Columna: Los que escriben para niños se confiesan
A veces el talento literario se consigue como fruto del esfuerzo, la dedicación a un oficio y en otras oportunidades hay creadores que nada más asomarse al mundo, ya demuestran ser poseedores de un talento poco habitual. Yo tuve la suerte de conocer a Daniel a través de obras suyas presentadas a varios concursos, en los que me tocó ser jurado, oficio gratificante en un caso como el suyo, pero que también puede dejar inquietudes o sinsabores. Lo primero que advierto en sus libros es la autenticidad, el hecho de que este joven autor tiene una voz propia y no pretende ir a la moda, ni parecerse a nadie, sino que trata de escribir sobre aquello que le duele y apasiona y esas suelen ser las razones más fundamentales que avalan la obra de un autor, aquello que marca su paso por el mundo, por un lector, movimiento o su época. Leamos a Daniel Zayas Aguilera (1), su propia voz nos dice cómo se ve en el mundo de los libros para niños y jóvenes y cómo aprecia su desarrollo.
¿Existe para ti una literatura infantil? ¿Una LITERATURA? o simplemente ¿Literatura para personas?
Hay numerosas editoriales, colecciones, revistas y concursos, especializados en la comercialización y hasta teorización sobre la LIJ. Esto ha determinado los contornos de lo que ya algunos definen como: Género, subgénero o tendencia. Yo creo en la Literatura. Uno puede encausar el enfoque de una obra pensando en un lector específico. La obra puede ser premiada o hasta publicada por una de esas colecciones o editoriales que mencionaba al inicio, puede ser incluso comentada en una de esas revistas especializadas, pero, a la larga, el gran reto es que el lector asuma la obra y la haga suya. Más de una vez los lectores han burlado las intenciones o la perspectiva con que el autor concibió la obra. Más de una vez un libro supuestamente para jóvenes ha roto los diques del encasillamiento y ha mojado los ojos de personas ancianas. Más de una vez un libro escrito para adultos, crítico, agrio, violento, ha sido asumido por los más jóvenes. Es en las manos, en la mirada y la imaginación del lector donde la historia que contamos cobra vida. Son ellos quienes deciden si soplarán su aliento en la nariz de nuestros personajes para echarlos a andar.
¿Qué piensas de la infancia?
Para mí es una etapa que aún no acaba. Las carencias, el amor, el modo en que desaparecía la ingenuidad, el dolor de ver a las personas a mi alrededor perdiendo la memoria, las historias de mis abuelos, La Isla y su entorno agridulce, todos, son elementos que matizaron mis primeros años y que insisto en dilatar. En varios de mis libros no hago más que reescribir la infancia. Ahí se gestaron mi carácter, mis manías, mis pasiones, mis cicatrices.
En tu concepto ¿los niños y niñas leen hoy día más o menos que antes?
Paradójicamente la LIJ se vende bastante bien según tengo entendido, sin embargo, eso no se traduce en un alto índice de lectura por parte de los más jóvenes. Cualquiera puede llegar a la conclusión de que los padres no escatiman en gastos cuando los niños caen eufóricos y en manada sobre las mesas de libros y que estos, los niños, con ese mismo entusiasmo echan a un lado el libro. Sé de niños y adolescentes que son vistos como una especie de animal raro por leer.
¿Qué piensas del tono que deben tener las historias para niñ@s?
Debe serles familiar, divertido e impredecible.
¿Eres tú parecido a alguno de los personajes de tu obra?
Sí. El Danilo de Gaviotas en las aceras soy yo, en los demás libros hay mucha más ficción, pero en todas las esquinas de las casas, de la ciudad y hasta bajo las uñas de los personajes hay fragmentos de mi vida.
¿Cómo concibes idealmente a un autor para niñ@s?
Atrevido, provocador, simpático y hasta un poquito irrespetuoso. Hay que romper normas y discursos ñoños. Nuestras historias deben parecerse un poco más a los secretos de esos adolescentes. Hay que moverlos a la risa, pero también debe haber espacio para que la lectura sea fructífera, enriquecedora. Hay que moverlos a la reflexión, es preciso que sean capaces de razonar.
¿Reconoces en tu estilo alguna influencia de autores clásicos o contemporáneos?
Por supuesto, sobre todo de Bradbury y Mark Twain.
¿Cuáles fueron tus lecturas de niño?
Jack London, Emilio Salgari, Julio Verne, Homero…
¿Quién es tu héroe de ficción?
El primero que me deslumbró no fue un hombre, sino un perro. Colmillo Blanco fue algo adictivo, no sé cuántas veces lo releí mientras los profesores escribían en la pizarra pues confieso que era en horario de clases donde mejor me concentraba.
¿Quién, tu villano?
Huckleberry Finn, como Tom Sawyer, es una rara y exquisita mezcla de héroe y villano. Quieren ser bandidos y terminan consiguiendo todo lo contrario. No sé si se ajuste a lo que me pides, pero me gustan tanto que debo mencionarlos.
¿Qué es lo que te enciende emocionalmente-creativamente? ¿Qué es lo que te desanima?
Me enciende la belleza, no solo la femenina sino toda la belleza que aflora detrás del buen arte. Me desanima la mediocridad.
¿Qué atributos morales piensas que debe portar consigo un buen libro infantil?
