Este 4 de junio la Compañía Santiago Alfonso, fundada por este prestigioso bailarín y coreógrafo, Premio Nacional de Danza 2006, celebra su aniversario 20 con una sólida trayectoria artística en la que sobresalen el dominio y limpieza de las técnicas del baile y la proyección escénica de los danzantes, amén de la elegancia y buen gusto de las coreografías, los vestuarios y las escenografías, todos bajo la exigente mirada del conductor de este grupo.
Formado bajo el rigor del magisterio de Ramiro Guerra cuando integró el elenco en el entonces Conjunto Nacional de Danza Moderna, hoy Danza Contemporánea de Cuba, y del célebre Cabaret Tropicana donde dirigió memorables espectáculos igualmente llevados a diferentes escenarios del mundo, Santiago Alfonso Fernández (La Habana - 1939) ha impregnado a su compañía, amén de la experiencia adquirida, un elevado nivel de profesionalidad que la sitúa entre las más notables del país, condición avalada por el numeroso público que concurre a sus presentaciones en distintos teatros de la capital, entre estos la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba y el coliseo América, en Galiano y Concordia.
Los espectáculos escénico-musicales dirigidos por Santiago con su compañía suelen caracterizarse por ser seductores, y ganan la admiración del público que recibe un producto artístico alejado de fetiches, vulgaridades y soluciones facilistas en las dramaturgias de las corografías; estilo en el que igualmente sobresalen el diseño de diferentes focos de atención, mediante los cuales utiliza al máximo los espacios escénicos en que se mueven los bailarines con soltura, dinamismo y elegancia.
Las puestas en escena de esta compañía poseen un distinguible sello de cubanía, síntesis de la cultura e idiosincrasia insulares. Con movimientos ondulados y serpenteantes, y desplazamientos firmes y armónicos, los bailarines se deslizan sobre el escenario para crear ambientes que trascienden por la energía y belleza del cuerpo humano, premisa sobre la que descansan los diseños coreográficos de Santiago, para convertir la fisionomía de los integrantes de su grupo en portadora de los lenguajes que quiere trasmitir a través de la danza; intención en la que establece nexos muy directos e interrelacionados entre el baile y la música.
Según el reconocido teatrólogo y asesor del Departamento de Desarrollo Artístico del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, Vladimir Peraza Daumont, en su texto titulado Santiago Alfonso del son al jazz, publicado el 7 de junio de 2022 en La Jiribilla, el insigne maestro le expresó, el 16 de febrero de 2008, en un correo electrónico, que él era “un exponente del ajiaco socio-étnico-musical que es la cubanía, pasado por Ramiro Guerra, Lorna Burdsall, Alberto Alonso, Tomás Morales, Luis Trápaga, Jerome Robbins y sin dejar detrás mi negritud que va de Sarah Vaughan y Olga Guillot, a Celia Cruz, Omara Portuondo, Miguelito Valdés, Arsenio Rodríguez y Mario Bauzá. En esa mezcla puedes incluir a Billie Holiday, Dinah Washington, Count Basie, Sammy Davis, Elena Burke y la sabrosura de los años 50 en que se gestó mi definición estética. Todas esas influencias fraguaron en mi alma la necesidad de aprender a expresar con el cuerpo (…)”.
Ese espíritu creativo de Alfonso, forjado tras un duro bregar artístico que también incluyó sus experiencias como bailarín en otros cabarets capitalinos, como el Montmartre, el Casino del Capri y el Sans Soucí, es sobre el que se ha consolidado el prestigio de su compañía; experiencias a las que se unen sus estudios, desde muy joven, de ballet y danza; así como su participación en diferentes programas de televisión, y en disímiles espectáculos en distintos teatros habaneros; además de haber dejado su impronta, como director artístico, en el Conjunto Folclórico Nacional; aunque su mayor escuela fue, sin dudas, su paso por Tropicana, desde el año 1964 hasta 2004, donde asumió ambiciosos proyectos, muchos de estos experimentales, en los que fusionaba ballet, danza, folclor y jazz. De ahí que las coreografías de su grupo igualmente recrean cualquier género danzario o musical.
Luego de su salida de Tropicana, creó su compañía cuyo nombre inicial fue Grupo de Experimentación de Danza y Espectáculos Santiago Alfonso, colectivo que sigue al pie de la letra la máxima de su director, quien afirma que no es moverse por moverse. “Soy del criterio de que el meneo cubano es muy serio, y que hay que saber hacerlo sin vulgaridad o chabacanería. La cubanía es muy elegante”, tal le expresó a la colega Thalía Fuentes Puebla en una extensa entrevista publicada en Cubadebate el 30 de julio de 2020 bajo el título de Santiago Alfonso: “Tropicana fue la puesta en práctica de todos mis sueños”.
Miembro del Consejo Nacional de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y Vicepresidente de la Asociación de Directores Artísticos de esta organización, el magisterio de Santiago descansa en seis pilares fundamentales: amor y reconocimiento de las raíces de la cultura cubana, disciplina, organización, exigencia, buen gusto y profesionalismo, elementos que igualmente sustentan el exitoso andar de su compañía que ahora arriba a sus dos décadas de fecunda existencia.
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