La Plaza de la Catedral, espacio natural de su surgimiento y desarrollo durante más de medio siglo, es escenario por estos días de la peculiar celebración del aniversario 55 del Taller Experimental de Gráfica de La Habana, organizada bajo el título Canto y llanto de la gloria.
Cuatro de sus más emblemáticas instalaciones vinculadas al TEGH son sedes desde el pasado 30 de junio de igual número de exposiciones concebidas, desde el punto de vista curatorial, sin otro propósito que el de festejar el nacimiento y consolidación de uno de los más prestigiosos proyectos culturales de la capital cubana.
La Casa Marqués de Arcos, lugar donde se fundó el Taller en 1962, exhibe obras de creadores que influyeron en la gráfica de esa década; entre ellos Antonia Eiriz, Alfredo Sosabravo, Leonel López- Nussa, y el chileno José Venturelli, por solo mencionar algunos.
En la Casa Lombillo aparecen estampas de artistas que se han mantenido apegados a estas técnicas y de otros que, afiliados fundamentalmente a diferentes manifestaciones de las artes visuales, han acudido esporádicamente a esta forma de expresión.
El Museo de Arte Colonial, por su parte, abriga una serie de modalidades a las que se ha llevado el discurso de la estampa como los libro-arte, los periódicos, las revistas y también obras realizadas en soportes no editables, como aquellas que con un carácter comestible fueron incluidas en esta parte de la exposición.
En el propio Taller Experimental de Gráfica de La Habana, los interesados pueden apreciar obras de quienes han sido sus directores, de sus especialistas y de doce de nuestros Premios Nacionales de Artes Plásticas que han encontrado allí un sitio idóneo para dar rienda suelta a sus inquietudes creativas.
En total, son 190 los artistas representados en este proyecto que, abierto al público hasta mediados de agosto, ofrece un panorama bastante completo de lo que ha sido la gráfica cubana en el último medio siglo, a partir de la curaduría que realizara el equipo integrado por Alejandro Alexis García Núñez, Elsy Susana García Pino y Daniel Alberto Rodríguez García.
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