Ninguno, me gusta que los libros abran muchas puertas al conocimiento, no quiero enfrentar la página en blanco con la sensación de que un doberman me gruñe cada vez que intento alguna línea. Si me pongo a pensar en los atributos morales que debe poseer mi personaje, terminaré trazando un protagonista buenazo, sin matices. Todos, en el fondo, somos un poco malditos e inmorales, incluso los más pequeños, ¿por qué negarlo?
Aparte de tu profesión actual, ¿qué otra cosa te hubiera gustado ejercer?
Hubiese querido ser cantante, pero soy completamente arrítmico y mi voz no es digna ni del peor de los pregoneros.
¿Qué profesión nunca ejercerías?
Burócrata. Por cierto, ¿eso es una profesión?
¿Podrías opinar de la relación autor-editor?
A mí me ha ido muy bien. He tenido editores muy exigentes, otros no tanto. Ellos también han hecho suya la obra. Esto ha significado siempre una ganancia para el texto. Igual soy muy disciplinado y humilde ante cada sugerencia. No quiere decir que sea un autor sin criterio, para nada, pero respeto mucho el trabajo del editor y la serenidad con que enfrentan el anonimato ante los lectores cuando es a ellos a quienes muchas veces se debe la efectividad y grandeza de una obra.
¿En qué nuevo proyecto literario trabajas actualmente?
Varios. Estoy retocando un par de novelas cortas para adolescentes: La familia inflamable y El amor de los gatos, la cual es una segunda parte de La sombra de los almendros de Ediciones Abril. Además, estoy trabajando un libro de cuentos en el que al igual que en mis otras novelas juego con momentos y personajes de la Historia de nuestro país, sobre todo de la etapa republicana.
¿Pudieras hablarles a los lectores de CUBARTE del desarrollo de la LIJ en la isla?
En el caso de Isla de Pinos no somos muchos dedicados a la literatura para niños y jóvenes y esto es algo que me preocupa. Hace poco un amigo llamaba la atención sobre la sensibilidad que poseerían los hombres y mujeres, pineros y pineras, de mañana, cuando han crecido sin parques de diversiones, sin teatro, sin cine, oyendo en todas partes la peor música… Eso me hizo reflexionar sobre el entorno tan crítico en el que crecen y se forman esas mujeres y hombres que mañana serán lentos de pensamiento y tan pero tan grises. Me duele saber que en el campo de la literatura también somos pocos intentando maquillar este asunto. Creo que como mismo hoy se edifica un teatro y un parque de diversiones, pronto aparecerán aliados. Al menos esta vez prefiero ser optimista.
¿Cómo combinas tu literatura con el trabajo de editor?
Yo hago muy poco trabajo de edición, sin embargo le doy seguimiento a cada libro de Áncoras, editorial que coordino, mientras transita por edición, corrección, diseño, ilustración, impresión y encuadernación y, lo más tedioso, hay que negociar con directivos, autores, preparar planes, fichas, etc... Todo esto me quita el sueño con frecuencia, así que aprovecho y escribo de madrugada. A veces el estrés que me genera el trabajo de la editorial es tan grande que no consigo teclear una palabra y me la paso maldiciendo. Todo esto se me pasa en el instante en que llega hasta mi nariz el olor de la hoja impresa. Es una relación un poco rara y hasta algo masoquista. El trabajo en la editorial me resta tiempo para escribir, pero lo disfruto mucho.
Si tuvieras que salvar solamente diez libros de un naufragio ¿cuáles escogerías? ¿Alguno de los que has escrito?
Ninguno de los míos, no soy tan vanidoso. Además, esos están en mi cabeza, los repetiría incansablemente en mi memoria hasta que consiga algo de papel en el mercado negro, que persistirá aún después del naufragio, y pueda reescribirlos. La verdad es que soy tan indeciso que me ahogaría debatiéndome entre tal o más cual libro, eso si no infarto. Teniendo en cuenta que en este instante el agua no escala por mi cuello y tengo tiempo para pensar mencionaré algunos: La Biblia, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha de Cervantes, El Diario de campaña de José Martí, Tuyo es el reino de Abilio Estévez, La invención de Morell de Bioy Casares, El Maestro y Margarita de Bulgakov, El vino del estío de Bradbury, Los cuentos completos de Abelardo Castillo, En la calzada de Jesús del Monte de Eliseo Diego y La Poesía Completa de Raúl Hernández Novas.
Nota:
(1) (Isla de la Juventud, 1987). Poeta, narrador, escritor para niños y coordinador del proyecto Editorial Áncoras de la AHS. Premio en el concurso de Poesía de Amor de Nueva Gerona 2010. Premio Áncoras de poesía, 2012. En la categoría de Literatura para Jóvenes ha obtenido los siguientes premios: Premio Paco Mir, 2013; Premio de la Ciudad de Nueva Gerona, 2014; Premio Waldo Medina de la UNEAC en la Isla de la Juventud 2014 y 2015. Premio Sed de Belleza 2014. Premio Calendario 2015. Tiene publicados los libros: Gaviotas en las aceras (Ediciones Sed de Belleza, 2015); Viendo caer los pájaros (Ediciones Áncoras, 2015); La sombra de los almendros, por la Editorial Abril, con la cual obtuvo el Premio Calendario 2015.
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