De Colombia me llegan novelas y versos de amor


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Ahora que conocemos que Colombia es la tierra a la cual Cuba dedica la Feria Internacional del Libro de este 2023, me vienen a la mente muchas de las novelas y los versos de amor que declamaba a mis alumnos en mis tiempos de profesora.

Dedicaba muchas horas al estudio de la Literatura Cubana y a la historia de la Hispanoamericana; sentía muy de cerca el latir de la escritura de nuestra América, en especial de la poesía, que siempre nos unió y nos salva.

Revisando mi biblioteca, cayó en mis manos un texto de Jorge Isaacs. María, una célebre novela del romanticismo colombiano que le dio la vuelta al mundo y que consagró a su autor como un Maestro de la narrativa americana.

Jorge Isaacs nació en Cali en 1837 y murió en Ibagué en 1895.

Cultivó también los versos de amor en aquel soneto que tituló “Soñé”, y que dice así:

 

He soñado feliz que a tu morada

llevóme en alta noche amor vehemente.

Creí aspirar el delicioso ambiente

de moribunda lámpara velada.

 

Sobre muelles cojines reclinada,

dormir fingías voluntariamente

la cabellera de ébano luciente

sobre el níveo ropaje destrenzada

Trémulo de emoción, tus labios rojos

oprimí con mis labios abrasados.

Pudorosa y amante sonreíste.

 

¡No bajes, por piedad, los dulces ojos.

brillan por el placer iluminados

haciendo alegre mi existencia triste! 

 

Un escritor colombiano, también autor de una novela titulada De sobremesa, me hace recordar muchas y bellas cosas. Me refiero al colombiano José Asunción Silva, que nació en Bogotá en 1865 y murió en la misma ciudad en el año de 1896, por cierto víctima de un lamentable suicidio.

Su poema más conocido y celebrado es “Nocturno No. 3” un largo texto que marcó un aire de renovación poética, no solo en la Patria que le vio nacer, sino en toda Hispanoamérica.

Aquí un fragmento para su disfrute:

¿Ah de la noche trágica me acuerdo todavía!

¡El ataúd heráldico en el salón yacía!

Mi oído fatigado por vigilias y excesos

sintió como a distancia los monótonos rezos!

¡Tú mustia, yerta y pálida entre la negra seda,

La llama de los cirios temblaba y se movía,

perfumaba la atmósfera un olor de reseda

un crucifijo pálido los brazos extendía

y estaba helada y cárdena tu boca que fue mía!

 

José Asunción Silva, fue un Precursor del Modernismo en Colombia, y está considerado como uno de los más poderosos y originales poetas del país.

En esta ocasión quiero recordar a mis queridos lectores a un escritor colombiano muy singular. Me refiero a José Eustaquio Rivera. Nació en Neiva en 1888 y murió en Nueva York en 1928. 

Escribió la novela La Vorágine. Un libro de extraordinario lirismo que denuncia el problema social de explotación del caucho. Este texto ha sido traducido a muchos idiomas. 

Según pude conocer La Vorágine (junto a María, de Isaacs, y Cien Años de Soledad —del también colombiano Gabriel García Márquez—) es considerada la obra novelesca más conocida en el orbe del hermano país. 

De su poesía podemos decir que, como sonetista, José Eustaquio Rivera fue de una perfección admirable y es uno de los más importantes en Hispanoamérica. 

Adiós

Todo en nosotros muere con esta despedida

los dos desde este instante cambiaremos también;

sobra serás mañana por mí desconocida,

distinto seré entonces del que tus ojos ven.

 

El viento que hoy deshoja la rama florecida, 

luego de los retoños alegrará el vaivén.

Se estrechan nuestras manos antes de la partida,

que pronto a extraños seres les brindarán sostén.

 

Adiós cruenta palabra que inventó la tristeza,

eco de lo que acaba, grito de lo que empieza,

súplica de los ojos que no quieren llorar…

 

Me abrazas y vibramos en un solo gemido,

tú por la angustia efímera del recuerdo querido,

yo por la certidumbre de que voy a olvidar.


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