Cristina Zubieta y su don para la literatura


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La vida de la escritora mexicana Cristina Zubieta bien podría ser una de sus novelas. Estadía de varios años en República Checa, doce hermanos, experiencias en seis países, hijos a su cargo y otros episodios vivenciales conforman un paisaje único que la narradora ha sabido aprovechar en su arte.

Desde hace cinco años, Cristina Zubieta asume la responsabilidad y las exigencias de la literatura infantil y para adultos. Cinco años y cinco libros son sus producciones hasta el momento, en las que refleja los más diversos relatos de la existencia humana, a fin de cuentas, la escritura son las puertas de la memoria y la ficción a través del tiempo.

En la edición 30 de la Feria Internacional del Libro de La Habana, Zubieta impartió una conferencia sobre la importancia de la oralidad para potenciar el aprendizaje y la imaginación en edades tempranas de la vida.

“La palabra hablada, dicha o leída nos da la oportunidad de compartir con los lectores sentimientos y oportunidades que vemos en las letras. Es una gran información, no solo de lo que se ve en el texto, sino de la emoción con la que se lee”, precisa la también licenciada en Mercadotecnia.

“El vínculo afectivo que se hace en la relación escucha y lector se fortalece con el tiempo y al final de los días el que escucha se convierte en lector y al mismo tiempo va a compartir sus sentimientos y emociones a través de la lectura cuando sea mayor”, asegura Zubieta.

Para saber cuáles propósitos laten en la narrativa de Cristina Zubieta, el Periódico Cubarte entrevistó a la escritora.

¿Cuánto debe cambiar su sensibilidad literaria al moverse en dos públicos tan diferentes como el infantil y el adulto?

Cuando nosotros, los autores, creamos literatura infantil los personajes no deben de ser tan demarcados, quiere decir son personajes que se le dan dos o tres cualidades, pero lo que importa es la historia, no tanto los personajes per se.

La historia debe ser dulce, inteligente, divertida para que un niño tenga interés en escucharla, sino el lector no se conecta con la audiencia y no tiene ningún sentido. Mis obras tanto El duende del calcetín como El hada de las cucharitas y El cucú que se robaba el tiempo son dirigidas al lector adulto, porque esas historias ya las conocemos.

El duende del calcetín es el que desaparece los calcetines y nunca sabes tú porqué se roba uno; El hada de las cucharitas es cuando abres el cajón de la cocina y de repente te faltan las cucharitas y no sabes donde están o aparece una cucharita que no es tuya y El cucú que se robaba el tiempo es una niña que su mamá es muy exigente, o sea, quiero llamarle la atención a los papas para decir: hay que darle tiempo a los niños para jugar.

El sentimiento de una historia conocida da risa. Cada vez que mis amigos van al cajón y dicen “el calcetín”, piensan en la historia, entonces ya se hizo una conexión, es algo gracioso que podemos compartir, disfrutar juntos. Eso es lo más importante en los libros, que existe una conexión.

En algunos autores los personajes llegan a ser una presencia real en su vida ¿Es también su caso?

En casa, todos estos personajes son reales, cuando ves el reloj y de repente son las 4 y treinta te preguntas ¿a dónde se fue el tiempo?, o cuando estás jugando y divirtiendo ¿a dónde se fue el tiempo? Esas cosas pequeñas, momentos íntimos que tenemos en la vida se ven reflejado en una historia que nos están acompañando todos los días.

¿Cuáles argumentos podemos encontrar en Helena, su primera novela para adultos?

Está basada en la vida de mis papás, mi mamá a la edad de 82 años, después de 14 años de viuda, decide casarse con un hombre de 91. Por ese entonces, yo vivía todavía en China y tenía unos 50 años. Mi mamá es mayor que yo 37 años.

Nosotros que somos 13 hijos, soy la número 12, la vida nos dio una bofetada porque en la historia te vas dando cuenta cómo este hombre con el que se casó la amó profundamente y nos demostró a todos que el amor puede sobrellevar cualquier cosa.

