te hacen sentir que tu mundo empieza a desdibujarse. Lo he sentido últimamente y hoy, sin tiempo para el adiós o el abrazo, lo siento una vez más”, confesó desde Pinar del Rio el poeta Nelson Simón.
El periodista Norland Rosendo se lo afirmó a ella misma: “Tú no te vas a ir nunca, Corina. No puedes dejarnos así. No puedes. Tú eres bálsamo y guía, fuerte interpretando papeles de mujer recta y fuerte defendiendo ideas justas en los debates más acalorados. Tú eres más que maestra, el contenido, la clase misma. Cuba se estremece con tu voz, con tus gestos, con tu convicción. Sin ti la escena no será igual. Prohibido irte. Tú eres Cuba. Y Cuba, a pesar de las tempestades, navega siempre con sus hijos dentro”.
Se quedará inundándonos, de mil maneras: “Su voz rotunda y poética se quedará como un eco en los vientos de Cuba y tomará fuerza entre los palmares, las ceibas, las llanuras y las montañas para proteger nuestras islas como un manto de dignidad”. Como su magisterio, al decir de Ronquillo, “seguirá acudiendo a las aulas con la misma persistencia mística de un evangelio vivo. Su arte, que es decir su alma y su espíritu, brotará de las tablas, las pantallas y los escenarios como fluye el agua de los manantiales de la tierra”.
Como un ángel de la guardia para los de su gremio, como siempre lo fue.
“¡¡Caramba, Mamá Cora, Corina, Maestra, Ada madrina...!! Cómo no lamentar tu partida física, si fuiste para los humoristas de mi generación una bendición; cuántos recuerdos se agolpan en mi mente...; eterna gratitud te debemos, quienes gracias a tu magisterio y sabios consejos, logramos cosas que nos parecían inalcanzables. Para ti, que siempre brillaste con luz propia, toda la luz del Universo”, fue el sentir desde Holguín de Onelio Escalona.
También desde el oriente testimonió Emilio Vizcaíno Ávila: “Conocí personalmente a la maestra Corina Mestre en el 2001, llegó a la Cruzada Teatral acompañada de Julián González -en ese momento Presidente del CNAE- la recibimos en la comunidad de Picoteo del municipio Baracoa, al día siguiente y con toda humildad fue nuestra cocinera, hizo un delicioso dulce de albaricoque en almíbar y por supuesto un puerco asado, así de grande la recuerdo”
“¡Qué persona! ¡Qué mujer! ¡Qué artista! ¡Qué compañera de trabajo! Su verbo cortante con filo de katana dejaba mudos a sus contrincantes. Corina es mucha Corina. ¡He decidido recordarle así; y recordarle a través de los chistes de Morlote; de sus arranques de defensa a su patria!”, fue la sentida expresión de Juan Ramírez Martínez, de Teatro Bayamo
"Evert sigue por ese camino, que ese teatro es vital hacerlo en estos tiempos, con los aires de modernidad que ustedes le imprimen, porque eso es lo genuino y auténtico del teatro cubano"-rememoró Evert Álvarez Hernández del grupo Aries.
“Inspírenos su ejemplo de autenticidad para los difíciles tiempos que nos toquen vivir y tomemos su patriotismo como bandera para continuar...”, pidió José Oriol González, en nombre de Teatro de los Elementos y de los Artistas de Cumanayagua.
Corina seguirá impulsando a sus compañeros de la UNEAC, con su ejemplo y su exigencia. “Tuve el honor de estar a su lado en grandes debates culturales, en los que su palabra siempre arrojó luz y patriotismo”, declaró en Facebook el historiador Ernesto Limia. “Brillante artista, valiente, resuelta, amiga, ejemplo de consagración. Conocerla y trabajar juntos ha sido un privilegio, anotó en otro post del escritor Alberto Marrero.
La Vicepresidenta Magda Resik, le ofrendó un compromiso: “Cori: Marta Bonet, tu familia de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba - UNEAC y de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana, Cuba, seguiremos siempre el gran ejemplo de batalladora inclaudicable por la cultura cubana revolucionaria, maestra de juventudes, talentosa artista y mujer sensible y amorosa. Te adoramos!!!”
Y lo más importante, persistirá en sus alumnos y en el cariño de los cubanos.
“Mi vocación primera es la del magisterio, que es una vocación por la justicia. Porque se es maestro, más que para enseñar la técnica (que claro que es importante), para inculcar valores”- proclamó en una de las pocas entrevistas que concedió.
“Te confieso que esa vocación me ha llevado hasta el dolor. Cuando era joven y las fuerzas me acompañaban, no me importaba. Pero ahora seguir en el camino, llegar hasta el último rincón del país buscando que no se pierda ningún talento para el arte, me daña mucho físicamente. Pero no puedo parar, porque al mismo tiempo me estimula, me llena espiritualmente. Mientras tenga fuerzas lo haré”.
Por esta entrega, larga e intensa, mereció el Premio Nacional de la Enseñanza Artística en el 2015. Y cuando en el 2022 recibió Premio Nacional de Teatro, ya hacía tiempo que se lo había ganado, con más de 70 puestas en escenas.
En vida fue, se ha destacado por estos días, “una de las artistas más leales y amorosas con la gente humilde, con los sin nombre”. De ahí, que entre los premios que mereció, la Medalla Nicolás Guillen, la Distinción Majadahonda de la UNEAC, la Distinción por la Cultura Nacional y la Réplica del Machete del Mayor General Máximo Gómez …; el que más le importó fue la reciprocidad del público, el de “todo el pueblo de Cuba que tanto la quería y admiraba”.
Los que la vimos en tribunas, en las cárceles y en los barrios más humildes. Los que admiramos sus actuaciones en el cine, el teatro y en la televisión. Como esa madre fuerte en “La casa de Bernarda Alba”, en la aventura “Los papaloteros” y en las telenovelas “Pasión y prejuicio”, “El eco de las piedras”. O, más recientemente, en el programa Entre manos, junto a su hermano Augusto Blanca.
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