"Cuba:¿fin de la Historia?"


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“(…) Cuando José Martí emprendió el último tramo del camino que lo llevaría hasta la revolución, tenía la certeza de que Estados Unidos podía constituirse en un grave obstáculo a la emancipación cubana. Ante el surgimiento y desarrollo del capital financiero en el último cuarto del siglo XIX, sabía que e problema no estaba en como impedir su penetración en la Isla –ya el Sugar Trust controlaba el mercado de crudo y mieles desde la década de 1880; la Juraguá Iron Company había adquirido los yacimientos de hierro en Oriente en 1883, y existían inversiones norteñas en el país calculadas en cincuenta millones de dólares--, sino en evitar que el dominio económico derivara hacia la anexión política”.

Así explica en el Capítulo Dos, Estados Unidos en el preludio de la Revolución de 1895, de su libro Cuba: ¿fin de la Historia? (1), el escritor cubano Ernesto Limia Díaz; título presentado por el ministro de cultura Abel Prieto Jiménez, en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) ante un numeroso auditorio integrado por académicos, escritores,  artistas, jóvenes representantes de la organización Hermanos Saíz; veteranos de la Asociación de Combatientes de la Revolución, además de dirigentes de organismos políticos como Fernando González Llort, vicepresidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP). 

Al inicio de la presentación Prieto Jiménez elogió el prólogo del citado título realizado por el connotado poeta y ensayista Juan Nicolás Padrón, quien destacó en la escritura de Limia “junto a una gran eficacia comunicativa y dotes para la narración y prosa cuidada, su emoción, porque la historia para él no es ejercicio académico, pasado muerto, pretexto para vacuas conmemoraciones, sino carne y sangre de un presente que estamos cada día construyendo y de un tiempo futuro que, como gustaba repetir Julio Antonio Mella, tiene que se mejor. Tenemos que hacer mejor”.

Por su parte, durante su intervención el Titular de Cultura reseñó cada uno los cinco capítulos que conforman la obra: De Varela al tambor: el parto de la Nación; Estados Unidos en el preludio de la Revolución de 1895; Cuba: una vieja página en la agenda política de Estados Unidos; Cuba frente a la cruzada del neoliberalismo y Para conectar desde los sentimientos.

En el Capítulo Cuatro, en específico: Cuba frente a la cruzada del Neoliberalismo, el Autor rememora a Francis Fukuyama quien, en el verano de 1969, divulgó en The Nacional Interest, la versión de su ponencia “The End of History? (¿El fin de la Historia?), impartida en la Universidad de Chicago, en la que “Estados Unidos y sus aliados derrotaban al socialismo y la evolución ideológica del mundo parecía culminar en la universalización de la democracia occidental, vencido el socialismo real, no existía ninguna alternativa de modelo de desarrollo viable que prometiera mejores resultados”, apuntaba Fukuyama con cierta duda expresada mediante el signo de interrogación.

“Una élite transnacional que concentró el capital y el poder económico tras controlar la tecnología, la información y los servicios, convertía la Tierra en una fábrica global; la fase de trabajo intensivo de la producción internacional era desplazada al Sur, donde estaba la mano de obra barata. Con la desintegración del campo socialista, desde Europa del Este hasta América Latina, los estados, las economías y los procesos políticos se integraban bajo su égida. Esa élite no quería intervención estatal: ¡había llegado la era del neoliberalismo! (…) sin embargo, la élite transnacional no conseguía someter a los pueblos. Se impuso en Washington una interrogante: ¿cómo derrotar la resistencia a la homogeneización cultural?

Acota Limia, entonces, en “Cuba: …que es entonces que “Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía en su obra El precio de la desigualdad, arroja luz sobre el mundo que oculta este gran negocio: los mercados por sí solos no son eficientes ni estables y tienden a acumular la riqueza en las manos de unos pocos, mientras los Estados y gobiernos que siguen los dictados neoliberales dan ventaja solo a los más ricos. El sueño americano es un mito. El uno por ciento de la población disfruta de las mejores viviendas, la mejor educación, los mejores médicos y el mejor nivel de vida. ¿Nuestro sistema de valores está erosionando los valores básicos?”   

“La cultura de masas, fabricada en los laboratorios financiados por la élite transnacional cuenta ya con público en Cuba y se observan manifestaciones de idiotez (…) Mucha gente confunde lo yanqui con lo moderno; lo que tiene swing, onda, prominencia, con lo yanqui…Y todo ello tiene que ver con la enorme industria de chatarra cultural que producen los Estados Unidos”, afirmó al analizar dicho capítulo el Ministro cubano de Cultura, para luego subrayar un fragmento del libro que resalta que “en esta batalla Cuba lleva las de ganar, como resultado de la profunda Revolución en el campo de la Cultura con que se edificio la Nación a partir de 1959.

Acerca del insustituible papel en la Revolución de la institucionalidad y sus actuales retos, Limia rememora palabras del propio titular Abel Prieto en la Sociedad Cultural José Martí, hace meses atrás:

“En el propio sector cultural han surgido tendencias entre artistas y promotores que se cuestionan el papel de las instituciones y consideran que a través de formas no estatales podría lograrse una promoción nacional e internacional más eficiente (…) Desmantelarla equivaldría a liquidar la política cultural y a dejar en manos del mercado el establecimiento de jerarquías y modelos. Esto nos obliga a seguir trabajando para hacer más competentes y creativas a nuestras instituciones y reforzar su vínculo con la vanguardia artística e intelectual. Sin sus instituciones el ámbito cultural se convertiría en una jungla y la mediocridad ganaría una preponderancia irreversible.”

Luego de analizar aspectos fundamentales del resto de capítulos, Prieto Jiménez resaltó que “esta obra está concebida para la batalla actual; son textos que deberán tener                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           

presentes el maestro o profesor a la hora de enfrentarse a sus alumnos, al igual que el dirigente de una organización estudiantil, el instructor de arte…Cinco mil ejemplares de un título que debe y tiene que ser bien distribuido”.

Cuba: ¿fin de la Historia?, libro con un caudal inagotable de informaciones que, como bien afirmase Prieto Jiménez “lleva al lector de la mano, a través de sus reflexiones precisas, profundas, accesibles a todos y que constituyen un compromiso con la Revolución, con el presente, con el futuro y con nuestro glorioso pasado”.


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