En el próximo Sábado del Libro será presentado el volumen de poesía Cuaderno de La Habana, del poeta, ensayista, licenciado en Derecho y Máster en Ciencias Políticas Internacionales, David López Ximeno.
David López Ximeno no es habanero de nacimiento pero le canta su amor y su dolor a La Habana en poemas como La Habana que pasó, Las ciudades, Paisaje habanero de la soledad, Guardavecino, Momentos del gorrión habanero, que entre otros publica en este libro la editorial Extramuros, de la capital.
El autor comentó a Cubarte que su libro quizás reinventó otra ciudad; quizás sea la que muchos añoramos; mientras esperamos que se haga realidad esta añoranza confiemos La Habana al poder salvador de la poesía.
¿Cuándo escribe Cuaderno de La Habana?
En realidad hace cinco años comencé a escribir un grupo de textos relacionados con la ciudad. Eran poemas que visualizaban mi relación con el entorno citadino, trataba de reflejar en ellos mi estado de ánimo, alimentado en muchas ocasiones por la lejanía física.
La Habana es algo que se lleva muy adentro, y cuando uno no está presente renace como un poderoso fantasma. Otros poemas son el resultado de mi contemplación; en ocasiones me he colocado frente a la ciudad como el espectador frente a un filme. Solo que la cámara eran mis pupilas, que todo lo escudriñaban, lo atrapaban, para luego transformar estas imágenes en texto.
No escribía con el ánimo de conformar un libro específico, solo atesoraba estos textos al igual que atesoro mis fotografías sobre la ciudad. Un día revisando mi papelería y releyendo los poemas me di cuenta que tenía un peculiar cuaderno de poemas. Lo comenté con un amigo y él me dijo: “Entonces, ¿por qué no lo titulas Cuaderno de La Habana?”. Así surgió este regalo personal, muy sentido para la ciudad en la que vivo. Muy sentido, porque no todos son poemas complacientes. Denotan conflicto, crítica y pena. Quizás en eso radique la peculiaridad del libro. Eso creo, pero mejor que lo comprueben los lectores.
¿Es usted habanero?
No soy habanero, y si lo soy. Nací en la ciudad de Matanzas. Mis padres vinieron a vivir a la capital por razones de trabajo, cuando mi madre se encontraba embarazada. Al momento del parto retornó con la familia y allá nací yo. A los pocos meses me trajeron para el hogar materno aquí en la barriada de Miramar, donde viví hasta el año 2014.
En la capital ha transcurrido toda mi vida, mi jardín de la infancia, mi escuela primaria, los estudios preuniversitarios, la universidad, excepto el tiempo que he estado fuera del país, toda mi vida ha transcurrido en La Habana, de manera que soy habanero desde la cabeza hasta la raíz.
¿Cuál fue la inspiración?
Quiero decirte que conozco muchas ciudades del mundo, de todas llevo un poco dentro de mí, pero La Habana siempre me seduce mucho. Es algo que no logro comprender. Claro está, hay muchas cosas que uno no logra explicarse. Uno vive y la vida te conduce por un camino extraño, los sentimientos de apego al terruño son extraños, a fin de cuentas uno es de donde se sienta mejor. Así lo pienso. Pero esta regla de mi pensamiento tiene su excepción en mi relación con La Habana.
De niño paseaba de la mano de mi padre por la zona de la ciudad que hoy conocemos como Centro Histórico. Aquellos sitios me seducían de una forma rara. Mi padre se encargó de inculcarme un infinito amor por la ciudad. Me enseñó a valorar y a comprender su arquitectura. Me explicaba cómo en una ciudad contemporánea, deben convivir en armonía lo antiguo y lo moderno. Creo que la inspiración para escribir estos textos se fue sedimentando con el paso del tiempo. Esa es la verdadera razón. La inspiración estaba acumulándose poco a poco dentro de mí.
Por lo que me dice, en su libro se encuentran sentimientos contradictorios hacia La Habana. ¿Cuál prima en usted? ¿El dolor como en los versos del trovador Carlos Varela?
