Para la prensa que habitualmente da cobertura al Festival de Cine Francés, el encuentro con la delegación de cineastas galos que viajó a La Habana tenía este año un atractivo particular: entre sus integrantes figura  Costa Gavras, toda una leyenda de la cinematografía contemporánea.

Apenas entró al Salón, fue rodeado por algunos de sus colegas de la Cinemateca de Cuba y por las intenciones nuestras de sostener, siquiera de forma colectiva, un aparte con el admirado realizador de Z, Estado de sitio o Desaparecido, entre otras tantas películas en las que ha plasmado con maestría artística sus preocupaciones sociales y políticas.

Gracias a Nouredine Essadi, fundador junto a Christophe Barratier del Festival, logramos un breve intercambio antes de que comenzara la comparecencia conjunta de quienes volaron hasta la capital de la Isla acompañando sus respectivas películas.

En un precario español, no carente de sentido del humor, Costa Gavras inició el diálogo acosado por nuestros micrófonos:

“Para mí siempre es un placer y un orgullo estar en Cuba a donde he viajado cuatro o cinco veces. Cada vez que vengo me gusta mucho visitar la Escuela Internacional de Cine, en la que he ofrecido varias charlas junto a García Márquez”.

¿Ha podido conocer el Nuevo Cine Latinoamericano?

Si, claro. Conozco el Nuevo Cine Latinoamericano. Lo que no se por qué actualmente en Francia se ven menos películas de esta parte del mundo que en años atrás, incluyendo las cubanas. Eso es una falta, me parece.

Cuba ha hecho películas extraordinarias lo que demuestra que un pequeño país puede tener un cine importante. Siempre he creído, y eso lo vivimos en Francia, que el desarrollo del cine depende de la voluntad política de los gobiernos.

Un cine nacional es necesario para la imagen del país por lo que no se puede dejar solo en manos de los productores independientes. Es necesaria una voluntad política que en Francia la tenemos desde hace muchísimos años. Es por eso que es un cine que produce mucho y, además, la gente acude mucho a él.

Acá presentará su más reciente película: El Capital. Háblenos de ella.

(Se sonríe y responde) No tiene nada que ver con el de Marx. El Capital es una película que trata sobre el dinero,  convertido hoy en un tipo de religión en el mundo.

Los hombres, las mujeres no cuentan. Solo el dinero. También pienso que actualmente el poder político se debilita frente al financiero que, claro, es necesario en la sociedad, pero para ayudar a la gente.

¿En qué medida aprecia que ha variado su visión como cineasta de Z a El Capital?

Primero los años. Se puede ver en las fotografías”, responde rápido con picardía para luego añadir:

Z es una película que pertenece a otro período histórico de Europa y del mundo, que ha cambiado mucho. Solo que no cambió para mejor. En algunas partes cambió para peor.

Sí, claro. Cambié porque las experiencias han cambiado, el mundo ha cambiado. Fui padre, ahora soy abuelo.

Todo eso ha cambiado mucho pero hay principios que no quiero cambiar. No se si podré continuar así pero no quiero cambiar algunos principios de la vida. La ética.

¿Y la estética?

La ética y la estética. Son dos palabras muy cercanas.

¿Tenía referencias de este Festival de Cine Francés?

Al Festival es la primera vez que vengo pero conozco a  Christophe Barratier desde que él era un niño y me parece muy bien que esté organizando esto cada año. Me hace feliz que tantos cubanos puedan ver las películas francesas.

Luego sube junto a sus colegas  al estrado y cuando interviene no deja de decir, siempre en español:

“También estoy muy feliz de que Estados Unidos esté adoptando otra actitud respecto a este país. Siempre pensé que debían dejar a Cuba desarrollarse en  su sistema, sin bloqueo y sin todas esas cosas organizadas en su contra. Pienso que ahora será diferente”.