Crítica y Ballet, ¿acordes pertinentes?


critica-y-ballet-acordes-pertinentes

Crítica y Ballet, ¿acordes pertinentes?

ʺEn la crítica seré valiente, severo y absolutamente justo con amigos y enemigos.

Nada cambiará este propósitoʺ

Edgar Allan Poe

 

 

Dentro de la amplia agenda de acciones por los setenta y cinco años fundacionales del Ballet en nuestro país, la sala Villena de la sede habanera de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) acogió el panel ʺDesafíos del Ballet Nacional de Cuba en su 75 aniversarioʺ. Ante una amplia representación de la compañía (actuales y exintergrantes), profesionales de la danza toda y directivos de la organización, se expusieron zonas principales de atención percibidas por la Crítica.

La profesora y crítica Mercedes Borges, los doctores Ismael Albelo y Noel Bonilla-Chongo, el crítico y especialista del Consejo Nacional de las Artes Escénicas Vladimir Peraza, bajo la introducción de Yuris Nórido, presidente de la Sección de Crítica e Investigación de la Asociación de Artistas Escénicos en la Uneac, de manera sutil, centraron sus opiniones en un asunto de rigor: la Crítica como ʺmal necesarioʺ. Entonces, repensar las causales presentes del legado y urgencia en la fundamentación conceptual de la ʺescuela cubana de balletʺ, el estatus de la coreografía de cara al repertorio construido y a esas franjas por conquistar todavía; el rol determinante en los intereses de las nuevas generaciones de artistas y espectadores, así como la internacionalización de la compañía desde las emergencias y circunstancias del momento en escenarios nuestros y foráneos, permitieron asegurar que el ejercicio del criterio y la crítica en sí, es un proceso ineludible, consustancial por demás a cualquier disciplina. Ahora, en la danza, y más específicamente en el ballet, tiene que ayudar a revelar lo invisible de la técnica, de los códigos, de los signos y no necesariamente lo visible (fuetees, balances, extensiones, giros, cabrioles, técnica, etc. Parafraseando a Mallarmé: “profundizar, no en la técnica, sino en el significado de la operación estética que la danza actúa sobre la realidad”.

En nuestro país, una larga tradición en la formación de bailarinas y bailarines de excelencia, les sitúa en franca mayoría; coreógrafas y coreógrafos le siguen en número, aunque no necesariamente en competencia; mientras que críticas y críticos de danza somos claramente minoría, más allá de ser un mal necesario. Partamos de que en el ejercicio del criterio se puede acertar o errar lejos del punto medular. Pero, generalmente, cuando se utilizan principios analíticos sólidos y coherentes (no quiero decir necesariamente, convencionales, establecidos, tradicionales, apologéticos), difícilmente el ejercicio se desvía de su blanco y suele atinar con un grado mínimo de falibilidad. Claro, en la aprehensión de lo efímero, de lo inatrapable que es el acto único e irrepetible de la llamada representación (noción ya superada), se impone una cuestión axial: ¿para quién el crítico ejerce su ocupación? La experiencia nos dice que, por lo general, no de manera específica para los danzantes, y mucho menos para los coreógrafos, quienes cuando el desacierto les habita o se sienten contravenidos, tildan al trabajo crítico como perturbación del camino por la vereda, de acto incomprendido.

Pero, con todo y más, la jornada vivida en la Uneac dentro de un contexto en homenaje y celebración por el cumpleaños del BNC (para la ocasión el compositor y pianista Ernesto Oliva, la Premio Nacional de Artes Plásticas Lesbia Vent Dumois, junto a Luis Morlote Rivas obsequiaron sus obras respectivas); incluso, más allá de lo polémico de la posición del quehacer crítico hacia la sensibilización, el aprendizaje y formación de criterios valorativos en el lector-espectador, en el llamado de atención hacia espacios de interés en el trabajo creativo, en la gestión cultural y acompañamiento de las instituciones, etc., nos dejó un dulce sabor de puente colaborativo posible entre la Crítica y el Ballet, en asociación con la Uneac.

Por otra parte, al volver sobre las atenciones operativas en el ejercicio de la crítica, si reclamamos que la creación dancística de este preciso momento se torne responsabilidad, dolor, atinada ocupación y preocupación indagatoria incesante; la crítica bien entendida (incluso por quien la ejerce), sin pretender sustituir el hecho que aprecia, no será menos búsqueda, dolor y ocupación rigurosa. Igualmente es disfrute y creación cuando se logra, en el ejercicio del criterio, exponer con claridad y coherencia la belleza del instante bailado.

Retos y desafíos le son tan urgidos al Ballet Nacional de Cuba, como le son tan apremiantes a la crítica en su ser mediación fundante, propositiva y elevada; de su estar fuera de la adulonería pacata y banal del periodismo poco objetivo, de aquel que con la mera adjetivación y el ensalzamiento pretende construir una emocionalidad infeliz. Ese tipo de mentalidad, tiende al estancamiento, la repetición involutiva, la trivialidad y, por obligación, a una danza y crítica inoperantemente, intrascendente. Y, créanme, de esas partes también hay mucho en nuestro contexto. Hoy, cuando la escena mediática se sustenta por igual a partir del desarrollo relativamente reciente de dispositivos con soporte distintos, asistimos a un corrimiento hacia otros modos de entender el trabajo creativo de la crítica de danza fuera de la añeja pregunta de ¿aliada o villana de la coreografía? Hoy por hoy, apostemos por tender, entre la Crítica y el Ballet, acordes pertinentes.


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte