En Mayabeque, y especialmente en Artemisa, no hay persona instruida o lector pendiente del acontecer de su provincia que no conozca a Miguel Terry Valdespino. Puede que nunca le haya estrechado la mano o sostenido con él una de esas pláticas que tan buen sabor deja en quienes lo hacen, pero sí le ha llegado una muestra de su oratoria en blanco y negro. Primero desde las páginas de El habanero, luego El artemiseño, ha transmitido, durante casi un cuarto de siglo, su amplia cultura sazonada por su inteligente sentido del humor.
Habituado a estar en el asiento del periodista, descubriendo con su pluma talentos ocultos o poco conocidos, hoy acepta la invitación para, desde el puesto de entrevistado, develarse tal cual es. Y, ¿qué es Terry, dramaturgo, poeta o periodista? ¿Acaso una especie de hombre del Renacimiento?
“Periodista de profesión, pero mi sueño de toda la vida fue ser un gran escritor, temo que no lo llegue a alcanzar. También trabajé cinco años como obrero de la construcción, como parte de una microbrigada. Llegué a descargar rastras enteras de paneles, construí casas de prefabricado, rompí calles con barreta. Esto, por supuesto, por necesidad, nunca tuve vocación de construcción”, asegura entre sonrisas.
Como escritor, Terry ha apostado por varios géneros: la poesía, la narrativa y la dramaturgia. Ángeles y cenizas (1992), Laberinto de lobos (1994), Ajuar de guerra (2001), A la hora señalada (2004), La piedra en la boca (2006), Los duros pierden como Humphrey Bogart (2007), Páginas finales de la náusea (2008), Matar a un hombre (2010), y No me hables de la ira (2011), conforman la lista de libros que, con el auxilio de varias editoriales, ha publicado.
“Me siento muy satisfecho con lo que he escrito en teatro: ocho obras, de las cuales me queda una por publicar. Todas han sido llevadas a la radio. Los duros pierden como Humphrey Bogart, obra que alcanzó premios, fue llevada a escena en el Teatro Nacional por el actor español Jaime Naval”, destaca el autor.
Además, comenta que La piedra en la boca ha sido considerada su mejor y más completa obra, en cuanto a estructura, simbología, psicología de los personajes. Junto a esta, tiene predilección por Páginas finales de la náusea, la cual, enmarcada en tiempos de la dictadura argentina, constituye un homenaje a significativos escritores, entre ellos, Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier y Miguel Ángel Asturias.
No obstante su éxito con la dramaturgia y la narrativa, y verse más a gusto en estos géneros, su primer impulso creativo vino de la poesía.
“Fue lo primero que escribí en mi vida, a raíz de un desazón amoroso. Los poemas de esa etapa se perdieron todos, excepto uno. Luego pensé que no volvería a escribir poesía; sin embargo, supe de un concurso de poesía, de España. Debía presentar poemas sobre ferrocarriles. Me motivé a escribir, y de ahí sale Largo camino de cenizas, pieza que encabeza el libro Plegarias del desamor. Con este gané recientemente el premio provincial de poesía Rubén Martínez Villena.
Desde ese momento comencé a escribir poemas, me vino la inspiración hasta completar Plegarias del desamor. La obra está escrita en tres partes: Naufragios de poetas, dedicada a poetas reales e imaginarios, cubanos e internacionales. La segunda Amores perros y no tanto, con poemas de amor, y la tercera Anatomía ciudadana, con creaciones de tipo social”.
Terry adelanta que el libro, aún sin publicar, debe ver la luz en febrero del 2016, quizás a través de la editorial Unicornio, aspecto todavía por definir.
Más allá de tales poemas, Terry disfruta igualmente de las décimas, las cuales brotan de su mente y quedan estampadas en papel en los más disímiles escenarios y amplia gama de temas.
“Tengo un libro de décimas: Dinero, surgido a partir de la exposición de un amigo sobre billetes, montada bajo el mismo nombre. Le hice el decimario (30 o 40 décimas) sobre el dinero y se lo regalé”.
Ello demuestra la capacidad del escritor para abordar cualquier asunto: “Todos los temas me atraen, cualquier cosa puede servirte de punto de partida para escribir, aunque siempre llega el momento en que el escritor debe decir voy a escribir una obra de calibre; es decir, no quedarse eternamente en lo mediocre”.
Así, su próximo libro, a presentarse en la Feria del Libro, proviene de una inspiración tan poco común como un hombre extraño que halló una ocasión en la parada de Mariel, municipio de Artemisa. La noche del hombre mono, obra de teatro, contará con unos 500 ejemplares.
“La inspiración puede venir de los lugares menos predecibles. Ejemplo, Milan Kundera escribió una novela de 700 páginas inspirado en el gesto de una mujer y se dice que Yesterday vino a Paul a la vista de dos huevos fritos en un plato”, explica.
Respecto a su labor periodística, declara: “Le tengo amor al periodismo. Me ha dado muchas satisfacciones: la oportunidad de promover talentos desconocidos y de ser leído y reconocido por las personas, incluso me conocen más como periodista que como escritor. Ejercer el periodismo durante algún tiempo te ayuda a escribir, y yo llevo casi 25 años en esta faena. Fui fundador de las revistas Habáname, Habanera y La Diana. Dirigí el suplemento Tertulia durante una etapa. Trabajé en El habanero, y ahora en El artemiseño”.
En cuanto a planes futuros, menciona su obra de teatro El verdugo, que ya terminó de teclear y Entrañables criaturas del escriba, libro de crónicas inspirado en obras que le han marcado, que está en proceso creativo.
Han pasado los días y las noches desde aquellos en que Miguel Terry Valdespino escribía sentado bajo un puente de la autopista nacional. Mientras otros luchaban con sus molinos sacando la mano a autos veloces, él creaba Quijotes, y lo seguirá haciendo, un poco desde su narrativa, de la poesía o la dramaturgia, un poco también desde el periodismo.
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