Una obra que irrumpe en los conflictos internos del ser humano. Una carga de realismo en un contexto poblado de inquietudes, deseos e incertidumbres, donde la figura humana sus temores y frustraciones forman parte de su hacer. Adentrarnos en la obra de Denis Núñez, es acercarnos a una fuerte visualidad, en la que cada composición nos invita a ser partícipes de las subjetividades del artista.
Piezas sutiles intentan dialogar e ilustran un juego con los sentidos y los estados de ánimo. Cada detalle y pincelada en sus producciones, es un deleite debido a los resultados visuales; entonces recrea a la figura humana en donde lo erótico y la seducción son la fuente para develar una única intención: la desnudez de sus almas.
Imágenes que examinan el drama interno de historias que en la praxis matizan deseos y carencias que penetrar en la piel de estas representaciones, dejan ver el universo de sentimientos que las mueven. Entre tanto, la piel es usada cual cartografía, y las figuras conforman todo un universo, en el que descansan sus individualidades, cierta dosis de nostalgia y soledad, aunque estén en compañía.
Cada propuesta es algo que nos sorprende, referencia de lo que manifiesta el espíritu y los estados mentales de un camino trazado. Un repertorio estilístico, y conceptual se nos coloca ante una paleta que gusta de sueños surrealistas y donde afloran historias de seres con heridas. Entonces, la búsqueda del color y las texturas constituyen un juego de efecto, en el cual las figuras humanas reflejan las expresiones del lenguaje corporal.
Quien gusta mucho de las aves, y las usa como icono recurrente, sinónimo del deseo de libertad física y emocional, encuentra en el panorama plástico actual un medio de expresión; por lo que sus obras plasman cual fotografía detenida en el tiempo, todo lo que sus ojos puedan de captar y a donde su imaginación pueda volar.
Se apropia de la pintura como manifestación mediadora, en la cual manipula y recoloca sus figuraciones lugares disímiles, a la vez que enaltece las figuraciones, donde seres desnudos ponen resistencia, y convierten el erotismo en el hilo que nos seduce a la entrada del laberinto.
Denis ha transitado por variadas expresiones pictórica, pero siempre el discurso toma como centro al hombre, su manera de manifestarse, lo que le asedia, y le interesa. Estos elementos serán una constante en cada una de sus creaciones, en tanto lienzos de pequeño y gran formato, son depositarios de sus memorias, y en los que encuentra un espacio para plasmar formas, colores, texturas, pero también afectos, recuerdos, y el paso del tiempo.
En ello le va lo importante, el centro de sensaciones y una especie de hogar donde convergen experiencias y un lugar para perpetuar las trazas de historias impersonales.
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