El hecho de convivir con tantas personas en su familia ¿cuánto enriqueció su literatura?

En el primer libro todo, son estas historias que me contaron ellos (en referencia a sus hermanos) porque estaba muy pequeña. Las historias van de boca en boca. Sabes bien que la opinión de tu mamá es diferente a la de un hermano.

En esta recolección de opiniones de todos, las diferencias entre mis vivencias y la de ellos me enriqueció muchísimo. Yo también traspaso ese sentimiento. Es muy importante decirte que me salgo de esa familia, porque no soy ni juez ni parte, simplemente una narradora de historias.

Me dicen que tengo muy buen sentido del humor y es que si no fuera así no sobrevivía a mis hermanos y a todas las tragedias que me pasaron viviendo con ellos. Tienes que sacar el sentido del humor para poder sortear muchos problemas diferentes, hay muertes, pérdidas, abandonos y es parte de la vida.

¿De qué manera convive en su escritura las vivencias de tantos países?

En México di mi libro Apariencias para la lectura y la crítica. La primera pregunta que me hicieron fue ¿cuántos idiomas hablas? Hablo bien español, inglés y portugués, pero me dijeron que conocía los acentos de muchas personas y es que viviendo en el extranjero hay colombianos, chilenos, argentinos, cubanos y entonces yo puedo plasmar estos acentos en las letras.

La problemática extranjera de vivir en otro país también se presenta en Apariencias. Lo que yo creía verdadero, pensé que estaba bien, las teorías de educación que me dieron en casa no sirven para nada. Puedes tener valores, conductas, pero al final del día, esas ideas me van a servir o no, o al contrario, si me están llevando a algún pozo.

Las costumbres, apariencias, prejuicios o religión ¿me ayudan a salir adelante o hacen que me deprima? Es up to you, depende de ti, de cómo lo tomes. Más que valores, religión y aprendizajes, la actitud es todo. Eso lo aprendes viviendo afuera.

¿En este camino como escritora se siente satisfecha?

Me siento muy feliz, sí te lo puedo decir. Satisfecha todavía no, porque quiero escribir más, estar siempre presente, pero estoy contenta y satisfecha en el sentido de que he logrado cosas en tan poco tiempo, tengo cinco años escribiendo y he publicado cinco libros.

Estoy muy feliz de que finalmente estas cosas que yo sentía ¿por qué me está castigando Dios? nos dan herramientas para hacer algo bello.

¿Qué temas le interesa recrear en la literatura?

Siempre he querido seguir escribiendo cuentos para niños que me apasionan. Fue el inicio de mi carrera, mi mamá me decía: “Cristina por favor, con ese sentido del humor y todas las cosas que te han pasado necesitas contarlo”.

Tengo amigas testigos de las cosas que vivimos y me decían: “eso nada más te pasa a ti”. Son vivencias íntimas, muy simpáticas, que es bueno contarlas, porque a lo mejor otras personas las han vivido igual en otra parte y se dan cuenta de que son tan raras en el planeta.

El anecdotario de lo que nos ha pasado en el extranjero es buenísimo contarlo.

Por último, ¿alguna historia que le obsesione ahora mismo?

Estoy trabajando en Mi nombre es Max, un niño que empieza a contar su historia. Empieza a decir “Yo soy Max, nací en un plantea que no era el de mis padres, todo es diferente y tengo que aprender”. A mis papás les gusta cambiarse de planeta, entonces ¿por qué me ven mal los demás, acaso soy menos que ellos? 

Quiero contar la historia de un niño que ha cambiado tanto de sitio como mis hijos ¿qué es lo que pasa por las cabecitas de esos niños y cómo el mundo exterior los ve?

Con más de cinco décadas de vida, Cristina Zubieta confiesa que se encuentra solo en el inicio de un largo camino dedicado a revelar historias para aprender y crecerse ante la vida. Vendrán de sus manos e intelecto relatos sobre temas sensibles, capaces de tocar asuntos neurálgicos alegóricos a este mundo y su sistema de pensamiento.

 

 

 


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