Cuatro meses de la escritura martiana. El tomo 26 de las “Obras” de José Martí


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Tomo 26 de Las Obras completas en edición crítica de José Martí.

Qué mejor manera de celebrar hoy 20 de octubre el Día de la Cultura Cubana que presentar en este Centro de Estudios Martianos un nuevo tomo de sus Obras completas en edición crítica.

Un esfuerzo enorme de casi tres años de laboreo intenso de investigadores y editoras ha permitido este momento feliz porque se pone a disposición de los lectores un nuevo grupo de textos del Maestro, hecho de primera magnitud, sin duda alguna, de la cultura nacional.

Doy algunas cifras como meros indicadores cuantitativos del esfuerzo del equipo que asume la tarea de esta edición crítica.

El tomo 26 abarca casi exactamente cuatro meses de la vida de José Martí: del 1º de junio al 28 de septiembre de 1887 y lo integran 37 documentos: 26 escritos para la prensa y once cartas. Lo publicado en los periódicos se distribuye así: 12 trabajos aparecieron en El Partido Liberal de México, 11 salieron impresos en el diario bonaerense La Nación, y tres en el mensuario El Economista Americano impreso en Nueva York, para el que Martí colaboró con asiduidad durante varios años.

De las once cartas, nueve fueron enviadas a Manuel Mercado, una a Enrique José Varona y otra al uruguayo Enrique Estrázulas, quien le había abierto años atrás el acceso al consulado de su país en la ciudad norteña, a su cargo todavía durante aquel 1887. Son numerosas las cartas a Mercado, el amigo mexicano, porque acompañaban a los envíos de los escritos martianos sobre Estados Unidos para el diario El Partido Liberal.

El aparato crítico del tomo, llevado a números, lo conforman 1105 notas al pie, 577 entradas al Índice de Nombres y 174 entradas al Índice Geográfico, en su casi totalidad con las informaciones correspondientes a cada una. El Índice de Materias comprende 287 entradas.

Para los asistentes que no han manejado esta edición crítica explico que todos los documentos martianos han sido cotejados por los manuscritos que se conservan en el Centro de Estudios Martianos y por los ejemplares de los periódicos que se nos han aportado por colegas colaboradores de México y Argentina. Así se ha fijado el texto lo más cercanamente posible a lo escrito por Martí, incluyendo las enmiendas, variantes y tachaduras en sus manuscritos, aspectos todos señalados en las notas de texto, al pie de página.

El resto del aparato crítico lo forman las notas al pie informativas y aclaratorias, y los índices dichos: de nombres, geográfico y de materias. Apunto que esta edición crítica es la primera compilación martiana que incorpora el Índice de Materias, tan útil para los estudiosos y para cualquier otro tipo de lector. También, como en todos los otros tomos que ha sido necesario, se ofrece un Índice Cronológico de todos los textos, dado que estos se agrupan en el tomo en dos secciones, una que pudiéramos llamar periodismo, y otra que reúne la correspondencia. A diferencia de otros volúmenes, en el que nos ocupa no hay notas finales amplias, pues no se consideró pertinente dar tal categoría a asunto alguno. En consecuencia, de las páginas del tomo 26, 245 son de los documentos martianos y 92 de los índices.

Pero quizás más importante que los fríos números sea decir que brindamos diez crónicas no compiladas antes, ocho de El Partido Liberal y dos de La Nación.  En todos los casos se trata de versiones de esas que Martí llamó “Escenas norteamericanas” muy cercanas entre sí, aunque nunca exactamente iguales y algunas con cambios muy notables, publicadas en alguno de esos diarios, las que, además, nos dejan apreciar el cuidadoso taller de escritura efectuado por el Maestro con cada uno de sus textos. Como hay que señalar también que prácticamente apenas quedaron aspectos sin hallar información de aquellos que nos planteamos debían ser considerados.

Los documentos de este tomo muestran la madurez ya alcanzada por el pensamiento de Martí durante esos meses de 1887, su acabada comprensión de los múltiples resortes y personalidades de la sociedad estadounidense, su ética humanista y de servicio, y la madurez de sus juicios y proyecciones para Cuba, para América y para el mundo.

Varios problemas esenciales de los Estados Unidos de entonces fueron analizados con singular lucidez por Martí, tales como el estancamiento económico a que conducía la política proteccionista, el auge de las luchas obreras y las protestas sociales de todo tipo así como la represión sobre ellas, los crímenes  y la discriminación contra los negros a pesar de  haberse abolido la infame esclavitud, las sutilezas de los enfrentamientos políticos que no podían explicarse solo por las rivalidades de demócratas y republicanos, el creciente papel de la mujer en aquel país, la necesidad de la reconciliación con el Sur vencido en la Guerra Civil, la peligrosa acción  de los grupos anexionistas hacia México y el avance científico y tecnológico de la nación.

Tres joyas de la original prosa martiana pueden leerse en este tomo en sus versiones para México y para Buenos Aires. Me refiero a las crónicas que marcan tres sucesos que señalaron los cambios que se producían en la sociedad norteña: el cisma del catolicismo ante la posible excomunión del sacerdote irlandés establecido en Nueva York Edward McGlynn, las fiestas conmemorativas del centenario de la Constitución estadounidense y la celebración por el Día del Trabajo.

En verdad, habría que decir que los escritos de este tomo, en su conjunto, son muy importantes para entender la profundidad de la crítica martiana a Estados Unidos y a la sociedad industrial moderna, para conocer  el desarrollo de una conciencia antimperialista en Martí y para disfrutar a ese periodista y escritor supremo que ya no nos puede aportar la novedad  informativa, mas que siempre nos atrae por la excelencia  de su estilo y de sus capacidades literarias  por la riqueza y admirable lucidez de su mirada sobre los Estados Unidos finiseculares, en plena transición hacia una potencia imperial. En esas crónicas está el por qué Martí fue el faro de la nueva sensibilidad estética que luego se llamó modernismo que aún hoy nos estremece y el antimperialista que nos convoca a la pelea por el bien mayor del hombre.

“No hay música más difícil que la de una buena prosa”, dijo en una de sus cartas a Mercado. Les invito, pues, a disfrutar de esta música tan especial que es la buena prosa de José Martí con estos textos de cuatro meses de su corta e intensa vida, y a sentirnos así un poquito mejores y a trabajar por ser así cada día de nuestras propias vidas.

(Versión de las palabras de presentación de este tomo en el Centro de Estudios Martianos.)


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