Son sentimientos contradictorios, derivados del amor infinito que siento por la ciudad. Lo que uno ama, también puede generar sentimientos encontrados. Esto es válido hasta para las personas que te rodean. Los sentimientos contradictorios que experimento hacia la ciudad están dados por el dolor de verla envejecer sin dignidad, esto podría parecer extremo, pero en mi concepto es así. Cada día nos acosan más las ruinas, la podredumbre, los lugares desagradables, los parques arrasados, monumentos agredidos por graffitis, las avenidas sin árboles, los animales maltratados, la gente mendigando en las esquinas de las zonas más céntricas de la gran ciudad.
Estas cosas provocan en uno un rechazo inmediato. Pero en compensación, al menos para mí, existe la labor encomiable de Eusebio Leal, la conciencia de las personas sensibles como Nora, la presidenta de la Sociedad Protectora de Plantas y Animales; existe un grupo de ciudadanos que queremos una Habana diferente.
Muchas veces siento que las autoridades son las primeras que no entienden que la ciudad es un cuerpo vivo al que hay que atender. No se pude pretender educar, si los encargados de ejercer el arte de educar desconocen cómo se educa.
Carlos Varela expresa su dolor en sus canciones, son muy críticas, a mucha gente le molestan, pero Carlos Varela solo canta lo que ve, lo que vive.
Te decía que atesoro fotos de La Habana antigua, fundamentalmente de principios del siglo XX. Uno se deleita contemplando la ciudad, en realidad era muy hermosa. Fíjate que digo era, porque ahora solo tenemos la belleza decadente, golpeada, o lo que es peor, mancillada.
Cuaderno de La Habana es un libro altruista, quizás él reinventó otra ciudad, no solo para mi imaginación, sino para el amigo lector. Creo en el poder salvador de la poesía. Los poemas a La Habana llevan esa intención.
La imagen de la cubierta es una foto tomada por usted. ¿Por qué fue la escogida?
Yo fui quién la escogió para la cubierta del libro. Es una fotografía realizada por mí a la portada barroca de la Casa de la Obra Pía. Creo que es un símbolo de la ciudad vieja. Esa imagen es una de las tantas que atesoro. Cuando tengo oportunidad salgo a caminar la ciudad para hacer fotografías. Trato de captar las cosas. En la editorial me pidieron algo de mi trabajo fotográfico y pensé que esta imagen de la columna podría funcionar.
¿A cuáles lectores está dirigido Cuaderno de La Habana?
Cuaderno de La Habana es un libro dirigido a todo el que lo quiera leer. Creo que todo el que ame la ciudad debería acercarse a sus páginas. Créeme, lo digo sin vanidad. Todas las personas que me conocen a profundidad saben que no albergo ese sentimiento. Entregué esos versos como un gesto de amor por mi ciudad. A muchos lectores le dará tristeza leerlos, otros reflexionarán. La Habana es la capital de todos los cubanos. Eso se expresa a menudo. Un libro sobre ella es para todo el que lo quiera tener entre sus manos. La poesía es de todos.
¿Qué podría contarles a estos lectores con el ánimo de incitarlos a la lectura de sus poemas?
Les diría a los lectores que es un libro escrito con sentimiento. Creo que en sus páginas hay algo que nos pertenece a todos, algo que nos une, es el amor que sentimos por nuestra ciudad, y la tristeza que causa su abandono, su deterioro constante.
Ya otros escritores escribieron sobre la ciudad. Pusieron en blanco y negro la visión que tenían sobre sus calles, sus gentes y su universo. Pero resulta que La Habana es inagotable. Siempre da más. Da para escribir mucho más. También da para reinventarla siempre entre las páginas de un cuaderno de poesía o en una novela. El oficio del escritor radica en reinventarle a los lectores todos los universos posibles de La Habana.
¿En qué nuevo proyecto literario está inmerso David López Ximeno?
Ahora trabajo en otro libro sobre la ciudad, este es un volumen que contiene crónicas y pequeños ensayos. Quiero mostrarle al lector historias desconocidas de lugares muy célebres, y de otros no tanto. Me apasiona la investigación, y todo lo que pueda contribuir a que conozcamos más sobre nuestra ciudad es importante dejarlo en blanco y negro. Los habaneros no podemos perder la historia. Leal sembró una semilla que ha germinado en múltiples esfuerzos. Hay que sumar. Hay que sumar al conocimiento de lo nuestro. Un poco esta también tiene que ser la labor del escritor. Al menos yo trabajo para eso, para asomar a la gente a la puerta de su propia vida.
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